Más allá de las expectativas… | El Nuevo Siglo
Martes, 17 de Mayo de 2022

* Confianza en la economía colombiana

* El crecimiento señala la ruta correcta

 

Una de las mayores incógnitas al comienzo de este año era si Colombia podía mantener el ritmo de reactivación económica que traía desde 2021. En efecto, la expectativa sobre cómo nos podría ir aumentó a mediados de febrero cuando el DANE informó que para el año pasado el aparato productivo creció a un histórico 10,6%, pese a la ola de paros y bloqueos, poniendo al país no solo en el top continental sino también entre los de mejor desempeño a nivel global.

Por eso el dato del primer trimestre de 2022 era fundamental. No fue entonces poca la sorpresa al revelarse este martes el crecimiento del Producto Interno Bruto para los primeros tres meses, que se situó en un 8,5%, superando las proyecciones del Gobierno, Banco de la República, entidades financieras multilaterales y los centros de estudios económicos locales. De nuevo, Colombia queda en la parte alta de la tabla mundial, superada apenas por Portugal y Reino Unido, pero por encima de potencias como Estados Unidos, China, la Unión Europea y otras economías emergentes fuertes.

El crecimiento a marzo sorprendió por tres razones. Primero, se pensaba que el pico inflacionario que viene desde el año pasado -y que es un fenómeno que golpea a nivel global- lastraría la dinámica del PIB, sobre todo disminuyendo uno de sus principales motores: el consumo de hogares. Al final esto no ocurrió, y si bien las familias se apretaron el cinturón por cuenta de la carestía, modificaron sus hábitos de compra más que restringirlos drásticamente.

También se pensaba que mediando una campaña electoral en la que los principales candidatos tienen modelos económicos muy diferenciados, esto afectaría la productividad empresarial, el clima de negocios, la balanza comercial y el flujo de inversión extranjera, por lo menos hasta que se despeje la sucesión en la Casa de Nariño. Sin embargo, los indicadores sectoriales del primer trimestre evidencian que la economía sigue a todo vapor, sobre todo en cuanto a comercio, infraestructura, turismo y actividades de entretenimiento y diversión. Estas dos últimas trabajan ya a pleno, tras levantarse las restricciones sanitarias una vez la pandemia empezó a ceder sustancialmente.

Y, por último, pero no menos importante, resulta innegable que el ritmo productivo sostenido ha sido clave para la disminución gradual tanto del desempleo como de la pobreza monetaria y multidimensional.

Visto todo lo anterior, son varias las conclusiones que se pueden sacar. La principal, sin duda, que las cifras evidencian que el rumbo económico es el correcto y, por lo tanto, sería un craso error apostar a cambiar la hoja de ruta en pleno proceso de reactivación, no solo productiva sino de recuperación de índices sociales y de calidad de vida, sobre todo tras el duro embate pandémico.

De otra parte, también resulta claro que muchos sectores ya alcanzaron e incluso superaron los rubros anteriores a la crisis sanitaria, indicando que la reactivación es sólida y va más allá del mero ‘efecto rebote’.

A lo anterior debe sumarse que debe también hacerse un análisis objetivo y pormenorizado de lo ocurrido en este primer trimestre para ajustar los respectivos planes de gobierno hacia el futuro, priorizando no solo los sectores más dinámicos y productivos, sino aquellos en lo que se denota un ritmo lento de recuperación o incluso alguna descolgada.

Hay que tener un aspecto clave en cuenta: si bien la guerra en Ucrania ha sido un disparador inflacionario que impacta fuertemente el escenario económico global, dicho conflicto comenzó a finales de marzo y sus efectos se verán más reflejados en las cifras del segundo trimestre. Obviamente hay flancos débiles, pero siempre es mejor corregir con números en negro, una premisa clave para quienes aspiran a la sucesión presidencial, más aún, teniendo como espejo cercano las crisis en Perú y Chile, en donde el reciente viraje hacia gobiernos de izquierda no solo trajo inestabilidad política sino una creciente incertidumbre económica que ya está pasando factura.

Las cifras para el primer trimestre de 2022 demuestran que, ante todo, los colombianos tienen plena confianza en su economía. De hecho, como se dijo, mucho más allá de todos los vaticinios. Se trata, pues, de mantener a flote y en ascenso el principal de los bienes públicos y, por supuesto, de cuidar un activo fijo que no puede echarse por la borda.