Cambio de guardia | El Nuevo Siglo
Sábado, 11 de Agosto de 2018

Bueno y sucedió el acontecimiento que estaba esperando con gran seriedad y tranquilidad. No pienso que seriamente hubiera personas, que fuera de saber que era un acto importante para el país, tuviera alguna preocupación al pensar que el orden público se alteraría. Es evidente que el presidente entrante fue el resultado de una votación, durante la cual la mayoría depositó su voto por él; otros cercanos a esa mayoría no resultaron triunfantes, pero afortunadamente hemos progresado en nuestras costumbres políticas, tanto que reconocemos inmediatamente al vencedor, deseándole lo mejor, ofreciéndole el apoyo necesario para que le vaya bien. Lleva muy poco tiempo, así que no puede ser otra la actitud ciudadana. Por lo cual, el ciudadano tiene por ahora la opción de observar con detenimiento el acontecimiento mismo de la posesión, que no deja de ser motivo de orgullo nacional para todos.

Si lo comparamos con otras ocasiones del mismo estilo sucedidas en Colombia, se puede decir que en otras oportunidades el mundo entero estaba presente con la presencia de Jefes de Estado de prácticamente todos los países amigos. Hoy, no es que nuestros amigos hayan disminuido sino que en esta ocasión los extrañamos, como no extrañamos al Jefe de Estado de Venezuela, por ejemplo, que tan pocas simpatías ha demostrado por lo mal que nos ha querido tratar a nuestro Presidente Santos. Quiérase o no nuestros presidentes entran a formar parte del patrimonio nacional, pues el elenco de mandatarios que hemos tenido constituye la flor y nata de la inteligencia colombiana, por lo cual los honramos y los respetamos. Pero si nosotros mismos no lo hacemos ¿por qué será que se nos pueda ocurrir que otros sí lo deban hacer?

La oposición es una manera formal de manifestar objeciones al gobierno. Pero deben ventilarse entre nosotros aunque los vecinos se enteren; en mi memoria está una de las más duras que se conocieron el siglo pasado, como fue la de Jorge Eliécer Gaitán, siendo Presidente el doctor Mariano Ospina Pérez. A este gran tribuno y líder nacional no se le ocurrió manifestar sus observaciones en foros que no fueran de colombianos. Pero ahora las costumbres han cambiado y la universalización de ellas ha conducido a que todo el mundo se entere por propias manifestaciones de nuestras taras y defectos.  El señor Petro ha manifestado en todos los tonos qué se propone, sus deseos de hacer una oposición furiosa en contra de Duque. Pero bien parece que faltando a la regla de las buenas maneras, el bachiller Macías se ha adelantado y se ha convertido en el socio de Petro. Tal vez él no lo ha solicitado, pero lo más probable es que el mismo Uribe se lo haya sugerido, porque la diatriba en contra de Santos no puede tener otro origen, pues en los últimos ocho años ya se la hemos escuchado. Seguimos teniendo el mayor respeto por los expresidentes; pero este espectáculo nos dejó boquiabiertos como debieron quedar los invitados.