ADAC | El Nuevo Siglo
Miércoles, 2 de Junio de 2021

PLANETARIO

La Asistencia de la Defensa a la Autoridad Civil (ADAC) es un concepto fundamental de toda democracia.

Generalmente, el aparato de Defensa es lo suficientemente robusto como para destinarlo solo a la eventualidad de una guerra convencional, así que ha de estar preparado para enfrentar amenazas asimétricas, híbridas y simbióticas.

Pero no solo eso. También ha de estar capacitado para atender toda suerte de “amenazas sin amenazadores”, es decir, amenazas no intencionales, como los desastres o las epidemias.

En consecuencia, las Fuerzas Militares como un todo, unificadas, se ven abocadas en ciertos momentos históricos a asistir a las autoridades civiles para que el sistema sociopolítico no se vea horadado por disruptores de todo tipo.

Por tales razones, el ADAC se entiende como el soporte que las Fuerzas (y el sector Defensa en general) les proporcionan a las autoridades civiles para enfrentar emergencias de cualquier índole.

Dicho de otro modo, esta asistencia tiene unos propósitos esenciales que son muy concretos y no resisten confusión alguna.

Primero que todo, salvar vidas, eje del sistema de convivencia.

Luego, mejorar la calidad de vida, pues los factores que generan inestabilidad e ingobernabilidad terminan socavando la cohesión social y las redes de apoyo y solidaridad.

Asimismo, proteger la propiedad, tanto pública como privada, pues los disruptores siempre debilitan en mayor o menor grado el aparato productivo, rompiendo las líneas de suministros y generando escasez o carestía.

Y, por supuesto, apoyar la recuperación social del territorio, el tejido comunal, el recurso humano, superando la zozobra, el miedo y la parálisis que crean vacíos de poder; vacíos de poder que siempre abren el apetito de los enemigos de la democracia.

Entonces, si se trata de que las Fuerzas ofrezcan todo el apoyo disponible a las autoridades civiles, y de hacerlo sin reparar en el origen, la intensidad o la complejidad del disruptor, es apenas lógico que la responsabilidad política no pueda ser suplantada y recaiga, en todos los casos, sobre tales autoridades civiles.

En la práctica, eso supone que son los dirigentes civiles quienes deben entender a cabalidad las capacidades y limitaciones sobre las que el apoyo se despliega, de tal modo que, en armoniosa coordinación interagencial, basada en activa resiliencia, se restablezca la estabilidad afectada.

En ese orden, la misión de las Fuerzas termina cuando los líderes civiles perciben que ya se superó el factor de inestabilidad y se encuentran en capacidad de seguir desarrollando sus tareas libremente.

Gigantesco compromiso, pues, el de unas Fuerzas profesionales y altamente responsables que no se anquilosan de modo autorreferencial en los cuarteles sino que van al encuentro del ciudadano para protegerlo y repotenciarlo en su vida cotidiana.

En resumen, el ADAC se convierte en el mejor modo de entender la importancia de las FF.MM. tanto para superar las adversidades naturales como para impedir que los enemigos de la democracia se aprovechen de sus bondades para cristalizar sus tenebrosas intenciones de torpedearla o sustituirla.

 

vicentetorrijos.com