Congreso y alta política | El Nuevo Siglo
Sábado, 17 de Julio de 2021

Una legislatura con retos superlativos

* Parlamento debe asumir rol decisivo  

 

Si bien es cierto que cada vez que arranca una nueva legislatura parlamentaria se habla de los retos de los senadores y los representantes a la Cámara, nunca como ahora ese llamado a que el Congreso demuestre la máxima diligencia y responsabilidad fue tan imperativo.

El cuarto y último periodo de este cuatrienio gubernamental comienza este martes. Y lo hace en medio de unas circunstancias muy complicadas para el país, toda vez que apenas si se está saliendo del pico más grave y mortal de la pandemia, en tanto que aún se sienten los ecos de la ola de paros que comenzó a finales de abril y se extendió hasta comienzos de junio, dejando un alto saldo de muertes y heridos, pérdidas por más de 13 billones de pesos y la evidencia de una infiltración criminal masiva y sistemática de la protesta social pacífica, al punto que el vandalismo, los bloqueos viales y la anarquía trataron de imponerse al ejercicio legítimo del principio de autoridad.

Como si lo anterior fuera poco, el Congreso reinicia labores cuando se está a menos de ocho meses de las elecciones parlamentarias, que se realizarán de manera conjunta con las consultas que las coaliciones interpartidistas adelantarán para escoger a sus candidatos únicos en la contienda por la sucesión en la Casa de Nariño.

De igual manera, las alarmas en torno a la política de seguridad y orden público se encuentran prendidas debido a un mayor reciclaje de la violencia regional, cuyos principales protagonistas son la guerrilla del Eln, las facciones disidente y reincidente de las Farc así como los carteles del narcotráfico y las bandas criminales de alto espectro. La racha de masacres y asesinatos de líderes sociales y desmovilizados, el aumento de la extensión de narcocultivos (según el informe de la Casa Blanca) y la delicada situación en la frontera con Venezuela, escenario no solo del ataque con un carro-bomba en la brigada 30 de Cúcuta sino de un atentado contra el Presidente de la República, hacen parte de ese escenario altamente preocupante.

A todo lo anterior debe sumarse la compleja situación internacional por cuenta de una complicada campaña de desinformación externa sobre la actuación de la Fuerza Pública en medio de la ola de paros así como del vergonzante involucramiento de exmilitares colombianos en el asesinato del presidente de Haití.

En medio de esa difícil coyuntura el Congreso está llamado a ser determinante en la solución de algunas de las principales problemáticas que agobian al país. Como lo hemos reiterado en estas páginas, el rol del Legislativo en el último año y medio ha sido, por decir lo menos, decepcionante. El Ejecutivo ha llevado la batuta de la implementación del plan de contingencia para enfrentar la emergencia sanitaria, en tanto que las altas cortes, dentro de sus respectivas competencias, han aplicado los controles del caso. El Parlamento, por el contrario, no solo ha actuado a destiempo e incluso como una especie de convidado de piedra en medio de la crisis pandémica, sino que no supo dar ejemplo de austeridad y capacidad de sacrificio en un país en donde todos, directa o indirectamente, han puesto de su parte para enfrentar este desafío inédito.

Igual ocurrió en medio de la reciente ola de paros. Senadores y representantes se imbuyeron en la desgastante polarización y politización -teniendo la campaña electoral como trasfondo evidente- mientras el país parecía subordinarse a la anarquía y las vías de hecho.

Sin embargo, a partir de este martes se requiere un cambio de chip parlamentario. El Gobierno radicará el proyecto de reforma tributaria o de Inversión Social, cuyo trámite y aprobación es urgente, ya que es la fuente de recursos para seguir financiando el esquema de subsidios y programas de emergencia activado en medio del fuerte coletazo de la emergencia sanitaria. También se discutirán iniciativas cruciales como una nueva ley antivandalismo y antidisturbios que conjure de forma definitiva la infiltración de los violentos en la protesta social. Igualmente se presentará una reforma al Estatuto Disciplinario policial, con el fin de hacer más diligente y efectivo el control sobre el accionar del personal uniformado.

En vista de lo anterior, es necesario que las bancadas se concentren en debatir de manera objetiva y seria estas y otras iniciativas consideradas urgentes. Por más que la campaña electoral esté entrando en su recta final y que en el Congreso haya no menos de una decena de precandidatos presidenciales, se requiere del Parlamento la máxima concentración y capacidad de trabajo. No es momento de perder el tiempo en la polarización y los vicios de la politiquería. Se necesita un ejercicio de la más alta política para sacar avante esta agenda legislativa. La pregunta es una sola ¿Estarán senadores y representantes a la altura de este reto de marca mayor?