Davos: la guerra en la agenda | El Nuevo Siglo
Lunes, 23 de Mayo de 2022

* Crisis coyunturales y estructurales

* La dificultad de una hoja de ruta

 

Para no pocos expertos el Foro Económico Mundial, que anualmente se realiza en Davos (Suiza), es un termómetro de la coyuntura planetaria. Prueba de ello es que en enero, cuando se aplazó para mayo por el repunte de covid-19 en varios países, el tema central era el difícil reto de la recuperación económica y social pospandemia.

Sin embargo, la agenda varió a finales de febrero, tras la invasión de Rusia a Ucrania que hoy, precisamente, cumple tres meses con un alto saldo en materia de víctimas, heridos, desplazados y destrucción de la nación agredida. Las graves consecuencias geopolíticas, militares, humanitarias y económicas de la ofensiva bélica de Moscú son hoy por hoy la mayor urgencia a nivel global y, por lo tanto, el asunto crucial en Davos. De hecho, el Foro rompió relaciones con el gobierno Putin tras el injustificado ataque y en la jornada de ayer el principal orador fue el presidente ucraniano Volodomir Zelenski quien, desde la acorralada Kiev, urgió redoblar la presión trasnacional para frenar al Kremlin.

Aunque el lema de esta cita es "La historia en un punto de inflexión: Políticas gubernamentales y estrategias empresariales", lo cierto es que entre los más de 2.500 dirigentes políticos, económicos, jefes de gobierno, empresarios y personalidades de múltiples disciplinas, la guerra en Ucrania concentra el foco de atención, por encima de otros asuntos de primer orden como la recuperación pospandemia, el combate al cambio climático, la reingeniería de las políticas públicas, los nuevos desafíos sanitarios y los retos de los avances tecnológicos…

¿Por qué un tema coyuntural como el conflicto bélico en el este de Europa se impone sobre crisis estructurales como el calentamiento global o más urgentes como la reactivación mundial tras el duro impacto del covid-19? La respuesta es muy sencilla: esa guerra no solo amenaza con cambiar el orden mundial geopolítico, sino que ha agravado problemáticas de vieja o nueva data. Por ejemplo, si bien desde el año pasado se registraba una cresta inflacionaria en todo el mundo, sobre todo por el aumento de la demanda y el cuello de botella en el comercio global, la invasión disparó aún más el precio de los alimentos, agroinsumos,y otros productos básicos, hidrocarburos y energía, ya que ambas naciones son jugadoras de primer orden en la oferta de los mismos.

Igual puede decirse de la estrategia de recuperación pospandemia: desde finales de 2021 se venía alertando sobre los peligros de un desigual ritmo de reactivación económica, social y fiscal entre las naciones más potentes y las más pobres, generando un aumento de las brechas en materia de Producto Interno Bruto, pobreza, inequidad e Índice de Desarrollo Humano. La disparada inflacionaria provocada por los efectos de la guerra, sobre todo la de alimentos (que ronda entre 25 y 40% en promedio), está profundizó este escenario. Incluso, muchos gobiernos, con déficit presupuestales muy marcados, han tenido que redirigir recursos que iban para sectores vulnerables golpeados por el covid-19 a la financiación de estrategias de choque contra la carestía de productos básicos y el aumento de precios de combustibles y energía (las más altas en este siglo), una medida necesaria para prevenir o disminuir estallidos sociales…  

La situación es muy complicada: el FMI, el Banco Mundial y otros entes multilaterales advierten que el coletazo económico de la guerra podría durar hasta 2024, incluso si hoy se logrará un cese el fuego. Naciones Unidas urge delinear un plan global de respuesta a esta crisis so pena de que todo el proceso de reactivación pospandemia se desacelere o frene dramáticamente. Buena parte de las deficitarias economías emergentes y de países pobres urgen aliviar o flexibilizar el pago de la deuda externa (la más alta en cinco décadas por cuenta de la crisis sanitaria), en tanto los analistas alertan que si no se acompasa mejor el ritmo de restablecimiento del aparato productivo con el de recuperación de los índices sociales, el escenario podría tornarse muy inestable.

Visto todo ello, si bien el reto del Foro de Davos es delinear cómo el mundo debe amortiguar el impacto coyuntural y estructural de la guerra en Ucrania, cualquier plan de choque o de reingeniería socioeconómica dependerá del curso de ese conflicto y el panorama sobre una solución militar o negociada a la misma. Solo así comenzarían a normalizarse gradualmente los patrones mundiales de comercio, producción y consumo. Y solo este proceso permitiría al planeta fijar una hoja de ruta más fiable y permanente.