Invierno, la otra tragedia | El Nuevo Siglo
Viernes, 11 de Junio de 2021

 

  • Volumen de lluvias mantiene alertas prendidas
  • Máxima prevención por pandemia y reapertura

 

En medio de la crisis sanitaria por la pandemia, que ha tenido su fase más crítica en los últimos dos meses, así como de la ola de paros, vandalismo y bloqueos viales que ya superó las seis semanas, hay una tragedia que dada la gravedad de esas dos emergencias ha quedado un poco en el segundo plano, aunque también ha tenido consecuencias muy drásticas. Se trata de la primera ola invernal del año que no ha disminuido en intensidad pese a que ya se acerca el final del primer semestre y las autoridades meteorológicas a nivel internacional dieron por terminados los efectos del fenómeno climático de La Niña, que fue uno de los elementos que incidió en los mayores niveles de lluvias desde marzo pasado en todo el territorio colombiano.

El Ideam y la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres insisten en que esta primera temporada invernal en el país aún no termina y, por el contrario, continúan las precipitaciones generadas por el tránsito de ondas tropicales que avanzan sobre el océano Atlántico de oriente a occidente. Es por ello que en lo corrido de este mes se han registrado intensos aguaceros, tormentas eléctricas y ventiscas. Por igual persiste el peligro de crecientes súbitas, inundaciones y deslizamientos. Antioquia, Cundinamarca, Nariño, Boyacá, Arauca y Cauca son las regiones en donde más está lloviendo por estos días.

Por lo mismo, y más ahora que comenzó la época vacacional de mitad de año, impulsada por la sucesión de puentes festivos, es imperativo que los alcaldes y gobernadores tengan en plena aplicación sus respectivos sistemas de prevención y atención de emergencias. Un requisito que se torna aún más urgente en momentos en que el Gobierno dio vía libre a que en aquellos municipios y ciudades en donde los porcentajes de ocupación de las Unidades de Cuidados Intensivos para pacientes de covid-19 estén por debajo del 85%, se puedan reanudar de forma gradual actividades turísticas, deportivas y de entretenimiento, lo que hace prever que muchos colombianos volverán en estos días de descanso a playas, ríos, bares, discotecas y destinos que han estado restringidos durante los últimos meses o funcionando con aforos muy bajos.

De hecho, algunas autoridades locales y seccionales han pedido a su población que se abstenga de volcarse a actividades lúdicas y turísticas, no solo porque el pico de la pandemia continúa en su fase más alta (ayer se presentó un nuevo récord de muertes diarias en quince meses de crisis sanitaria), sino porque es necesario evitar cualquier acción de riesgo que lleve a que las personas puedan requerir atención médica en momentos en que la capacidad hospitalaria está al borde del colapso por el aumento progresivo de pacientes de covid-19.

Así las cosas, es imperativo mantener prendidas todas las alertas ante la contingencia invernal. No se trata de una emergencia menor y prueba de ello es que desde el 1 de marzo y hasta el pasado 4 de junio se registraron más de 1.015 eventos en casi 481 municipios de 28 departamentos y la ciudad capital. El número de damnificados se acerca a los 40 mil y lamentablemente 55 personas han perdido la vida. Como si esto fuera poco más de 14 mil viviendas resultaron averiadas y 311 totalmente destruidas. La asistencia humanitaria y demás acciones para apoyar a la población perjudicada han tenido un alto costo presupuestal, al tiempo que las autoridades de socorro, que también ayudan en el plan de atención de la pandemia y las contingencias derivadas del paro, el vandalismo y los bloqueos, redoblan esfuerzos para colaborar lo más posible.

Como se ve, la tragedia invernal no es de menor escala, pero sus graves incidencias han sido eclipsadas por la cresta epidemiológica del covid-19 y el agitado clima social y de orden público en el último mes y medio. Sin embargo, es necesario llamar la atención para que autoridades y ciudadanía se mantengan alertas porque las lluvias no cesan y el riesgo de emergencias derivadas tampoco. Y a ello debe sumarse que la temporada de huracanes en el Caribe se prevé muy intensa y Colombia, que el año pasado sufrió en San Andrés y Providencia el duro embate de Iota, debe estar preparada.