Por un debate responsable | El Nuevo Siglo
Lunes, 19 de Julio de 2021

* Retos de cara a proyecto de Inversión Social

* No dar cabida a populismos ni oportunismos

 

Lo peor que le podría pasar al último periodo congresional de este mandato presidencial es que la agenda legislativa prioritaria se contamine o subordine al marcado clima de polarización política y electoral, sobre todo cuando se está a menos de ocho meses de los comicios parlamentarios y del primer pulso en las urnas en la contienda por la Casa de Nariño.

Es apenas obvio que el proyecto de Inversión Social es la iniciativa más importante, puesto que su aprobación es urgente para conseguir los recursos requeridos para seguir financiando los programas y subsidios de emergencia y semipermanentes activados en medio del duro coletazo socioeconómico de una pandemia que sigue azotando al país y el mundo. Es imperativo asegurar la extensión del Ingreso Solidario hasta el próximo año, mantener el fondo estatal de apoyo al pago de las nóminas de las empresas, sufragar el ingreso gratuito de casi 800 mil alumnos de los estratos 1,2, 3 a la universidad pública y garantizar la aplicación del incentivo oficial a la contratación laboral de los jóvenes entre 18 a 28 años, entre otras líneas asistenciales.

En ese orden de ideas, la discusión de la iniciativa impositiva, que tiene un estimado de recaudo por 15,2 billones de pesos, se impone como el reto más importante del primer tramo de la legislatura. A diferencia del primer, inconsulto y fallido proyecto tributario, que no solo se utilizó de combustible para desatar la ola de paros, vandalismo, bloqueos y móvil anárquico en gran parte del país, sino que fue necesario retirarlo del Congreso y obligó a un relevo en la cartera de Hacienda, la nueva iniciativa a radicar hoy o en el transcurso de los próximos días viene precedida de un amplio consenso y socialización con sectores políticos, partidistas, económicos, gremiales, sociales y regionales.

Como bien lo recalcamos en anterior editorial, se trata de una iniciativa sin precedentes, puesto que su fin no es -como ha ocurrido con la mayoría de los ajustes impositivos- única y exclusivamente tapar el déficit fiscal, sino que el objetivo primordial y principal es apoyar a no menos de 21 millones de colombianos que por culpa del impacto social y económico de la pandemia cayeron en las franjas de pobreza y pobreza extrema. Hemos reiterado en estas columnas que asistir a esa población vulnerable, recuperar y proteger el empleo, garantizar la supervivencia de las empresas y sentar las bases de una recuperación económica y social deben ser las prioridades del aquí y ahora, no solo del Gobierno y el sector privado, sino de todas las instancias nacionales. Y llegó el momento de demostrarlo.

Ese ejercicio de consenso previo alrededor del proyecto es clave así como el hecho de que ya la semana pasada el Presidente de la República y el Ministro de Hacienda hicieron la presentación general a todo el país de su contenido en cuanto al monto de recaudo, destinación específica de recursos y la estructura de impuestos y pagadores que lo soportarán, quedando establecido que la empresa privada -en primer lugar-, el recorte del gasto público inoficioso y la lucha contra la evasión serán los principales pilares. Todo ello permite que el arranque del debate se dé sobre bases, cifras y hechos ciertos. Ya está claro también que el IVA ni otro gravamen que afecte a los más vulnerables se tocará… Difícilmente se puede recordar una mejor y más objetiva antesala a una reforma tributaria.

Obviamente es necesario esperar a que se radique el articulado de la iniciativa y que comience el debate en las comisiones económicas conjuntas de Senado y Cámara. Habrá discusiones de fondo y todas las bancadas tratarán, como es apenas natural en el ejercicio parlamentario y más aún en medio de una inédita coyuntura sanitaria, económica, social y política, de introducir cambios y énfasis.

Lo importante es que cada planteamiento se sustente en el realismo fiscal y las posibilidades reales de gasto público. Flaco favor harían algunas bancadas al país si en aras de captar votos en medio del remate de la campaña se lanzan desaforada e irresponsablemente al populismo y el promeserismo utópico. La dimensión de la emergencia no da espacio para esta clase de oportunismos. Es momento de la alta política, de actuar y proponer con sindéresis y proactividad. Millones de colombianos que atraviesan penurias y graves necesidades no están esperando hoy discursos efectistas sino ayudas tangibles e inmediatas del Estado.

Que arranque, pues, el debate a la reforma de Inversión Social. Y que la ponderación y responsabilidad de Gobierno, partidos y bancadasm así como de los sectores que sean llamados a terciar en la discusión, sean la nota predominante. Hacemos votos para que ello suceda.