¿Migración o emigración? | El Nuevo Siglo
Sábado, 6 de Julio de 2019

Colombia nunca ha sido un país cuya historia de cuenta de grandes procesos migratorios. Ello explica, en buena medida, el asombro y el impacto que nos ha causado la llegada de más de 1.3 millones de víctimas del régimen dictatorial chavista en menos de 3 años. Esas cifras, dicen los entendidos, supera cualquier proceso migratorio de la era postmoderna.

Que no estábamos preparados es una afirmación de Perogrullo; que sus impactos pueden ser devastadores si no lo sabemos administrar, es una obviedad y que estamos en presencia de una oportunidad si acudimos a la generosidad, a la creatividad y a la inteligencia, es un reto.

Sin embargo, empiezo a pensar que por la crisis venezolana suscitada por el socialismo del siglo XXI, -que muchos desafortunadamente han visto con explícita complacencia, tal y como vieron y defendieron la dictadura socialista en Cuba-, se ha dejado de lado el fenómeno migratorio en el que no pocos colombianos están participando.

En la primera ola migratoria, Venezuela expulsó a los grandes empresarios víctimas de una persecución política y de una visión económica francamente intimidatoria a los intereses del libre mercado y la iniciativa privada. Después vinieron los técnicos de la clase media, con conocimientos frescos de polímeros y minerales. Unos y otros trajeron conocimientos, creatividad y recursos que alimentaban el sector inmobiliario, petrolero y productivo del país.

Al final llegan los pobres, quienes aquejados por las canallas y cínicas mentiras del socialismo no tuvieron más opción que migrar hacia mejores pagos. El éxodo, como dijimos, se cuentan por cientos de miles. Total, nos quedan buenas gentes, pero pobres que nuestro sistema productivo y la oferta de servicios públicos no pueden soportar.   

Con todo, lo más grave es que paralelamente y por miedo al ascenso de un gobierno de izquierda, radical y antisistema, así como por la construcción de una narrativa histórica y cultural según la cual los emprendedores, los empresarios, los gremios, la iglesia y las fuerzas del orden son los causantes de todos nuestros males, muchos colombianos de clase media y alta, preparados y capaces de generar riqueza apresuran su salida del país.

Y con ellos las de sus familias y sus capitales y sus ideas y su preparación. Todos nos preocupamos por la inmigración y muy pocos por la emigración. Todos nos preocupamos por los pobres que se arriman y no por los empresarios, académicos y técnicos que se alejan y que, paradójicamente, son los únicos capaces de generar las condiciones suficientes para poder hacerle frente a la tragedia migratoria.

La llegada del Dr. Duque ha calmado temporalmente los ánimos. Su presencia ha sido más que salvadora pero no como para frenar un fenómeno de insatisfacción que, si me obligan a ponerle una fecha, no dudo en afirmar que fue la del robo antidemocrático del 2 de octubre de 2016.

*Miembro de la Corporación Pensamiento Siglo XXI.

@rpombocajiao