Territorios de paz | El Nuevo Siglo
Viernes, 24 de Mayo de 2019

“Paz territorial es sinónimo de oportunidades para nuestra gente”

 Camilo Romero Galeano

 

 

Todos los habitantes del mundo tienen derecho a exigir y luchar por erradicar la presencia armada de cualquier tipo, color o intereses, de sus territorios.

Vivir en paz es el mayor y respetable derecho de los seres humanos. Por eso apoyamos la gran campaña que se adelanta en el departamento de Nariño, que ha sufrido enormemente por la violencia, con más de 400.000 víctimas por erradicar toda violencia de su departamento y lograr así la paz territorial con equidad social donde la convivencia, el respeto a la vida y la participación ciudadana sean emblemas de su construcción de paz.

Y esta tarea están muchos rincones del mundo, luchando por tener territorios libres de armas, de guerra y de violencia.

Como ejemplo traigo la decisión de los residentes de la prefectura japonesa de Okinawa, quienes celebraron un referéndum en un intento de los residentes de llamar la atención sobre el problema de la militarización de la isla, especialmente por militares estadounidenses.

Explicaron que la presencia de los militares estadounidenses ponía en peligro la seguridad de la población local. Vuelos permanentes originados en la base aérea Futemma de helicópteros que caen periódicamente en áreas residenciales densamente pobladas y a veces realizan aterrizajes de emergencia fuera de la base. Así, en 2004 un helicóptero de transporte pesado de la fuerza aérea de los Estados Unidos perdió el control y chocó contra el edificio de la universidad local.

Okinawa ocupa menos del 1% del territorio del país, pero en la isla se concentra el 75% de todas las instalaciones militares de los Estados Unidos en Japón. La conclusión es que los lugareños no quieren mover la base estadounidense a otra parte de la isla, sino su cierre total.

Según los datos de la prefectura de Okinawa, entre 1972 y 2010 se produjeron 23 incidentes mensuales con la participación de los militares estadounidenses, de los cuales 13 son criminales. Sin embargo, estos casos no llegan a la policía japonesa. El examen de estas cuestiones por el sistema judicial militar estadounidense lleva a que de los 45.000 incidentes en el territorio de Japón, con la participación de soldados de los Estados Unidos, ninguno terminó con una pena de prisión real.

En nuestro país tuvimos el caso de Melgar, Tolima, en donde decenas de niñas fueron violadas, filmadas y puestas en la picota pública en videos, y ninguno de los militares pudieron ser judicializados en el país.

Nos oponemos a que a cualquier fuerza extranjera se le permita anidar en territorio colombiano violando los derechos de los habitantes de vivir en paz y lejos de zonas militarizadas que sólo traen zozobra y peligro para las comunidades.

Nuestro país, Colombia, no debe albergar una guerra, y menos bases militares para intervenir en cualquier otro país, porque corre el riesgo de caer en un conflicto armado que no nos corresponde enfrentar. Nosotros solos, con nuestras Fuerzas Armadas y de Policía, debemos enfrentar y solucionar nuestros propios conflictos.

lorenarubianof@gmail.com