Falencia sobrediagnosticada | El Nuevo Siglo
Viernes, 24 de Julio de 2020
  • Urge acabar circunscripción nacional para Senado
  • Principal causa de corrupción electoral y clientelismo

 

Dentro del amplio menú de reformas estructurales que tiene pendiente Colombia, el ajuste al sistema político y electoral es una de las principales. Sin embargo, cada vez que este tema se pone sobre el tapete en el Congreso lejos de generarse una luz de esperanza sobre la posibilidad de que se avance en la urgente depuración del mecanismo democrático, lo que surge es un ambiente de prevención e incertidumbre dado que muchas de las iniciativas legales y constitucionales al respecto han terminado desviándose en el trámite parlamentario, haciendo incluso necesario forzar su hundimiento ante el riesgo de que ‘el remedio termine siendo peor que la enfermedad’.

Muchos ejemplos ha tenido el país en los últimos años sobre intentos de reforma que naufragaron por ‘micos’ y artículos de sospechoso origen que lejos de buscar la transparencia electoral, claramente iban en la dirección de favorecer la politiquería, los intereses particulares de tal o cual partido o incluso debilitar los filtros normativos creados para evitar la infiltración de organizaciones mafiosas y corruptas en el ejercicio de la política.

En el arranque de esta tercera legislatura se han anunciado, e incluso radicado, algunos proyectos de reforma política, tanto de origen institucional como parlamentario. Una de esas iniciativas, impulsada por la Organización Electoral, busca implementar cambios de tipo procedimental en el sistema, especialmente en materia de avales, inscripción de cédulas, mecanismo de votación, procesos administrativos de impugnación de candidaturas y regulación de nulidades, entre otras. Otro proyecto, respaldado por congresistas de distintas colectividades, apunta a modificar temas más estructurales, como el voto preferente, las listas cerradas, la definición de competencias de los máximos tribunales, elementos para mayor democratización de los partidos y otros asuntos relacionados con la mecánica de escogencia de candidatos. Sin embargo, no deja de llamar la atención que ninguna de estas dos iniciativas ni tampoco de otras que estarían en miras de ser llevadas al Parlamento se estaría planteando reformar lo relativo a la circunscripción nacional para la elección del Senado.

Como lo hemos reiterado en estas páginas, el cambio del método de elección del Senado a partir de la Constitución de 1991 ha sido uno de los elementos que más ha distorsionado la transparencia del sistema político en Colombia. Para nadie es un secreto que haber pasado de la figura del senador regional al nacional, si bien buscaba implementar el espíritu del constituyente en pos de lograr una representación política de mayor espectro en la cámara alta, terminó por desdibujarse debido a los vicios propios de la politiquería y el clientelismo que, lamentablemente, continúan siendo endémicos en nuestro sistema democrático.

Hemos insistido en que la circunscripción nacional para la elección del Senado llevó a encarecer de forma sustancial las campañas, al punto que ya hizo carrera en Colombia la tesis aquella según la cual hay aspirantes a esta corporación legislativa que invierten cifras astronómicas, superando de lejos los topes máximos de financiación electoral autorizados comicios tras comicios. Esta circunstancia nociva de la actividad proselitista conlleva la persistencia e incluso el agravamiento de vicios y delitos como la compra de votos, el trasteo de electores, la feria de los avales así como de la infiltración de los corruptos, las redes de contratistas y las mafias criminales en las campañas. Y, como consecuencia obvia de todo lo anterior, no sólo se violenta el sistema democrático sino que se desconoce la voluntad popular, ya que terminan saliendo elegidos aquellos que más recursos económicos invierten y no quienes plantean las mejores propuestas y cumplen las normas legales y constitucionales.

A todo lo anterior se suma el hecho, también ya muy sobrediagnosticado, de que la representación regional en el Senado termina desbalanceada sustancialmente ya que un gran número de escaños se concentra en pocos departamentos, en tanto otros no tienen voz ni voto en la cámara alta. Es sabido que muchos candidatos recorren el país consiguiendo votos aquí y allá, pero una vez elegidos no se convierten en voceros ni representantes de los intereses de esas regiones en donde estuvieron ‘pescando’ apoyos. Es más, muchas veces ni siquiera las visitan en campaña pues optan por alianzas mecánicas y sin ningún fondo programático con los candidatos a la Cámara de tales jurisdicciones.

Como se ve, por más bien intencionados que estén los proyectos de reforma política y electoral que se están anunciando, su impacto en la depuración y transparencia del sistema termina siendo muy relativo. Mientras el país, el Gobierno, los partidos y las bancadas no se decidan a modificar la circunscripción nacional del Senado, a todas luces el principal motor de los vicios y los delitos electorales en Colombia, los otros cambios que se apliquen terminarán teniendo un impacto muy relativo.