Laureano Gómez y los derechos humanos | El Nuevo Siglo
Martes, 30 de Mayo de 2023

* La ignorancia es atrevida

* Siempre detestó los sótanos de Palacio

 

 

Laureano Gómez no necesita a nadie que defienda su memoria, ni mucho menos que lo salve de la leyenda negra tan proclive a los oscuros intereses de quienes han hecho gala de la más estruendosa violencia en el país. Pero tampoco es aceptable, bajo ningún punto de vista, que se le pueda tildar gratuitamente de violador de los derechos humanos, como ayer lo hizo reiterativamente algún representante del Pacto Histórico en el acreditado programa de debate de Vicky Dávila.

Desde luego, según dice el refranero popular, la ignorancia es atrevida. Pero dejémoslo ahí. Al fin y al cabo, la ignorancia es solo eso: ignorancia. Lo cual no quiere decir, en absoluto, que se pueda pasar de largo ante imprecaciones cuyo propósito es torcer los hechos y derivar supuestos réditos políticos de maniobras tan lamentables, ni aún menos tratar de esconder las actuales realidades colombianas camuflándolas en consignas evasivas.

Al contrario, basta con decir de base que Laureano Gómez fue derrocado de la presidencia justamente por defender los derechos humanos. Inclusive, en una época en que eso no se estilaba, ni se consideraba el centro de la democracia, como en cambio sí lo pensaba el mandatario conservador. Sabido es que entonces, desde su retiro por un síncope cardíaco, el presidente titular Laureano Gómez le venía insistiendo al Designado que destituyera a Gustavo Rojas Pinilla de la jefatura militar, puesto que los organismos de inteligencia del G-2 habían torturado a un ciudadano colombiano (Felipe Echavarría), poniéndolo en bloques de hielo luego de ser trasladado a los sótanos del batallón guardia presidencial. Incluso, lo pusieron ante el pabellón de fusilamiento, para que confesara una subversión del orden público que supuestamente pensaba cometer, aparentemente urdiendo el asesinato del mismo Rojas y otros altos dirigentes conservadores. A la larga todo fue falso. Pero lo que sí fue cierto fue la tortura.

Laureano Gómez, ante el temor y la incapacidad del Designado para destituir a Rojas, reasumió la presidencia y procedió en consecuencia. Salió a almorzar, pero en el entretanto ya Rojas se había apropiado de la casa presidencial y con sus turiferarios consumó el golpe de Estado, salvándose tanto de la destitución como de cualquier investigación. Posteriormente Laureano Gómez sostuvo que no solo había pedido esa indagación inconcebible sobre las prácticas militares y policivas, sino así mismo sobre el extraño asesinato de un guerrillero chileno asilado en Colombia, crimen sobre el cual recaían sospechas similares, y otras situaciones de la misma índole. En suma, por defender los derechos humanos Laureano Gómez fue derrocado. Muchos políticos evadieron entonces sus responsabilidades, aduciendo un “golpe de opinión”.

Nadie discute, claro está, que Laureano Gómez fue un combatiente de primera línea. Su aparición pública más determinante, siendo joven, fue contra Marco Fidel Suárez, presidente conservador al que hizo unos debates demoledores por haber pedido unos créditos personales a bancos extranjeros que contrataban obras públicas con Colombia y por dar de hipoteca los viáticos. Eso llevó a pique la presidencia de Suárez, pero jamás de por medio hubo incitaciones militares o muchísimo menos afectaciones a los derechos humanos.

Posteriormente escribió un libro de calado (El cuadrilátero) en el que atacó duramente al fascismo de Mussolini, el nazismo de Hitler y el estalinismo del mismo Stalin y frente a ellos puso el ejemplo irrevocable de Gandhi, haciendo una biografía de los cuatro personajes, en momentos en que aquellos acontecimientos eran prácticamente noticia inédita, no solo en Colombia, sino en América Latina, lustros previos a la Segunda Guerra Mundial. Siempre pregonó por anticipado que la democracia saldría avante. 

Por su parte, reclamó para el partido conservador garantías electorales, germen de la violencia en el país, y cuando desde Olaya Herrera se desbocaron los actos violentos contra los campesinos conservadores de los Santanderes y Boyacá hizo un campamento en su propia casa para los desplazados. Luego consideró que López Pumarejo, su amigo, lo había traicionado en esos propósitos de depuración electoral que llevaron a tanta violencia. Proclamó la abstención como método para llamar la atención sobre las garantías, pero cuando dio la orden de retornar a las elecciones sus copartidarios fueron masacrados en Gachetá, en la primera manifestación. Posteriormente, pensó en respaldar a Jorge Eliécer Gaitán en la división liberal por la presidencia, pero finalmente por en medio lanzó a Mariano Ospina de candidato conservador en vista de la escisión irreconciliable del liberalismo y con base en la tesis de la unidad nacional. Solo semanas antes del 9 de abril aceptó la Cancillería, no obstante, al asesinato de Gaitán, fue removido del cargo por Ospina pues el liberalismo pidió su cabeza para volver a entrar al gabinete, sin que nada tuviera que ver y con su casa y las oficinas de su periódico hechas trizas. Volvió del exilio bastante después y ejerció la presidencia por un año, cuando propició los acercamientos a las guerrillas liberales, dando autorización a López Pumarejo. Pero sobrevino el síncope y por lo ya dicho fue derrocado. Más tarde fue el artífice del pacto de paz conocido como Frente Nacional, período durante el cual murió.

Detestó Laureano Gómez las trapisondas en los sótanos de Palacio, en cualquier época: a no dudarlo un gran defensor de los derechos humanos. Esa su victoria indeleble.