El florero de Llorente | El Nuevo Siglo
Miércoles, 29 de Mayo de 2019

La historia vuelve a repetirse,-mi muñequita dulce y rubia- el mismo odio... la misma rabia...el mismo, el mismo loco afán. ¿Te acuerdas? hace varios años…nos atacaron en el llano… y nos causamos tantos daños. La historia vuelve a repetirse… sin nada resolver en muchos años

Para distraer al pueblo y dominar a la clase oprimida, los criollos, resentidos por la petulancia de los chapetones se inventaron una maniobra: provocaron una rencilla al español José Gonzáles Llorente, con la disculpa de que, por la llegada de Antonio Villavicencio, pedían prestado un florero y un ramillete, a sabiendas de que lo negaría, motivo apto para torearlo y desatar una trifulca que exaltara el ánimo de los marchantes que ese día, viernes, asistían a la plaza de mercado.

Desorden aprovechado para conducir a Llorente al calabozo, al tiempo que a gritos se pedía un Cabildo Abierto, algo parecido a una Asamblea Constituyente. De ahí en adelante se impuso la oligarquía y muchos sucesos se dieron, entre otros el conflicto de la Patria Boba, una guerra civil que al Imperio de la época sirvió para reconquistar su colonia, campaña regida por el general Pablo Morillo.

Este capítulo históricamente se ha repetido, resaltándose episodios como la extradición (1816) de Antonio Nariño o el atentado contra Simón Bolívar a causa de la fracasada convención de Ocaña, delito provocado, íntimamente, por el resentimiento que el leguleyo Francisco de Paula Santander (a) Uribe,  tenía por su frustración celosa con Nicolasa Ibáñez, ocañera casquivana, madre de José Eusebio Caro, abuela de Miguel Antonio Caro, causante de la guerra de los mil días,  parienta de muchos políticos de ahora, comprometidos con la maldición que padece este país.

Y así, últimamente, renacida la guerra por el fracaso de la paz que sembró, decentemente, Alberto Lleras y que el León, abuelo de la Paloma, en 1964 echó al suelo en “Marquetalia” para evitar que los campesinos reclamaran las tierras de las que habían sido despojados. Despojo que, históricamente, se cuenta desde el 24 de septiembre de 1810 por decreto proferido por la junta oligárquica encargada de administrar en el nuevo régimen, clase resentida por los chapetones y no liberada, si quiera, en la Constitución de Cádiz en 1812.

Por el episodio protagonizado por  Hernández Solarte, ahora se está arrojando al abismo la paz, esculcándose como disculpa un “kafye” árabe y todo por la animadversión que al ex presidente Santos dirigentes políticos le apalean, sujetos que mucha similitud síquica tienen con el tal “Santrich”, sindicado éste que se debe juzgar en Colombia y no porque se repudie la extradición, sino porque su  conducta debe ser sancionada por el pueblo víctima, representado por los jueces que, en nombre de la Republica, supuestamente, administran justicias.

Nación víctima del proceder del disfrazado de árabe y que, según se dice, traicionó el acuerdo de paz por intereses económicos, los mismos que motivan la protesta de los terratenientes.