¿Aplanadora del Congreso? | El Nuevo Siglo
Domingo, 26 de Junio de 2022

En suspenso el equipo económico

* Gremios y empresarios dispuestos a trabajar ya

 

A ocho días de las elecciones, el presidente electo Gustavo Petro ya cuenta con mayorías holgadas en el Congreso. Lo que, ciertamente, no era del todo presumible después de una de las campañas más pugnaces de que se tenga noticia en la historia del país. Por lo cual esas mayorías no dejan de ser una sorpresa frente al ambiente de confrontación indeclinable que se palpaba hace apenas unos días en todos los rincones de la nación colombiana.

De hecho, la contienda presidencial careció del debido contraste programático y fue una lesión enorme para la democracia no haber contado, aunque tan solo fuera en la segunda vuelta, con la necesaria confrontación de ideas y programas en los tradicionales debates televisados, como por ejemplo acababa de ocurrir en Francia, donde se daba una polarización de índole similar. Debates, asimismo, que en Colombia hacían parte natural de la cultura proselitista.  

Pero, lejos de ello, preponderó el ataque personal, las frases altisonantes, los motores de las redes sociales, dividiendo a los colombianos no entre antagonistas, como es común en una campaña presidencial, sino entre enemigos. Inclusive, ambos candidatos denunciaron amenazas de muerte durante el transcurso del balotaje y Rodolfo Hernández llegó a decir, desde los Estados Unidos, que podrían “acuchillarlo” en cualquier esquina, por lo cual congeló sus actividades proselitistas, sugiriendo que le podía ocurrir lo mismo que a Jair Bolsonaro en Brasil.

El propio Hernández, sin embargo, después de conseguir una votación descomunal, aunque insuficiente para remontar la del presidente electo, reconoció su victoria y al aceptar ocupar la curul que le corresponde como excandidato en el Senado, anunció que no haría oposición al gobierno entrante, pese a lo que se podría derivar del estatuto correspondiente.

Es decir, distinto a lo que hizo Petro frente al presidente elegido en 2018, Iván Duque, cuando debutó esa figura senatorial hasta entonces inédita y sin mayor jurisprudencia en el devenir colombiano.

En tanto, con la sola aceptación ayer por parte de la bancada de La U como integrante del oficialismo, la administración entrante cuenta ya con mayorías holgadas en el Congreso, al sumar con antelación al liberalismo, la coalición de la Centro Esperanza y las propias del partido de gobierno, sin necesidad de más colectividades y con el propósito, según han dicho, de configurar lo más pronto posible las mesas directivas del Parlamento. También se ha anunciado una agenda legislativa, pero cuyo contenido se desconoce, pese a los anuncios de un gran “acuerdo nacional” en el que incluso se invoca contradictoriamente al inmolado Álvaro Gómez Hurtado y al mismo tiempo se trae a cuento la “Revolución en marcha” de Alfonso López Pumarejo.

Mientras, el país no da tregua en sus necesidades administrativas. Con las múltiples secuelas de la pandemia aun vigentes, y a la expectativa de sufragar las afugias presupuestales de los programas sociales creados en el marco de la crisis sanitaria, además con una volátil situación de la economía mundial a raíz de la prolongada invasión rusa a Ucrania, con su espiral inflacionario y el desabastecimiento alimentario, así como el vaivén de los recursos energéticos, Colombia necesita conocer de inmediato el nuevo equipo que llevará las riendas de una economía que permanece en la incertidumbre.

Ya lo habíamos dicho recién pasadas las elecciones, pero vale reiterarlo, puesto que es indispensable que, vistas las circunstancias, el empalme se verifique con los nombres ya ciertos de quienes van a ocupar las carteras respectivas en Hacienda, Minas y Ambiente, que son las de mayor premura de acuerdo con el programa de gobierno, aunque no menos ocurre lo mismo con Agricultura y Comercio.

De suyo, uno a uno los gremios, así como el grueso de los empresarios, no solo aceptaron de inmediato el resultado electoral, dentro de los protocolos democráticos, sino que se han mostrado dispuestos a entablar conversaciones con el gobierno electo dentro de la propuesta de concertación anunciada.

Es también fundamental que se entienda que el nuevo presidente ganó en los litorales y la capital, pero que en el resto del país las mayorías se decantaron por la otra campaña, lo que indica que es necesario equilibrar las cargas territoriales para conseguir la unidad nacional.

De todos modos, la economía es el principal bien público nacional y entre más tiempo pase sin tomar el toro por los cuernos mayor será la incertidumbre, con los costos que eso implica para todos los colombianos.