Estalinismo nicaragüense | El Nuevo Siglo
Sábado, 12 de Junio de 2021

 

Régimen encarcela a sus opositores

Reforzar eje de presión internacional

 

La regresión en Nicaragua a una suerte de estalinismo comunista caribeño no sorprende a los mejor informados de la diplomacia internacional. Para algunos expertos Daniel Ortega presupondría que con el cambio de gobierno en los Estados Unidos habría menos condena y presión de Washington a su política sistemática de perseguir a los opositores internos y montar una farsa electoral de cara a las próximas presidenciales. Una tesis que, a todas luces, resulta una grave equivocación, puesto que el presidente norteamericano Joe Biden no solo es duro contradictor de las dictaduras, sino que el Departamento de Estado cada día cierra más filas contra los regímenes de Managua, Cuba y Venezuela.

Lo que ocurre en la nación centroamericana ya no tiene límite. De la represión violenta a los opositores en las calles, la prensa y muchos sectores, ahora pasó al encarcelamiento de los candidatos presidenciales que quieren enfrentársele para sacarlo del poder en noviembre.

Todo indica que el apellido Chamorro le produce alergia al déspota, dado que representa la libre expresión y desde el emblemático periódico de La Prensa de Managua defiende con valor civil y elocuencia los valores democráticos. Ortega en los años noventa se enfrentó en las urnas con Violeta Chamarro y sufrió una vergonzosa derrota electoral. Un revés que podría repetirse hoy frente a su hija, Cristiana Chamorro, aspirante presidencial y quien cuenta con el apoyo de amplios sectores del país.

No hay que olvidar que la dictadura de Ortega es una de las más antiguas del mundo, superando en tiempo la satrapía del mismo Somoza y en materia de corrupción compite con Maduro de Venezuela y el castrismo de Cuba. Lo hace mientras la mayoría de la población sufre pobreza, desempleo y el duro embate de la pandemia.

Está comprobado que el régimen sandinista recurre a todo lo que tenga a la mano, así sea ilegal, antidemocrático o violatorio de los derechos humanos, para aferrarse al poder. Por estos días se dice que la temida y poderosa esposa del Presidente, con una inclinación conocida a la brujería y santería, dijo que los espíritus le advirtieron que Chamorro los derrotaría en las urnas. El temeroso régimen procedió, entonces, a mover un sistema judicial cooptado y subordinado para que en cuestión de días dictara sendas órdenes de captura no solo contra esta aspirante presidencial sino contra otros tres candidatos: Arturo Cruz, Félix Maradiaga y Juan Sebastián Chamorro. Los cargos pasan de lo absurdo a lo delirante.

Con tan descarada y burda violación de los derechos humanos, los principios democráticos y la transparencia electoral, la comunidad internacional de inmediato reaccionó. Naciones Unidas, la OEA, Estados Unidos, la Unión Europea y múltiples instancias condenaron la acción del gobierno Ortega y le exigen la inmediata liberación de los opositores. Mientras Washington ya tomó algunas primeras sanciones, se espera que en los próximos días se adopten otras de mayor envergadura política y económica por los entes multilaterales. A nivel interno, el clima también está crispado. Se alistan masivas movilizaciones y hasta la Iglesia Católica condenó los apresamientos de los candidatos y pidió la libertad de estos y centenares de prisioneros políticos. 

Nicaragua es un país que vive, entonces, un nuevo pico de crisis política, sumado a la económica y social. Con menos de siete millones de habitantes, tiene una deuda externa muy abultada. Con el régimen venezolano quebrado y las inversiones chinas para hacer un canal interoceánico que resultaron un fiasco, los ingresos por el turismo también están a la baja por la pandemia.

La cruzada externa para lograr la libertad de Chamorro y los demás dirigentes encarcelados apenas comienza. Empresarios centroamericanos han pedido que cese la persecución judicial, lo mismo que gremios periodísticos continentales que, además, protestan con vehemencia por los atropellos sistemáticos al derecho a la libre de información y opinión.

Algunos analistas locales y externos sostienen que el accionar abiertamente autoritario del gobierno contra los candidatos opositores así como el peligroso y cobarde esfuerzo por reprimir violentamente a los manifestantes en la calle podría tener como consecuencia un efecto bumerang para el régimen sandinista. Se piensa que el desafío gubernamental es de tal dimensión que la ciudadanía podría volcarse a las urnas en noviembre y liberarse de la satrapía.

Es claro que si la presión internacional se mantiene y crece, con sanciones eficaces paralelas, Ortega, su esposa, los servicios de seguridad y la justicia subordinada tendrán que liberar a Chamorro y los demás candidatos detenidos de manera arbitraria, autoritaria y en un claro ejemplo de la forma en que el gobierno nicaragüense tornó en un modelo estalinista, tan anacrónico como peligroso.