Una campaña muy fría | El Nuevo Siglo
Martes, 18 de Junio de 2019
  • Ciudadanía poco interesada en comicios
  • ¿Replantear las candidaturas por firmas?

 

La campaña electoral para los comicios de octubre próximo, cuando se escogerán gobernadores, alcaldes, diputados, concejales y ediles, está empezando a entrar en la recta final. La próxima semana será determinante, ya que el 27 de junio inicia el periodo, de un mes, para la inscripción de los candidatos a cargos uninominales y cuerpos colegiados de elección popular. Es decir, que tras varios meses de precalentamiento proselitista ahora sí se empezarán a conocer a cuáles aspirantes los partidos y movimientos significativos de ciudadanos respaldarán de manera oficial para competir por los ejecutivos y legislativos departamentales y municipales.

En la mayoría del país, tras la baja o casi nula utilización de las consultas populares para definir candidatos únicos de colectividades o coalición, los últimos meses se han ido en la tradicional puja por hacerse a los avales. Si bien muchos aspirantes afirman hoy ante sus potenciales electores que ya tienen asegurado los respaldos de los respectivos directorios partidistas para inscribirse, es claro que sólo hasta que formalicen dicho trámite ante las respectivas sedes de la Registraduría Nacional podrán cantar victoria.

En segundo lugar, aunque todavía no hay una estadística oficial de las autoridades electorales, lo que se intuye es que para los comicios regionales y locales habrá un número importante de candidatos avalados por movimientos significativos de ciudadanos o “por firmas”, como se les llama popularmente. Este es un fenómeno político que debe analizarse de manera detenida porque lo que se está viendo en muchos departamentos y municipios es que una buena parte de los aspirantes que optan por este mecanismo no se pueden catalogar propiamente de propuestas o liderazgos alternativos a las colectividades tradicionales, sino que son dirigentes de clara génesis partidista que prefieren recoger firmas para respaldar sus postulaciones ya que eso les permite presentarse como aspirantes de coalición. En otras palabras, es más una cuestión de táctica proselitista, desdibujando el espíritu inicial de la figura que no era otro que el abrir paso a opciones políticas que no tenían cabida en los partidos o querían diferenciarse de los mismos.

De igual manera, no en pocas regiones se han escuchado quejas en torno a que la figura de los candidatos “por firmas” se utilizó como una especie de campaña bajo la mesa de aspirantes que, al final, no se lanzarán por movimientos significativos y sí por avales partidistas, pero aún así aprovecharon la recolección de rúbricas ciudadanas para tomarle ventaja proselitista a los demás competidores. También hay muchas dudas en torno a la verdadera capacidad de las autoridades electorales para controlar las fuentes de financiación e inversión en estas campañas.

Por otra parte, no deja de llamar la atención el hecho de que muchos de los partidos con personería jurídica hayan extendido los plazos de inscripción de candidatos a recibir sus avales, lo que puede entenderse como un síntoma positivo en el sentido de que era tal la cantidad de postulados que se requirió más tiempo para analizar sus trayectorias y antecedentes. Pero también puede leerse de otra manera: que era muy bajo el volumen de dirigentes que querían contar con el respaldo de la respectiva colectividad.

De otro lado, también el jueves de la próxima semana vence el término para el registro de comités promotores del voto en blanco, una figura que poco a poco en los últimos años se ha ido abriendo camino y aspira a demostrar en las urnas, el último domingo de octubre, que pueden jalonar el suficiente respaldo ciudadano para forzar a cambiar los candidatos que se presenten ese día en muchas jurisdicciones. 

Lo importante, en todo caso, es que faltando cuatro meses y unos pocos días para la cita en las urnas, la campaña tome ritmo definitivo. Por el momento preocupan algunos brotes de violencia, como lo denunció la semana pasada la Misión de Observación Electoral. Pero lo más grave es que se ve a una ciudadanía poco entusiasmada con la contienda proselitista. Ojalá con la oficialización de los avales y la respectiva inscripción de los candidatos empiece a quedar atrás esa evidente apatía del electorado. Los partidos también adolecen de mayor iniciativa para empezar a mover a sus bases y propuestas más significativas a nivel nacional, regional y local. Si bien la propaganda electoral abierta y en espacio público sólo será posible a partir de 27 de julio, hay otros escenarios en donde es permitido hacer este tipo de debates programáticos.

Terminando ya el Congreso esta semana y sin desconocer que el fútbol será un distractor en las próximas, es urgente que los colombianos empiecen a entusiasmarse con la campaña para elegir a los mandatarios departamentales y municipales, así como a los diputados, concejales y ediles. Es la cita democrática que más impacta el entorno de cada ciudadano y, por lo mismo, exige que todos y cada uno se metan de lleno en la contienda.