Pobreza y desigualdad | El Nuevo Siglo
Martes, 30 de Julio de 2019

EL estancamiento de la economía se tradujo en un aumento de la tasa de desempleo, en un estancamiento en la reducción de la pobreza y lo que es peor el coeficiente Gini, que mide el grado de concentración del ingreso, ya de por sí elevado, también empeoró. El aumento de la tasa de desempleo y la pobreza, así como la persistencia de la desigualdad son secuelas de la ralentización del crecimiento del PIB.

Luego de la mayor reducción de la pobreza, de -8.7 puntos porcentuales entre 2010 y 2014- y de -1.6 puntos porcentuales entre 2015 y 2017, cuando alcanzó el 26.9%-, se revirtió la tendencia y en 2018 subió hasta el 27%. Este +0.1 puntos porcentuales significa el aumento en 190.000 personas que durante el último año se sumaron a los 13.8 millones de pobres que se registraron en 2017.

Es claro, como lo afirma Anif “que se mantiene una gran heterogeneidad en las cifras de pobreza a nivel nacional. El nivel de pobreza monetaria urbana estuvo cerca del 16% durante 2015-2018, pero los niveles de pobreza en las áreas rurales se mantuvieron en un alarmante 36.1% al cierre de 2018”. No obstante, entre las mismas ciudades se presentan diferencias abismales: mientras en Bogotá la pobreza monetaria se estabilizó alrededor del 12.4% en 2018, Cartagena registró un índice del 25.9%, más del doble (¡!).

En cuanto al Índice de pobreza multidimensional (IPM), esta se había reducido de manera continua desde 2010, pasando de 30.4% a 17.8% en 2016, pero en 2018 repuntó elevándose hasta el 19.6, para un incremento de 1.1 puntos porcentuales, el cual se tradujo en casi 1.1 millón de personas que volvieron a caer en la cuneta de la pobreza multidimensional, pasando el número de ellos de 8.5 millones a 9.6 millones.

Existe, además, una brecha interregional que se pone de manifiesto cuando cotejamos las cifras de la pobreza entre unas y otras regiones. Mientras en la región Caribe y la región Pacífica, por ejemplo, la incidencia de la pobreza multidimensional pasó del 26.4% en 2016 al 33.5% en 2018 y del 33.2% al 33.3%, respectivamente, en Bogotá llegó a su punto más bajo con el 4.3%. Pero también se mantienen las brechas intrarregionales. En efecto, en La guajira el IPM es del 51.4% y el Chocó con el 45.1% y las zonas rurales del país, alcanza el 39.9%.

Yo he sostenido que Colombia es el país de las desigualdades y no lo decimos a humo de paja, pues según la Ocde Colombia hoy por hoy es el país más desigual de Suramérica, el segundo en Latinoamérica después de Haití y el cuarto en el mundo (¡!). El coeficiente GINI que venía bajando, aunque lentamente, desde 0.56 en el 2010 al 0.508 en 2017, lejos aún del nivel promedio en Latinoamérica (0.48), en 2018 subió a 0.517, uno de los peores registros de toda Latinoamérica. ¡Así de claro!

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*Miembro de Número de la ACCE