Coherencia | El Nuevo Siglo
Miércoles, 25 de Mayo de 2022

En esta columna, días antes de la consulta para elegir candidatos presidenciales anuncié mi voto por Alejandro Gaviria. Durante un mes me dediqué a escucharlo, especialmente en su podcast, en donde mostraba sus calidades de estadista y de gran estudioso de los problemas de Colombia. Compartíamos algunas cosas y otras no tanto. El cree en la libertad limitada y al igual que todos los políticos y la mayoría de los intelectuales colombianos cree en el poder del Estado para solucionar problemas. Por otro lado, yo soy más liberal, creo que el Estado debe ser pequeño pero eficiente, y estoy convencido que tiene muchas más fallas y son peores que las que podría tener el mercado. En esto en ese momento nos distanciábamos, pero eso también me distancia del resto de candidatos presidenciales en esta elección.

A pesar de esto decidí darle el voto y tragarme el sapo de votar por la “Coalición de la Esperanza”. Un grupo de personajes que posan de adalides de la moral para camuflarse y hacer alianzas con cualquiera, como el zar de la mermelada en el gobierno Santos, Juan Fernando Cristo. Una coalición que se disfraza de centro, pero en realidad es de izquierda. Creí que era el diferente dentro de ese grupo y que de ganar la consulta podría en realidad representar un verdadero centro dentro del espectro político colombiano.

La coherencia es uno de los valores más importantes de los seres humanos, ser coherentes es ante todo un acto de honestidad y ética, y junto al resto de los valores es como un diamante en medio de la política. La coherencia la predican casi todos, pero ninguno la aplica, al final siempre la lucha por el poder termina haciéndolos ceder en los principios. Creí que Alejandro Gaviria era un político de esos coherentes que difícilmente se encuentran en el mundo. Me engañó o fui un completo iluso.

La semana pasada en una entrevista desafortunada dio a entender a la opinión pública que una “explosión” controlada de un eventual gobierno de Gustavo Petro podría ser algo positivo. Un verdadero defensor de las libertades jamás vería en las ideas de una anti-libertad como Petro una opción viable y peor aún positiva para una sociedad. El candidato del Pacto Histórico ha dado muestras durante toda la campaña que será un excelso enemigo de la libertad. Ha perseguido periodistas los ha acusado de nazis y otras cosas que pasan por su imaginación, atacando la libertad de prensa. A sus críticos los tilda de paramilitares y sus seguidores anuncian acabarlos cuando lleguen al poder, atacando la libertad de expresión. Y su plan de gobierno está lleno de propuestas que aniquilan la iniciativa privada, atacando la libertad económica. A Gaviria al parecer, esto no le parece tan grave.

La libertad es muy fácil de perder y casi imposible de recuperar. Por esto, este domingo votaré por el candidato más opcionado para derrotar a quien pretende acabarla y de paso fabricar miseria y condenar al hambre. Mi voto será por Federico Gutiérrez, quien, aunque no es el liberal que yo me soñaría como presidente al menos ha sido coherente a lo largo de su carrera pública.