Crítico arranque de Boric | El Nuevo Siglo
Viernes, 20 de Mayo de 2022

* La difícil coyuntura chilena

* Improvisación e impopularidad

 

Tras ganar en diciembre pasado las elecciones presidenciales en Chile el nuevo mandatario Gabriel Boric, proveniente de la izquierda y bajo la bandera de un cambio extremo inspirado en el fracasado ‘Socialismo del siglo XXI’, inició en marzo pasado su administración nombrando a un economista moderado y exdirector del Banco Central en la cartera de Hacienda, una jugada tranquilizadora para los sectores de centro y derecha de su país así como para la  banca internacional, empresa privada e inversionistas. Sin embargo, esa designación desató el descontento y críticas entre sus huestes radicales, así fuese lo más conveniente para la nación.

Semana tras semana, Boric ha venido sumando dificultades y creciendo en impopularidad. Incluso, los jóvenes han vuelto a protestar en las calles y hasta en el transcurso de una salida del mandatario le lanzaron adoquines por donde transitaba. Sus iniciativas para modificar el sistema pensional han sido duramente criticadas por la oposición y los intentos para viabilizar una nueva entrega de parte de estos recursos a los ahorradores fueron votados negativamente en el Legislativo. Sectores políticos y hasta sindicales consideran que su acumulado para acceder a la jubilación peligra por cuenta de estas ideas gubernamentales.

No paran ahí los problemas para el joven e inexperto mandatario. Entre los focos extremistas que lo ayudaron a llegar al poder también causó malestar la decisión del Jefe de Estado en torno a hacer uso de la fuerza militar para contener los disturbios generados por las comunidades indígenas mapuches en sus “territorios”.

El Gobierno militarizó con el fin de contener la ola de violencia, incluyendo el incendio de vehículos y los ataques a la infraestructura vial. Tras haber acudido a un decreto de excepción para enviar tropas a las zonas de estos pueblos ancestrales, sus contradictores recordaron que Boric, en su momento, había criticado a sus antecesores por pensar en esa posibilidad. Ahora es claro que a su gobierno no le quedaba otra opción ante el riesgo de que las asonadas se extendieran como una mancha de aceite hirviendo por el país.

En el flanco económico el panorama también se complica. Tras años de estabilidad monetaria y un manejo fiscal hábil y ponderado, la inflación tiene contra la pared a la población, lo que agrava el descontento popular. Para contrarrestar esta tempranera crisis el Gobierno decretó aumentos de salarios, lo que es criticado por los economistas más ortodoxos bajo la tesis de que, contrario a lo perseguido, incrementará el costo de vida.

A ello se suma el debate por algunas medidas oficiales que son tachadas de populistas, efectistas y difíciles de financiar. Por ejemplo, hay un programa de ayuda que contribuiría a subsidiar la canasta básica familiar en 80 productos alimenticios, lo que tendría un costo fiscal de 850 millones de dólares anuales. Se trata de una transferencia directa para 1,5 millones de los hogares más pobres, los más golpeados por una carestía que llega al 14%  en los últimos doce meses. Los analistas recuerdan que medidas como esa las tomó el presidente Piñera en su momento, lo que recalentó un tanto la economía y, a la larga, no frenaron el encarecimiento de víveres. Otras iniciativas gubernamentales de tipo social y asistencial deben pasar por el Congreso, en donde tienen muchas reservas sobre su viabilidad. 

Sin embargo, el problema más grave para Boric es la creciente oposición al resultado parcial del proceso constituyente en marcha. Frente al borrador reformista el descontento político, económico, social e institucional ha sido muy marcado. Muchos constitucionalistas y dirigentes cuestionan iniciativas como el senado regional, dado que las dos principales ciudades que más se verían afectadas son las que contribuyen mayoritariamente en recaudo oficial.

También hay fuerte debate en torno a si el borrador de la reforma constitucional afecta la unidad nacional y fomenta el regionalismo extremo, un asunto más preocupante en medio de las protestas de los mapuches y su ánimo separatista.

Como se ve, la crisis en Chile se agrava, el descontento social aumenta y el respaldo legislativo a la administración Boric cae rápidamente. Aunque el país ha repuntado en exportaciones en medio del agitado escenario mundial, los expertos estiman que, en corto tiempo, sería necesaria una nueva alza de precios de los minerales que el país austral vende al exterior, lo que disminuiría la demanda y golpearía las finanzas locales.

Es evidente, entonces, que el mandato Boric hace agua con apenas pocos meses en el poder. La inexperiencia gubernamental se palpa, dejando ver a las claras que mucho de lo prometido por el dirigente izquierdista en campaña no tiene mayor viabilidad ni realismo político, económico y social.