Brasil, eje geopolítico regional | El Nuevo Siglo
Viernes, 24 de Junio de 2022

Elecciones presidenciales en octubre

* Bolsonaro y Lula, las cartas fuertes

 

Tras el triunfo de la izquierda en Chile, Perú y ahora en Colombia, todo en el último año, la próxima contienda electoral será en Brasil, cuyos ciudadanos deberán asistir a las urnas en octubre para definir entre la reelección del presidente de centroderecha Jair Bolsonaro o el regreso al poder del exmandatario Inácio Lula Da Silva.

Con gobiernos de izquierda en problemas, como los del chileno Gabriel Boric o el inca Pedro Castillo, así como el desgaste del régimen dictatorial en Venezuela, a lo que se suma una crisis política y social delicada en Ecuador por cuenta del paro indígena contra el gobierno del mandatario de centroderecha Guillermo Lasso, es claro que los ojos de todo el mundo están puestos sobre el movido péndulo geopolítico suramericano.

Aunque faltan varios meses para la primera vuelta en Brasil y los sondeos evidencian que Bolsonaro le ha venido recortando distancias a su rival de izquierda, es claro que si Lula Da Silva gana, prácticamente la única democracia de corte conservador sería la de Uruguay, que es gobernado con ponderación y eficacia por Luis Lacalle Pou. Esto en tanto Paraguay se mantiene bajo el influjo directo o indirecto de los colorados. En el país de la franja oriental, el partido socialista gobernó largo tiempo y entregó el poder en calma al actual mandatario conservador.

Los analistas de la política suramericana consideran que, dada su extensión, poderío económico y avance tecnológico, y pese al rezago en lo social, Brasil continúa siendo el eje de la región, de allí la importancia geopolítica de lo que allí sucede en los próximos comicios.

De hecho, en medio de la crisis mundial por la disparada de los precios de hidrocarburos y las materias primas, en especial alimentos y agroinsumos, derivada de la invasión de Rusia a Ucrania, se resalta que el gigante suramericano es muy autosuficiente en agricultura y ganadería, en tanto que el resto de países del área tienen falencias en algunos de estos dos campos y son importadores en esos renglones.

Es entendible, entonces, que el mundo tenga puestos sus ojos en las próximas elecciones de Brasil. Por ahora, Lula Da Silva sigue liderando los sondeos, con una distancia de quince puntos en promedio sobre el actual mandatario. Pese a esa diferencia, la oposición sigue a diario los pasos de Bolsonaro, sabedora de que es un líder político que se mueve muy bien en los escenarios electorales y sabe jugar sus cartas en el momento oportuno.

Para las toldas de izquierda son altas las posibilidades de que el exmandatario vuelva al poder, pese a que todavía continúa investigado por los escándalos de corrupción que lo llevaron a la cárcel años atrás, pero luego los procesos se anularon. Incluso, algunos dirigentes muy optimistas han dicho que podrían ganar en la primera vuelta, pero en los últimos sondeos tanto Bolsonaro como otros candidatos de centroderecha han crecido y todo hace indicar que habrá balotaje y allí las fuerzas políticas se reordenarían.

Bolsonaro sabe que tiene que apretar el paso. Tiene a su favor que ha logrado navegar en medio de la crisis económica mundial derivada de la crisis ucraniana. Con habilidad ha sorteado el choque de las potencias de Occidente y Rusia, y mantiene equilibrio en sus relaciones con Moscú, China y la India. Sin embargo, en su país el descontento se da por cuenta del manejo oficial de la pandemia, que ha sido criticado hasta el cansancio por sus malquerientes. La inflación también inquieta mucho, ya que impactada por la guerra en Ucrania está cercana al 12%, afectando la canasta familiar de los sectores más vulnerables a los que el gobierno ha tratado de favorecer en medio de la crisis sanitaria.

Aun así Bolsonaro se muestra un tanto despectivo con respecto a las encuestas, dado que en otras ocasiones las tuvo en contra y superó la situación a la hora de las urnas. También juegan un papel decisivo los cristianos, cuyo voto se disputan con ardor ambos candidatos.

El péndulo geopolítico subcontinental, entonces, dependerá de lo que pase en Brasil. Como el Paraguay sigue estable en su aislamiento crónico, un eventual arribo del socialismo al gigante suramericano dejaría como única una antorcha de la democracia y libertad a Uruguay, donde Lacalle Pou adelanta un gobierno abierto al cambio y defensor del orden, que favorece la empresa privada y defiende los intereses de la población y los sectores marginales. Sin duda, este país se ha convertido en un laboratorio de la política regional y demuestra que es posible cumplir con la alternación electoral entre los extremos, de manera democrática y civilizada.