Como van, llegarán a desaparecer | El Nuevo Siglo
Miércoles, 15 de Mayo de 2019

Viajar hoy en Avianca, nuestra antigua aerolínea bandera, ya no es un placer sino un verdadero desastre. Tristemente desde que uno entra en la búsqueda para la compra de un pasaje, ya se deben esperar los retrasos o reacomodaciones en otros vuelos por cancelaciones en reservas o cualquier excusa, pues por parte de la aerolínea todas tienden a ser válidas. Lo lamentable es que no existe un respeto por el pasajero, no existe consideración alguna por los compromisos que adquieren cuando venden un pasaje o por los motivos que fundamentan la decisión de sus clientes al adquirir un vuelo concreto y no otro. Lo más desafortunado es que ya nos tienen acostumbrados al incumplimiento.

En definitiva, ahora es malo el servicio que antes no lo era. Avianca puede llegar a cancelar las rutas que uno ha escogido, por ser directos o porque salen a determinada hora, y reprogramar a sus pasajeros en vuelos con conexiones inoportunas, larguísimas y desesperantes. 

Para no citar todos los incumplimientos que he vivido solo me referiré a los últimos días. El primero, junto con los demás pasajeros nos canceló el vuelo de Washington a Bogotá, lo cual solucionaron desviando a todos los pasajeros a El Salvador y de allí a Bogotá, unos vía Perú y otros vía Ecuador. Es decir un viaje de cinco horas tardó en algunos casos catorce, en las que algunos debieron dormir en aeropuertos y en todos los casos sin ninguna clase de indemnización

El segundo, fue un vuelo que era directo de Bogotá a Chicago. Si bien el tiquete no era el más económico, por fidelidad con Avianca lo adquirí. Resulta que cancelaron el vuelo directo y nos enviaron vía Ciudad de Guatemala con cinco horas de escala. La travesía resultó de más de 15 horas. Me tocó reprogramar los compromisos y aguantar los perjuicios aunque debería ser por cuenta de Avianca como son por cuenta de uno las penalidades que nos imponen cuando uno resuelve aplazar o reprogramar un vuelo. Casi siempre termina uno comprando un nuevo tiquete, pues resulta más barato que pagar las penalidades y ajustes de tarifas que imponen.

Ya hace algún tiempo había decidido no quejarme más, entre otras cosas, porque planteé a la oficina de atención al clientes varias anomalías que vividas durante y lo único que recibí fue unas cartas simplemente pidiendo excusas o pasándoles la responsabilidad a decisiones o inconvenientes al aeropuerto, la Aeronáutica civil o al mal tiempo cuando hacia un sol visible. En otras palabras eludiendo responsabilidades. Sin embargo he resuelto volver a plantear el mal servicio e incumpliendo pues finalmente es importante que quienes tenemos el privilegio de escribir en los medios de comunicación debemos expresar lo que otros no han podido hacer.

La gran reflexión que les debemos hacer a las directivas de Avianca es que o mejoran su servicio y responden por sus obligaciones o van a desaparecer y para mí, como colombiano, a pesar que ahora el mayor accionista no sea de mi nacionalidad, Avianca ha sido una de nuestras empresas bandera y sería una gran pena.