Sistema electoral en la lupa | El Nuevo Siglo
Viernes, 27 de Mayo de 2022

* Clima nacional de desconfianza

* Diez semanas entre ajustes y controversias

 

Tras las graves e inéditas anomalías en el preconteo y el escrutinio de los votos en los comicios parlamentarios del pasado 13 de marzo, la Registraduría Nacional se comprometió a que todos los yerros que llevaron a que inicialmente no se contabilizara medio millón de sufragios, desfase que luego se incrementó a un millón, serían rápida y eficazmente corregidos, de forma tal que los 39 millones de colombianos citados para la primera vuelta de la contienda presidencial asistieran a las urnas este 29 de mayo con la absoluta certeza y confianza en la transparencia y eficiencia del sistema electoral. Sin embargo, llegó la fecha y lo que prima en la mayoría de la opinión pública, campañas, partidos y muchos otros sectores del país es la desconfianza e incertidumbre. Esa es la innegable realidad.

Hay que ser claros: la organización electoral, en cabeza de la Registraduría y el Consejo Nacional del ramo, adoptó en las últimas semanas una serie de medidas para tratar de recuperar esa confianza pública, que no solo es vital de cara a hacer respetar la voluntad popular, sino que es columna vertebral del andamiaje democrático y la vigencia del Estado Social de Derecho.

En ese orden de ideas, se cambiaron los jurados de más de cinco mil mesas de votación en donde se registraron las anomalías anotadas. También se hicieron ajustes al diligenciamiento de los formularios E-14, incluyendo un mecanismo de doble reporte, para asegurar la fiabilidad de los resultados. A ello se suma que las campañas podrán tener acceso en tiempo real a la información que se vaya transmitiendo sobre el preconteo mesa por mesa. Igualmente se abrió una masiva inscripción de testigos electorales por parte de cada campaña. También se amplió a casi 30 el número y rango de las misiones de veeduría y observación electoral, tanto nacionales como externas. La auditoría sobre el software de transmisión de datos también se mejoró, en tanto que se realizaron varios simulacros que dieron resultado positivo en todas las fases del proceso. Por último, la Registraduría dice que dio respuesta a los requerimientos de los candidatos y partidos, expuso todos los pormenores del plan de choque en la Mesa Nacional de Garantías Electorales y cumplió al pie de la letra las directrices y recomendaciones de la Procuraduría y el Tribunal Administrativo de Cundinamarca…

Sin embargo, en la otra cara de la moneda hay hechos muy preocupantes: en medio de un accidentado proceso se frustró la tan prometida contratación de una firma de auditoría internacional al software electoral. Igualmente hubo polémicas por el mecanismo de postulación, escogencia y capacitación de los jurados de votación y testigos electorales. Adicionalmente, algunas campañas insisten en que hay zonas grises en el sistema de transmisión de datos que impiden un seguimiento detallado del preconteo y escrutinio. Varios candidatos presidenciales no accedieron a financiación estatal, en tanto que algunas campañas se quejaron por una presunta pasividad de la Procuraduría y el Consejo Nacional Electoral a la hora de sancionar a quienes incumplieron normas sobre publicidad política, no participación de funcionarios públicos en actividades proselitistas y reporte de gastos obligatorio, entre otras irregularidades.

A todo ello debe sumarse lo grave que resulta que dos meses y medio después de las urnas todavía no se conoce la composición definitiva del Senado. Y, como si fuera poco, semana tras semana creció el debate en torno a si era necesario acudir a la figura de un Registrador ad hoc para acabar con el clima de desconfianza y sospecha sobre la fiabilidad del sistema electoral, en medio de un escándalo institucional y político que ha tenido un muy lesivo eco internacional.

¿Entonces? Se acabó el tiempo para hacer más ajustes y correctivos. La Registraduría sostiene que no hay riesgo de fraude, todo el mecanismo de conteo y transmisión de datos está blindado y que estas serán las elecciones más vigiladas de la historia reciente. Sin embargo, en las campañas, partidos y opinión pública la sensación de desconfianza e incertidumbre es muy alta, circunstancia por demás preocupante por el evidente riesgo de desborde de los apasionamientos proselitistas en una contienda muy polarizada e incierta.

Así las cosas, el llamado es a que el sistema electoral funcione debidamente mañana y no quede la menor duda o sospecha al respecto. No solo para que prime la voluntad popular, sino para ratificar la supremacía de la institucionalidad democrática colombiana en medio de un escenario tan complejo.