Lenguaje subliminal | El Nuevo Siglo
Miércoles, 10 de Julio de 2019

La teoría explica este perfil para manipular a las gentes, de manera que la observación, visual o auditiva, de unos mensajes aparentes induce a adquirir nociones sin análisis, simplemente por el impacto emocional que conduce a convicciones mentales; es la audacia  del autor. El estudio de esta metodología es antiguo, principalmente en el campo de la publicidad comercial. Por ejemplo,  la adicción a la coca cola, se sostiene, tuvo su causa en la gráfica del envase que imita al cuerpo de una mujer y, obviamente, esto produce una adicción inconsciente por las afinidades sexuales obscenas ocultas.

Se trata de  comunicaciones que no se expresan claramente, caricaturas, de  manera que llega a un umbral indefinido entre el consciente y el inconsciente. Algo parecido al chiste tendencioso, que recuerda las columnas socarronas de Klim en “El Tiempo”, tan implacables que provocaron ánimo de renuncia al presidente López Michelsen: martes 29  de  marzo 1977.

La  exagerada divulgación, con respecto a la persona del engreído y disfrazado sin turbante Hernández,  apodado Santricht, tiene el objeto de alardearlo para generar animadversión a Juan Manuel y, detrás de todo, arremeter contra el acuerdo de paz, convenio que a muchos arremete, pues arriesga  intereses económicos, principalmente en relación con la Reforma Rural Integral, intento antiguo de acción política que se frustró en el gobierno del abuelo de la Paloma, el 14 de junio de 1964, cuando bombardearon Marquetalía para sabotear la ley de Paz que profirió Alberto Lleras durante su gobierno. Mi padre era corresponsal de guerra y   dio cuenta de las órdenes del coronel Matallana, asistido por “Latin American Security Operation”

La discordia entre Klim y López no fue política, era una animadversión familiar que se traducía en las irónicas críticas que contaminaban a la opinión pública y desacreditaban al gobierno, aludiendo, entre otras, a la construcción de la vía alterna a los Llanos Orientales. Esto ocurre actualmente con el arrebatado desequilibrio del Chalán del Ubérrimo,  frente al arrepentido “cómplice” de su reelección que decide sembrar la paz, como solución a la dramática historia de este desgraciado país, tradición violenta de 200 años para beneficio de las elites del poder.

Para afrentar el acuerdo de paz y a su autor se presenta como un sujeto “peligroso” al ridículo Hernández -muy parecido al famoso cachaco Gabriel Antonio Goyeneche- señalándolo como “ahijado” del ex presidente Santos y las gentes, que no distinguen entre la campaña política de los aspirantes a alcaldes y los campeonatos de fútbol, emocionalmente se tragan el cuento. Se aficionan a lo subliminal que se les trasmite para que odien la paz y aplaudan la guerra que está renaciendo con los asesinatos de los líderes sociales y aplaudan a los aliados paramilitares que continúan impulsando terrores y defendiendo las tierras que los patrones les encargan extender a cualquier costo.