“Cumbiana”, viaje por la diversidad musical de Carlos Vives | El Nuevo Siglo
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Domingo, 24 de Mayo de 2020

El cantautor samario lanzó recientemente su catorceavo álbum en el que recoge géneros tradicionales como vallenato, cumbia, porro y ritmos modernos 

UN VIAJE por la diversidad de los sonidos colombianos es la esencia de “Cumbiana”, el más reciente álbum del cantautor Carlos Vives quien devela en su disco número 14, el origen anfibio de los patrones musicales más populares del país como vallenatos, cumbias y porros a través de 10 canciones.

El catorceavo disco del samario, lanzado este mes, es el regreso a uno de los territorios más biodiversos del planeta: el de la cumbia, los grandes ríos y las ciénagas de Colombia. En este reciente trabajo se podrán escuchar desde gaitas, millos, tambores, semillas y nuevos sonidos, que “nos harán viajar de regreso al país de los pocabuyes, el territorio chimila que se entrega al Caribe en el gran delta del Río Grande del Magdalena”, afirmó Sony Music.

El disco trae consigo una experiencia de inmersión virtual, ya que el video permite conocer a detalle los sonidos y paisajes que recoge “Cumbiana” a través de su diseño sensorial con realidad aumentada.

En este álbum se combinan los sonidos modernos con los tradicionales y cuenta con la colaboración de artistas de talla nacional e internacional. La producción contó con el equipo de A&R de Sony Music Latin bajo la dirección de Rafa Arcaute y el concepto de Carlos Vives para Gaira Música Local y Sony Music.

 “Hechicera” junto a Jessie Reyez, “No te vayas”, el primer lanzamiento del álbum, “For Sale” junto a Alejandro Sanz, “El Hilo” junto a Ziggy Marley y Elkin Robinson, “Canción para Rubén” junto a Rubén Blades, “Vitamina en rama”, “Los consejos del difunto”, “Rapsodia en La mayor (para Elena)”, “Cumbiana” y “Zhigonezhi” son las canciones que conforman este disco. Conozca cómo el samario concibió algunos de estos temas y qué significa cada uno.

“Hechicera”

““Hechicera” es una canción inspirada en una mujer poderosa. Esta, en particular, es una mujer chimila, anfibia, muy misteriosa, con una mirada profunda, completamente mágica, sabia. Siempre me recordó a Bachué, esa diosa colombiana salida de las aguas. El espíritu de esa mujer se vuelve real con Jessie Reyez; ella es una hechicera y lo van a sentir en el timbre de su voz, que es igual a su mirada”.

“No te vayas”

“Es una historia de amor, de conquista, que son las historias que más me gustan en las canciones. Es un sambapalo cartagenero con melodías vallenatas. Es una historia de amor que termina frente a una chimenea en alguna casa de Bogotá”.

“Canción para Rubén”

“Es una carta de amor a Panamá, una canción que escribí para Rubén Blades y por ahí mismo para la familia de la salsa que une a tantos países, pero sobre todo para celebrar esa conexión colombo-panameña que es muy profunda y musicalmente muy rica con sus cantos de ida y vuelta. Algo del típico, de los tamboritos, y así comenzó. A Rubén le gustó y después la marcó de una manera muy particular. Y aunque por supuesto la escribí pensando en él, todo lo que le inspiró hacer con ella le dejó ese sello indeleble de Rubén”.

“Los consejos del difunto”

 ““Los consejos del difunto” es una canción construida sobre un patrón de tambora de nuestra cultura anfibia. Ella es esa canoa donde comparto con la gente mensajes, mis lecciones de vida, mis aprendizajes y hablamos de los misterios de la vida. Es ese ritmo que rompe el agua con muchos remos, es una canción del país de los pocabuyes”.

“Cumbiana”

“Cumbiana es un sueño. Es el pensamiento que me acompaña cuando voy y vuelvo por ese territorio anfibio; es una declaración de amor a la madre sierra y a la madre agua; es una cumbia íntima y es la esperanza de que a fuerza de pensarlo y de decirlo se convierta en una realidad”.

“Zhigonezhi”

“Es un seis octavos precolombino. ¿Precolombino? Sí, un poco de arqueología con un antropólogo de la música como es Ernesto Ocampo, nos trajo al estudio la siguiente teoría: imaginemos que no ha llegado Europa a la música de América, sin armonías y sin tonos menores. Así sonaría entonces un ensamble prehispánico en la era de los nuevos sonidos. Todo a partir de una simple flauta arhuaca (uno de los mejores guitarristas de Colombia me dijo que le había tomado cuatro años para que su flauta empezará a sonar). La llamamos Zhigonezhi por el significado de la palabra o concepto Kogui: ayúdame que yo te ayudaré. Si mañana hiciéramos para el cine animado el mundo perdido de los Tayronas, esto definitivamente podría ser parte de su banda sonora”.