Las sorpresas del Mambo filarmónico | El Nuevo Siglo
Cortesía Museo de Arte Moderno – Juan Yaruro
Domingo, 4 de Junio de 2023
Emilio Sanmiguel

Los conciertos del Mambo-Filarmónico recuerdan a Friedrich Gulda. Porque el genial austríaco, resolvió hacer de sus presentaciones un acto tan personal que no anunciaba los programas de sus recitales. Todo se iba resolviendo sobre la marcha y estaba presente su imaginación. En su memoria acumulaba su repertorio, clásico y de jazz, y en el piano se iban sucediendo, una tras otra, de manera, aparentemente indiscriminada. No era tan aleatorio, un ritmo, un giro en las armonías, una atmósfera, eran suficientes concatenar obra tras otra.

El público lo aceptaba, porque ver a Gulda era excepcional y, de antemano se sabía que la experiencia podría ser inolvidable.

Los conciertos del Mambo-Filarmónico lo recuerdan. No porque los intérpretes resuelvan todo sobre la marcha, sino porque el público parece haberse habituado a que el programa lo sorprenda. Parece ya habituado y sigue respondiendo a la convocatoria de la Orquesta y del Museo.

Para el que no esté en antecedentes, el Museo de Arte Moderno y la Filarmónica de Bogotá, el último domingo del mes, presentan música contemporánea. Hay dos expectativas: la primera, el programa, la segunda, no menos interesante, la sala del edificio donde ocurrirá. Esto no es anecdótico, pues no siempre la música de nuestro tiempo parece estar muy cómoda en los auditorios concebidos para oír a Haydn, Beethoven o Mahler. Más inspiradora esta experiencia, con los espectadores, unos en la silletería, otros sobre cojines, los de más allá cubriendo la superficie de las paredes, engarzados en las escaleras u observando dese los pisos superiores como si de modernos palcos se tratara.

El del pasado domingo, 28 de mayo, no fue la excepción.

No fue excepcional entrar al edificio luego de atravesar ese espanto que es la carrera séptima que es un remedo aterrador de Calcuta: los vendedores de mugre se arremolinan en las calles y encontrar por dónde transitar es una odisea en medio del ruido de los cientos de parlantes del reguetón. Traspasada la puerta del Mambo la atmósfera cambia inmediatamente, como en una pieza de Vivaldi.



El del domingo pasado ocurrió en la Sala Obregón. Se trató más de una experiencia camerística y la responsabilidad recayó sobre miembros de la Banda Filarmónica juvenil, uno de los brazos instrumentales del Sistema Filarmónico.

La experiencia abrió con la Sonata para contrabajo solo de Ianish, de 1930, en interpretación de Joan Criollo, en tres movimientos, un reto para el intérprete, por la necesidad de resolver musicalmente, como efectivamente ocurrió, las amplias frases de los temas, los pasajes de técnica no tradicional del segundo movimiento y los frecuentes episodios en la doble cuerda.

Segunda obra, Hojas de otoño del chileno Cirilo Vila (1937 – 2015), Égloga para flauta sola de 1984, el silencio como metáfora acota el compositor. El contenido -una suerte de suite de movimientos muy breves- es político, nada sorprendente en un artista chileno. Pide Vila al intérprete -el domingo era Daniel Peña- como metáfora de las hojas: ir lanzando al aire las páginas de los pasajes recorridos; desde la técnica, la aplicación de embocaduras del fiato nada convencionales, en los terrenos del ruido, bien resueltos por Peña.

La tercera pieza, Superficies rugosas del colombiano Andrés Poveda (Montelíbano, Córdoba), premio de composición contemporánea 2022, para 2 oboes; forma parte de un ciclo más ambicioso, interpretación de Fabián Zárate y Julián Cortés. Que Poveda escoja como medio instrumental el dúo de oboes no es gratuito si se piensa en sus atavismos cordobeses, ya expuestos por él en otros encuentros del Mambo-­Contemporáneo (la corraleja).

En la obra, presentada por el compositor, presente en la sala, explora temas eternos del quehacer musical: el dúo en sí mismo, el diálogo instrumental, la pregunta-respuesta, el eco, hasta el unísono, con un final percutido, donde Poveda ratifica su atavismo. Zárate y Cortés supieron traducir impecablemente las ideas.

Siguiente obra, Sonata para flauta sola del cubano Leo Brower (1939). Valentina Zambrano fue la intérprete de la obra en tres movimientos, Preludio, Tonada, Pequeña toccatta, en el primero despliegue técnico dejando la sensación contrapuntística, imposible de conseguir con una flauta; delicada en el segundo, virtuosa en el tercero.

Quinta selección: de Andy Akiho (Columbia, 1979), Stop speaking de 2011, en su medio familiar, la percusión, en este caso, tambor (caja) y reproductor digital. Brandon García, supo transmitir todo lo que de experiencial tiene la obra y su habilidad como percusionista en el dominio de las baquetas, las escobillas, la relación con la voz del reproductor y, bueno, lo fundamental: la experiencia sonora. De las obras del programa, la más audaz y la que corría con más naturalidad el recinto del museo.

 

Sexta: Monólogo 8, de 18 Monólogos, de 1973, para contrabajo solo, del sueco Sigurd Erland von Koch (1910 - 2009), basada en atavismos del folclor de su país. Tocó Byron Carvajal esta pieza que, inicialmente, sugiere independencia entre sus episodios, sketches sonoros en realidad, pero con unidad en su contexto, con final brillante, casi una fanfarria.

Siguiente, de Guilles Silvestrini, Hôtel des Roches noires a Trouville del francés Guilles Silvestrini (Gibet, 1961). Primero de los 6 Estudios para oboe de 1997. Juan David Gómez fue el encargado de recorrer esta especie de evocación de la pintura de Claude Monet en el doble interés, representativo y musical: velocidad en la digitación, resolución de pasajes en el registro grave y el sobreagudo y, lo quizá más importante, mantener las impresiones fragmentarias, como si traducirle al oyente la pintura se tratara; no en vano indica el original: Véhément et libre

Para cerrar la experiencia: Image op. 38 para flauta sola del francés Eugène Joseph Bozza (1905 – 1991) de 1939, interpretada por Mariana Méndez que resolvió con autoridad las dificultades de la que debe ser la más popular de las obras de Bouza.

Gran experiencia.

Sólo una observación: ¿La obra encargada de cerrar el programa, por su audacia, ha debido ser Stop speaking?