Adán y el paro | El Nuevo Siglo
Martes, 15 de Junio de 2021

ATISBOS

La imagen diagnóstica del paro nacional convocado en Colombia, que completa más de cuarenta y cinco días, cada vez se aclara más frente a la realidad de sus hechos y consecuencias. Apartándose o dejando en modo de espera (en stand-by) el análisis del pedestal democrático otorgado a la protesta pacífica, aun en medio de la pandemia, sus distintos actores y variables, cabe un interrogante ¿Por qué se ha querido introducir una cultura del borrón y cuenta nueva?

Palpita, en las arengas y discusiones, un galardón especial al adanismo, es decir, a las ganas de enceguecer todo posible avance del pasado. De manera reduccionista se abstraen las mejores circunstancias, aunque posiblemente no las ideales, de calidad de vida, por ejemplo, frente a las vividas por los antecesores o de las mismas con anterioridad a la pandemia.

El adanismo niega la posibilidad de construir sobre lo construido, como si la nación debiera partir de cero, esto sin querer abstraer, por supuesto, situaciones de empobrecimiento por la coyuntura y las muchas problemáticas susceptibles de superar.     

Gráficamente, bien lo expresa Quino, con su protagonista Mafalda, quien se reconoce como una niña de familia de clase media, con su fija aspiración, muchas veces pesimista, de un mundo mejor. En una de las tiras, como la que trinó Roberto Angulo, Mafalda se pregunta: ¿hacia dónde creen ustedes que se dirige la humanidad? Felipe y Monolito le responden con toda firmeza: “hacia adelante, por supuesto”… Y gritan: “¡Adelante es para allá!”. Reviran entonces: “¡Allá no es adelante! … ¡Pero es mi adelante! ¡Tú adelante no es mi adelante! ¡No!. Y concluye Mafalda: “empiezo a comprender por qué a la humanidad le cuesta tanto ir hacia adelante”.

Esta misma evidencia se traslapa a la llamada ‘guerra de estatuas’, como en el ánimo de reescribir la historia, con el visor de siglos después, entrando en la sinfonía del reinventar, reimaginar, que se entonaba con otro tipo de esperanzas a la posible entrada de la nueva normalidad post-covid.

Mientras se hacían proclamas a los derechos humanos, manifestantes aplaudían el vandalismo que derrumba la estatua de su precursor Antonio Nariño, en contraste con sus mismas palabras: “Diez y seis años de prisiones, que ahora se han renovado en diez y seis años de oprobio y miseria, no han sido bastantes para castigar el delito, el enorme delito de traducir e imprimir los derechos del hombre”.  

Es este un producto de ese adanismo que excluye a la sociedad de su tejido histórico y se alimenta del gran error de excluir el humanismo, la historia, la ética y la educación democrática como estándar de calidad en la educación y del cual se aprovechan las fuerzas de desestabilización del país.

La esperanza está en retomar la cultura del encuentro con la historia, la economía, el espíritu empresarial y del campesino y de los tantos valores que construyen una nación para edificar sobre lo bueno y entrar en reactivación y corrección de miles de falencias.     

* Presidente Corporación Pensamiento Siglo XXI

atisbosmariaelisa@gmail.com