El error de reducir la jornada laboral | El Nuevo Siglo
Miércoles, 16 de Junio de 2021

En los próximos días surtirá el cuarto y último debate en la Cámara de Representantes el proyecto de ley que busca reducir la jornada laboral, radicado por el Centro Democrático antes de la pandemia. El Congreso, ignorando la opinión de expertos, gremios y empresarios, ha decidido dejarse guiar por el populismo y el afán del aplauso inmediato para aprobarlo sin mayor resistencia. Pareciera que las restricciones que tomaron los gobernantes para enfrentar la pandemia y las consecuencias de casi dos meses de paro nacional no les bastaran a los políticos para terminar de destruir a las pocas pequeñas y medianas empresas que han logrado sobrevivir.

Como ya es costumbre se ha ignorado que más del 90% de las empresas en Colombia son micro, pequeñas y medianas, y los congresistas continúan legislando creyendo que todas las empresas son tan productivas como las grandes; pensando que todos son como los gigantes grupos económicos, ignoran a los miles de tenderos, panaderos, dueños de restaurantes, entre otros, que terminarán aniquilados con esta medida.

Ignoran los legisladores que la mayoría de grandes empresas en Colombia ya tienen jornadas laborales menores a las 48 horas pues, por un lado, son más productivas al tener la capacidad de invertir en bienes de capital, que a través de los avances de la tecnología permiten hacer más con menos y, por otro, desconocen que en negociaciones con sindicatos han terminado reduciendo la jornada.

Solo siendo productivos se puede pensar en disminuir la jornada de los trabajadores, pues esto puede ocurrir únicamente cuando las empresas logran producir lo mismo o más con menos horas de trabajo por hombre.

Los países exitosos que hoy tienen jornadas inferiores a la de Colombia lo han hecho después de aumentar la productividad, sin embargo en nuestro país tuvo una caída del 7% en 2020. Si la tentación del populismo estuviera ausente, el orden correcto de las cosas sería aumentar la productividad para que la jornada laboral se rebaje de manera natural.

Imaginemos un panadero en un pequeño municipio colombiano: para atender la demanda de pan emplea a dos personas que trabajan 8 horas diarias, durante 6 días a la semana. Si la jornada laboral se reduce de 48 a 45 horas semanales, el panadero tendría que pagarle 3 horas extras semanales a cada uno de sus trabajadores para lograr producir la misma cantidad de pan. Ese sobrecosto tendrá que trasladárselo al consumidor y aumentará entonces el precio del pan. Esta historia se repetirá rápidamente en todos los municipios del país logrando incrementar el costo de este producto y otros artículos de la canasta familiar.

Ojalá, el Congreso reflexione y comprenda las consecuencias de sus decisiones. Debe dejar de pensar que las empresas son solo las grandes y las multinacionales, y tener en cuenta al 90% de los empresarios del país a la hora de tomar decisiones como esta. Si queremos reducir la pobreza, construir una sociedad más justa y con más oportunidades para todos, necesitamos aumentar la productividad y no destruir los empleos que quedan. El costo del populismo siempre es más alto que el aplauso momentáneo que genera.