Reconstrucción | El Nuevo Siglo
Martes, 14 de Julio de 2020

Reinvención, nueva normalidad, década pérdida, acuerdo global, gran reinicio son algunos de los marcadores mundiales que intentan describir el camino para enfrentar la recesión económica y social del Covid-19.

Aludir a la nueva normalidad genera optimismo por su concepción de horizonte pero pesimismo, si se queda en el volver, con el interrogante entonces sobre ¿qué verdaderamente va a cambiar? 

En este sentido, el desafío real está en cómo se le da forma a la recuperación económica y cómo se define, cuando el Fondo Monetario Internacional con una mano da los alivios y la liquidez y con la otra anuncia una recesión más profunda y una más lenta recuperación.

Una buena asociación la ha hecho el presidente de United Way, Brian Gallagher, luego de sus múltiples experiencias de integración entre empresas privadas y gobiernos para atender desastres en cuanto el plan de acción consta normalmente de tres fases: respuesta, recuperación y reconstrucción.

Ante la emergencia la respuesta ha sido jugarse el todo por el todo para salvar vidas, reducir el sufrimiento y disminuir pérdidas y con ahorro, deuda y apoyos financieros se ha buscado al menos sentar el piso para la recuperación.

El punto de quiebre, de cambio, lo darán procesos de verdadera reconstrucción, que implican necesariamente reparar, borrar el deterioro, no dejar lo dañado y si, reinventar, innovar. Como afirma, Gallagher, la reconstrucción tras el Covid-19 no debería significar que las cosas vuelvan a ser como antes.

La reconstrucción lleva implícito el mejor que antes. Y el desafío es grande, pues implica superar los enfoques impulsivos de la respuesta y la recuperación. La Universidad de Cambridge ha dicho que el Covid-19 podría costar al mundo cerca de 82 billones de dólares durante los próximos cinco años, un 16% del PIB. Recursos que, para empezar, requieren que la vena de la corrupción no esté abierta. 

El Foro Económico Mundial orienta su estrategia del Gran Reinicio a los retos de aprovechar la Cuarta Revolución Industrial, que más allá de la revolución digital es la fusión de toda clase de tecnologías, las fábricas inteligentes y el intercambio de datos. La rampa por construir es larga y pendiente, pues en principio requiere el acceso universal a internet y estimular el empleo.

Asimismo, se plantea buscar la recuperación económica sectorial que sólo puede ser posible con un esfuerzo por una cooperación global sostenida y con la preocupación constante por un medio ambiente sostenible. Más que regresar a la nueva normalidad, está el desafío de reconstruir sobre los buenos cimientos, capaz de romper con todo lo deficiente y de sumarse a nuevas alternativas.

*Presidente Corporación Pensamiento Siglo XXI

uribemariaelisa@gmail.com