La ética, en el filo de la navaja | El Nuevo Siglo
Sábado, 25 de Mayo de 2019

Maravillosa oportunidad nos brindó la Feria del Libro. Allí pudimos cautivar nuestro pensamiento entre muchos escritores que plasmaron sus ideas en extraordinarias obras literarias que movieron nuestro espíritu hacia los caminos de la sabiduría.

Entre las publicaciones encontré una gran mujer, que aunque se define como tímida, su voz retumba en los corazones anhelantes por descubrir la verdadera práctica de la ética.

Tuve el honor de trabajar con Yolanda Ruiz, en Todelar. Su inteligencia inquisidora logró quebrantar a los periodistas que tenían por costumbre conseguir dádivas de sus entrevistados, dándoles vitrina luciendo su ego populista.

En su libro “En el filo de la navaja”, página 212, Yolanda narra una de sus odiseas en una cadena radial: “Mi salida se produjo por una entrevista que se le hizo al ministro de Justicia de la época sobre el glifosato que comenzaba a llegar al país y ya era motivo de debate. Mis preguntas incomodaron al funcionario, quien terminó colgando el teléfono al aire y pidió mi cabeza. Después de un tire y afloje que tuvimos con el gerente de la emisora, que quiso poner límites a mi ejercicio profesional, terminé en la calle. Me echaron de mala manera porque ni me dejaron entrar a recoger mis cosas”

El libro de Yolanda Ruiz, que fue presentado por la inteligente y bella Mabel Lara. es un abrebocas para quienes buscamos un periodismo con ética, donde se proteja la independencia de los periodistas para decidir, respondiendo al derecho de los ciudadanos a estar bien informados.

Yolanda Ruiz advierte que a los periodistas si bien les queda imposible despojarse de las ideas políticas, ideológicas, religiosas o filosóficas, porque se ejerce el oficio desde la condición de ciudadanos, el particular trabajo que se tiene como constructores de agenda pública y trasmisores de comportamientos culturales, los obliga a hacer un esfuerzo adicional para mirar los hechos de manera crítica, con distancia y tratando de evitar caer en el fanatismo o el periodismo militante, que, a su juicio, deja de ser periodismo para convertirse en propaganda.

Confirmar, reconfirmar y verificar son mantras que no se les puede olvidar a los periodistas, para nunca equivocarse en una noticia. Critica el síndrome de la chiva.

Yolanda recuerda una edición en un noticiero de televisión, observó como el editor manipulaba una toma: al final de los disparos uno de los soldados se voltea y pregunta a la cámara, en evidente conversación con el camarógrafo: “Listo, hermano, ¿Le quedó buena?” y sonríe con expresividad mientras sus compañeros de “escena” se levantan tranquilos.

Sabe que tiene un reto que es el de abordar las fuentes de la ilegalidad. Ha podido entrevistar a delincuentes de cuello blanco y a delincuentes ocultos, de esos que no terminan en la cárcel, sino en altos cargos.

Por su actuar ético y claridad en su labor, Yolanda ha sido galardonada con el Premio Simón Bolívar en tres oportunidades, entre ellos a mejor periodista del año 2015.