Coletazo económico de guerra va para largo en Colombia | El Nuevo Siglo
EL AUMENTO en el precio de los alimentos ha encarecido casi todos los productos de la canasta familiar en el país.
AFP
Viernes, 13 de Mayo de 2022
Redacción Economía

Las familias colombianas, aunque perciben el conflicto como muy lejos de sus hogares, ya soportan el acoso de la inflación. La disparada del precio de los alimentos muestra cómo la globalización impacta, para bien o para mal.

Berta Rodríguez es una ama de casa que reside al norte de Bogotá, que acostumbra ir al supermercado cada 15 días para comprar los productos básicos de su canasta familiar. Esa rutina con que antes se tomaba el tiempo para hacer las compras, se rompió hace dos meses, cuando empezó a notar que debía sacar más dinero para pagar la misma lista de artículos que acostumbra adquirir.

Frente a los $600 mil que empleaba para sus compras, hoy debe sacar otros $400 mil si quiere llevar la misma cantidad. Ahí está en el carrito de compras el pan que ahora es más caro y más pequeño, el aceite que tiene el precio triplicado y los huevos que están por las nubes. Eso, por una parte. Pero cuando empieza a analizar lo que pagó por los mismos productos de limpieza, la suma se dobló. El líquido para limpiar los pisos, el jabón para lavar la loza, las esponjillas y toda esa parafernalia que empleaba para dejar su casa reluciente, hoy tienen un valor desbordado.

“De seguir así -se dice Berta-, no hay dinero que aguante para hacer un mercado”. En el desespero ella no atina a analizar que todo esto es el efecto del aumento de la inflación y que este incremento, así ella no lo sepa, tiene que ver en parte con una guerra que se libra a 9.000 kilómetros de su ciudad.

En efecto, esa situación de esta ama de casa angustiada es la que actualmente soportan millones de familias colombianas que deben hacer frente a una inflación anual que ya llegó a 9,23% y no hay atisbos de que vaya a bajar. Por el contrario. Berta y sus vecinos deberán ajustar más sus recursos porque nadie sabe cuánto va durar el conflicto en el oriente de Europa.

Cuestión de ego

Cada vez a Rusia se le agranda el apetito, ya no solo con tomarse definitivamente Donbass y Mariúpol para controlar la salida al Mar Negro, sino que quiere aplicar esta misma medicina a Moldavia.

Además, con el ego envalentonado, Vladimir Putin ya advirtió a Occidente sobre el plan para que Suecia y Finlandia entren a la OTAN, y que ese hecho lo tomaría como una amenaza para acariciar el botón nuclear que tiene paralizado a Washington y a toda Europa. Todo indica que Putin no se va a detener y, por el contrario, seguirá apretando las necesidades de energía de occidente vía gas o petróleo.

De allí que, si hoy ya Colombia y el resto del mundo sienten el impacto en sus economías por la disparada en el precio de los alimentos y en los insumos, hay que prepararse para lo que viene a corto plazo.

Efectos indirectos

Así como ha sentido Berta el extenso brazo de la inflación en su bolsillo, el conflicto actual entre Rusia y Ucrania tiene efectos indirectos pero significativos para la economía de nuestro país.

Sin duda, la incursión de fuerzas militares rusas en el territorio de Ucrania no solo está desestabilizando el orden internacional surgido a partir de la posguerra, sino que también puede traer consigo consecuencias importantes en el ámbito económico, incluso mayores que la pandemia del coronavirus.

Pese a que los países involucrados en este conflicto no tienen un peso significativo en el PIB global, la situación resulta preocupante porque Rusia, además de ser una potencia nuclear transcontinental, es un proveedor clave de varios bienes básicos para el resto del planeta, en particular de petróleo.

Por lo tanto, la imposición de sanciones cada vez más severas, el daño a infraestructura física o la decisión de Rusia de recortar sus ventas a los países occidentales puede llegar a restringir la oferta de estos productos en el mundo.


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Más presiones

A esto se suma que la crisis llega en momentos en que la economía global apenas se está reponiendo del impacto negativo de la pandemia, la logística continúa sometida a un intenso estrés y las presiones inflacionarias están a la orden del día.

De allí que no se descarta que, para el nuevo gobierno, cuya primera vuelta comienza a contar desde el próximo 29 de mayo, será una situación complicada de manejar. Con seguridad deberá extender los subsidios a las personas y a las empresas con los que la administración actual atendió la emergencia sanitaria.

De otro lado, la guerra ha propiciado incrementos marcados en las cotizaciones de los bienes energéticos y los alimentos, aumentando las expectativas inflacionarias en diferentes países. Un panorama de esta naturaleza resulta desafiante para una economía pequeña y abierta, como la colombiana.

Para el caso de nuestra economía, los canales directos de transmisión de esta crisis son relevantes. Con respecto al petróleo, un incremento de los precios internacionales como el que se está observando con cotización a US$111 el barril, no genera en Colombia los efectos positivos que pudo haber propiciado en años anteriores.

Esto se debe a que recientemente los volúmenes de exportación han bajado, al tiempo que el consumo interno se ha incrementado y el déficit del FEPC (Fondo de Estabilización del Precio de los Combustibles) se ha ampliado. Por tales motivos, la sensibilidad, tanto de la tasa de cambio como de las cuentas fiscales a los incrementos del crudo, es actualmente baja.

Otro punto importante es que la reducción en la oferta de ciertos segmentos del sector agropecuario está jalonando las presiones inflacionarias en el rubro de los alimentos. Vale la pena recordar que los factores externos han sido determinantes para que en Colombia la variación del IPC de esta categoría esté en alrededor del 23% anual.

El trigo, el maíz, el dólar

Si a la compleja combinación de fuerzas alcistas que está operando hoy en día se le agrega una afectación prolongada en la disponibilidad de productos como maíz, trigo, cebada, aceite de girasol o fertilizantes, se aleja la posibilidad de una pronta corrección de la inflación de alimentos.

Al margen de los alimentos, dada la importancia que tiene Rusia en la generación de algunos elementos esenciales para la producción de automotores, se podrían generar presiones adicionales en los costos de fabricación que serían transferidos en buena parte al consumidor final.

Por su parte, otro efecto de la guerra entre Rusia y Ucrania es el incremento de la tasa de cambio que ya amenaza con llegar a los $4.200, que sería la mayor cotización del dólar en la historia del país.

Pese a esta situación, la economía colombiana sigue creciendo con el viento de cola de la reactivación económica que viene empujando desde finales del 2021. Pero una mayor inflación hará mucho más retadora la actuación futura de las autoridades económicas, especialmente en el frente de la política monetaria, que ya ha llevado a tasas de interés del 6% en poco tiempo.

Contener una espiral inflacionaria, pero al tiempo evitar infligir afectaciones sobre los hogares y las empresas, cuando el ambiente geopolítico es el más enrarecido en décadas, hará que la normalización de la política monetaria sea en adelante mucho más compleja.