“Picky eater”: ¿qué hacer ante los niños selectivos al comer? | El Nuevo Siglo
Es muy común que esta selectividad comience alrededor de los 18 meses e inicios de la edad preescolar, cuando empiezan a adquirir y desear independencia.
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Martes, 17 de Mayo de 2022
Redacción Cultura

Una nutrición óptima durante los primeros años de vida de un niño es fundamental para su crecimiento y desarrollo cognitivo, según la Organización Mundial de la Salud. Además, reduce el riesgo de padecer sobrepeso, obesidad y enfermedades no transmisibles en el futuro.

Es por esto que una de las principales preocupaciones de los padres de familia es incentivar hábitos alimenticios saludables en sus hijos. Sin embargo, no siempre es fácil lograrlo, pues existen ciertas conductas alimenticias a las que los niños se ven expuestos desde edades tempranas, como es el caso de los “picky eater”, término para denominar a los niños selectivos al comer.

La conducta de los niños frente a los alimentos tiene la particularidad de ser cambiante y en muchos casos ellos pasan por etapas de selectividad hacia ciertas comidas. Es muy común que esta selectividad comience alrededor de los 18 meses e inicio de la edad preescolar, cuando empiezan a adquirir y desear independencia.

Al respecto, Silvia María Vergara Arregocés, psicóloga clínica de la Clínica del Country, explica que “la selectividad alimentaria hace referencia a un niño que come poco y que consume un número de alimentos muy limitado, alrededor de solo 20 alimentos". Esta clase de niños comen muy poco, lloran o se perturban a la hora de la comida, rechazan muchas preparaciones, son reacios a probar alimentos o sabores nuevos, prefieren tomar líquido y no alimentos sólidos, además de que suelen comer apenas dos o tres bocados por cada comida. Tema que suele preocupar a sus padres y cuidadores, por lo que se convierte en una consulta muy frecuente a los pediatras.

Factores que inciden en que un niño sea “picky eater”

Entre los factores que provocan que un niño o niña sea un “picky eater”, Vergara señala los siguientes:

  1. Conductas parentales. Los padres que imponen dietas y ejercen presión sobre sus hijos para comer favorecen el desarrollo de conductas restrictivas en la alimentación. Otra conducta parental es la falta de exposición a probar constantemente alimentos nuevos.
  2. Factores motrices. Los cuales están relacionados con los procesos de masticación, la buena postura y la alimentación independiente con sus manos o cubiertos.
  3. Aspectos emocionales. La niña o niño puede desarrollar conductas para evitar comer y desesperar a su mamá o papá; por lo cual, relaciona la comida con regaños y gritos, esto puede ser causado por la ansiedad.
  4. Introducción tardía de sólidos. Inicio de la alimentación complementaria después de los seis meses; igualmente, la poca variedad en alimentos, texturas y preparaciones en sus primeros años de vida, así como la ausencia de progresión en estos para llegar a la dieta familiar.


Consecuencias

Al tener conductas de alimentación tan selectiva y con especial predominio de algunos alimentos, como los procesados e industrializados, hay riesgo de que los niños y niñas  tengan problemas de nutrición. “Se puede presentar un impacto nutricional, no solo por desnutrición, sino que también pueden presentarse cuadros de obesidad y sobrepeso hasta en el 30% de estos niños”, explica la psicóloga Vergara.

Adicionalmente, al haber reducción en el consumo de ciertos alimentos que son esenciales para el crecimiento de los niños, baja el nivel de ingesta de nutrientes y con ello la pérdida de algunas vitaminas como la A, C, E, B1, B2, B3, B12, zinc y hierro. Lo cual puede desencadenar en tener un peso inferior a la norma, índice de masa magra bajo y crecimiento deficiente.

¿Qué hacer ante este caso?

Aunque esta es una conducta que puede desaparecer con el paso del tiempo y el buen manejo que se le dé, es importante tener en cuenta que tiene implicaciones a nivel de nutrición, socialización, trastornos alimenticios, enfermedades bucales o digestivas, en función de lo duradera que sea dicha conducta. Hasta el 10% de los “picky eater” puede llegar a la edad adulta con trastorno de la alimentación, si no se hace una intervención temprana y correcta. Por lo anterior, es fundamental que los padres se mantengan alerta y sigan estas recomendaciones para evitar consecuencias más graves de salud.

 

  • Acudir a un especialista para que el niño pueda ser atendido por un equipo interdisciplinario.
  • Las tácticas positivas como aplaudirles, alabarlos, darles premios por comer no son recomendadas: lo harán por la retribución.
  • Familiarizar al niño con las buenas prácticas alimentarias desde temprana edad.
  • Realizar intercambios dietarios, de tal manera que el niño reciba variedad de alimentos.
  • Nunca regañarlo, si no come.
  • Eliminar distractores como juguetes, televisores, tabletas, entre otros.
  • No ofrecer postres como recompensa.