Guerra, alimentos y cautela | El Nuevo Siglo
Martes, 2 de Agosto de 2022

* La reanudación de exportaciones ucranianas

* Buena noticia, pero con elementos a sopesar

 

Con cabeza fría. Así debe asumirse la reanudación esta semana de las exportaciones de cereales ucranianos, que se encontraban paralizadas desde la última semana de febrero por cuenta de la invasión rusa. Si bien constituye una buena noticia para la nación agredida y el resto del planeta que ha sufrido el drástico coletazo inflacionario por la escasez de granos y agroinsumos, en el que ambas naciones son potencias mundiales, hay varios elementos a considerar sobre el impacto y la permanencia en el tiempo de esa medida.

De un lado, es evidente que el acuerdo que permitió volver a ver partir los barcos ucranianos y rusos por el Mar Negro con cargamentos de granos, no es producto del cese de hostilidades. Por el contrario, la intensidad del conflicto aumenta día tras día, así como el saldo fatal, de heridos y la cuantía y extensión de los daños a infraestructura civil y militar. Todo ello, mientras que el riesgo de una eventual conflagración nuclear no desaparece del panorama.

De hecho, para algunos analistas, el que Moscú y Kiev hubieran accedido a este pacto, con intermediación de la ONU y Turquía, responde a una decisión estratégica dentro de la lógica de amortiguar el impacto de la guerra y fondear sus alicaídas finanzas, más que a la perspectiva de avanzar rápida y decididamente a terminar un conflicto que después de cinco meses se alarga.

En segundo término, es claro que el citado acuerdo, firmado el pasado 26 de junio, no solo beneficia a las exportaciones de Ucrania, que es claramente el país agredido y ha puesto la mayoría de los muertos, heridos y desplazados, al tiempo que su economía e infraestructura han sido drásticamente golpeadas. Rusia también gana porque podrá tener una ventana más amplia para exportar sus cereales, fertilizantes e insumos y esquivar en parte las sanciones internacionales por su ofensiva invasora. No hay que olvidar que las partes se comprometieron a no atacar puertos ni cargueros, para lo cual contarán con la verificación internacional.

Ya en lo que tiene que ver con el impacto de las ventas al exterior de trigo, maíz, girasol y agroinsumos rusos y ucranianos, es innegable que el regreso al mercado de estos productos deberá empezar a frenar la escalada inflacionaria global de los últimos cinco meses, que tiene a no pocos países con escenarios económicos y sociales muy complicados, incluso con el riesgo de recesión en grandes potencias o un freno en seco a los ritmos de recuperación productiva pospandemia. No hay que olvidar que Rusia y Ucrania concentran casi la tercera parte de la oferta de estos rubros y desde que inició el conflicto estos se encarecieron un 30% en promedio.

Sin embargo, la normalización de los mercados no será automática. Una prueba de ello es que si bien se celebró con bombos y platillos la partida el lunes del puerto de Odesa del primer carguero con 26 mil toneladas de maíz ucraniano destinadas a Líbano, hay más de 25 millones de toneladas represadas en la zona que tardarán tiempo en ser evacuadas, incluso si no se presenta alguna contingencia política o bélica que afecte el acuerdo firmado por las partes. Esa prevención no es gratuita. Por ejemplo, mientras el Kremlin destacaba la reanudación de las exportaciones de alimentos y fertilizantes, el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, advertía que era "demasiado pronto para sacar conclusiones y hacer predicciones" al respecto. De hecho, se mantendrá el plan de contingencia para movilizar carga al exterior por carretera o ferrocarril.

En ese orden de ideas, superar los picos de escasez y normalizar los inventarios de granos y agroinsumos tardaría algunos meses, lo que implica que la cresta inflacionaria no se aplanara a corto plazo. Tampoco se podrá superar rápidamente el riesgo de hambruna en algunas naciones africanas y de otras latitudes. También debe precisarse que el problema mundial en el flanco del petróleo y gas se mantiene, ya que el acuerdo se limitó al tema de productos agrícolas y no de hidrocarburos. Esto implica, entonces, que los precios altos minero-energéticos seguirán altos mientras se mantenga la confrontación militar y persista el embargo a las ventas de crudo y gas rusos.

Como se ve, resulta evidente que la reanudación de las exportaciones ucranianas es una muy buena noticia. Sin embargo, debe procederse con cautela para evaluar cuál será el impacto a corto y mediano plazos en el mercado mundial agropecuario y qué tanto contribuirá a frenar la oleada inflacionaria en todo el planeta. Además, como es propio de las guerras, el cumplimiento de los acuerdos es muy relativo y dependerá siempre del rumbo de una confrontación que se extiende en el tiempo y a la que, así resulte paradójico decirlo, el planeta parece irse acostumbrando…