Ilusión o frustración | El Nuevo Siglo
Domingo, 15 de Mayo de 2022

Una gran parte de la población colombiana no desea más de lo mismo. Y otra, supuestamente satisfecha, fiel a sus jefes políticos, prefiere y apoya el continuismo. En dicho escenario se elige al próximo presidente de la República. 

Dos fuerzas políticamente opuestas, una que se dice cansada de la corrupción, de la concentración de privilegios, y la otra, consecuente con quienes desean mantenerse en el poder. 

Cada cual cree tener la razón, y se resiste a aceptar al contrario como alternativa de gobierno.

Que el país siga como va es quizás la alternativa más fácil, pero inadmisible a criterio, de la contraparte que promueve un cambio con amplia participación social.

Sin embargo, entender el cambio como si fuese “la muerte...”, o sea, que debe aplazarse lo máximo posible y si es del caso, 2preferible que no suceda", es lo que define Peter Drucker como la "resistencia al cambio", semejante a la observada en las empresas ante un nuevo redireccionamiento o proyecto innovador.

Temor que en este caso viene acompañado de versiones como la posibilidad de que el país se convierta en “otra Venezuela", o la aplicación del modelo cubano, inspiradas en crear desconfianza en el electorado, sin que medie un debate serio, real y objetivo sobre la verdadera problemática socioeconómica.

Para opinar e informarse menos mal hoy día existen las redes sociales que ayudan a contrarrestar en algo el impacto de los medios de comunicación, visiblemente comprometidos.

Algo parecido a lo que está sucediendo con los funcionarios públicos, incluido el alto gobierno, los entes de control, hasta los alcaldes, gobernadores y demás organismos estatales, tomando partido y violando flagrantemente la ley, incluida la de garantías, esta última de manera abiertamente inconstitucional.

Entre tanto, las bases confían, aun así, que en esta ocasión tendrán la opción de decidir sobre su propio futuro.

La juventud se la está jugando con fuerza, ánimo y valentía, pues es poco lo que tienen que perder.

Ilusión que de no cristalizarse podría generarles una gran frustración de consecuencias insospechadas y de todo tipo.

Después de la primera vuelta las opciones solo serán estas dos: o el país sigue en las mismas o se aventura a ensayar una nueva fórmula. 

Ahora bien, la creencia de que sea posible un verdadero cambio de la noche a la mañana tampoco es sensata. Por supuesto, requerirá de tiempo, tacto e inteligencia, sabiduría y colaboración ciudadana para poder desentramar este enredo de país.

Se requiere sentar bien los pies en la tierra, poner condiciones y hacerles seguimiento. 

El posible triunfo de la oposición no será un cheque en blanco.

Una vez pasado el jolgorio del triunfo tendrá que iniciar las transformaciones esperadas, reservándose cada ciudadano el derecho al disenso cuando sea necesario.

Se trata de una aspiración que incluye diversos matices y grandes expectativas. 

La prioridad está en desmontar la corrupción empotrada por más de 20 años.

Vendrá el momento de pasar la página, y entrar en un nuevo escenario, pues Colombia tiene mucha gente capacitada, preparada y lista para asumir las riendas, solo requiere tener la oportunidad para hacerlo.

*Exgobernador del Tolima