¿Qué tan posible es que Rusia entre en guerra con otro vecino? | El Nuevo Siglo
Foto Archivo AFP
Jueves, 12 de Mayo de 2022
Redacción internacional con AFP y Europa Press

VECINAS, amigas y con la común preocupación de Rusia, por medio de la fuerza, avance en su proyecto de un nuevo orden mundial, Finlandia y Suecia están a punto de dar un paso tan inédito como de impredecibles consecuencias: solicitar su adhesión a la Otan.

Dentro de la arquitectura de seguridad regional, desde hace décadas estos dos países miembros de la Unión Europea (UE) adoptaron una posición de neutralidad, es decir de cero alineamiento militar, paralelamente con el reforzamiento de sus respectivos ejércitos y equipamiento.

Finlandia comparte una frontera de 1.300 kilómetros con Rusia y a raíz de un pasado doloroso con su poderoso vecino, suscribió dos tratados de Paz: el de París (1947) y el suscrito directamente con el Kremlin (1992). En ambos se estableció que ambas naciones se abstendrían de la amenaza, uso de la fuerza contra la integridad territorial de la otra parte y participar en alianzas o coaliciones que implicasen algún tipo de agresión contra uno de ellos.

Esa neutralidad finlandesa, al igual que la sueca, tiene sus días contados porque, aseguran sus autoridades, la invasión rusa a Ucrania cambió el esquema de seguridad europea y la tendencia que por años habían mantenido sus ciudadanos en torno a tan sensible como vital tema.

Los últimos sondeos revelan que el 68 por ciento de los finlandeses apoyan unirse a la OTAN (Organización del Atlántico Norte) más del doble que antes de la invasión de Ucrania, y que solo el 12 por ciento se opone. En Suecia es más ajustada, pero también hay apoyo mayoritario a unirse a la Alianza.

Así, estas naciones oficializarán en pocos días sus solicitudes de ingreso, lo que de suyo supone la ampliación más importante de la Alianza desde la adhesión de los países bálticos en 2004, pero también eleva el riesgo de que Rusia emprenda una ‘operación especial’, tal cual lo hizo en por el mismo motivo en Ucrania. Sin embargo, vale aclarar que la situación es diferente ya que ese país vecino tiene fuerte arraigo ruso.

La anunciada pequeña revolución de estos países nórdicos al abandonar la neutralidad fue de buen recibo por los 30 miembros de la OTAN, con Estados Unidos a la cabeza, y duras advertencias del Kremlin, que no descartó “represalias de carácter militar”.

El presidente y la primera ministra de Finlandia, Sauli Niinisto y Sanna Marin, respectivamente, aseguraron que con el paso que van a dar (que oficializarán este domingo) se "fortalecería la seguridad” de su país.

Tras ello, su canciller, Pekka Haavisto, aseguró que el país no se enfrenta a una "inminente amenaza militar" y que la agresión rusa a Ucrania cambió el entorno de seguridad regional.

Para Michael Shurkin, analista político y antiguo miembro de los servicios secretos estadounidenses, CIA, “la adhesión se justifica por el comportamiento beligerante de Moscú” pero advierte que "otra guerra contra uno de los vecinos de Rusia no es inverosímil, es una posibilidad real para la que estos y sus aliados deben prepararse".

A pesar de sus esfuerzos crecientes para contar con fuertes capacidades de defensa nacional, estos dos países neutrales estarían solos, como ocurrió a Ucrania, en caso de agresión rusa.



Desde el punto de vista de Helsinki y Estocolmo, el principal atractivo es beneficiarse de la protección mutua de los aliados en caso de ataque en virtud del artículo 5 del Tratado del Atlántico Norte.

Como Suecia, "Finlandia obtendría la disuasión nuclear de la OTAN" al situarse bajo el paraguas de Estados Unidos, "algo que no podría conseguir sola", manifiesta, por su parte, Charly Salonius-Pasternak, experto del Instituto Finlandés de Relaciones Internacionales.

 

Refuerzo del flanco oriental

Ambos países nórdicoscooperan con la OTAN desde 1994 en el marco del programa de la Asociación para la Paz. También participaron en maniobras conjuntas y en algunas operaciones de la OTAN como Afganistán o los Balcanes.

"Si estos dos países se adhieren, esto reforzaría la postura disuasiva de la OTAN en las regiones ártica, báltica y nórdica", estima Leo Michel, investigador del centro de reflexión estadounidense Atlantic Council.

Además, "Filandia y Suecia podrían aportar sus conocimientos regionales sobre Rusia en el proceso de toma de decisiones de la OTAN", agrega. Pero Helsinki y Estocolmo cuentan también con importantes capacidades militares.

Finlandia sólo tiene 12.000 soldados profesionales en su ejército, pero entrena a más de 20.000 reclutas al año y puede contar con un ejército en tiempos de guerra de 280.000 soldados con capacidad de combate, más otros 600.000 reservistas.

Esta fuerza excepcional para una nación europea se completa con un aumento del 40% de su gasto militar para 2026, una flota de 55 aviones de combate F-18, que prevé reemplazar por F-35 estadounidenses, 200 tanques y más de 700 piezas de artillería.

El ejército sueco cuenta por su parte con unos 50.000 soldados. El servicio militar obligatorio, suprimido en 2010, se reintrodujo en parte en 2017. Y tras la anexión rusa de Crimea en 2014, empezó a invertir de nuevo en defensa. En 2020, representó el 1,2% del PIB, frente a un 2,6% en 1990.

Sin embargo, la adhesión de Finlandia representaría cientos de kilómetros "adicionales de frontera que defender, una carga importante para la OTAN", comenta un observador europeo.

"Finlandia y Suecia (...) son contribuyentes netos a la seguridad transatlántica, pero también europea", apunta una fuente diplomática del Viejo Continente en el seno de la Alianza, que ve su posible adhesión como una muestra de la "responsabilidad creciente de los Estados europeos" en materia de defensa.

Advertencia rusa

Tras conocerse el anuncio, el Ministerio de Exteriores de Rusia amenazó a Finlandia con "represalias de carácter militar-técnico y de otro tipo" si se une a la OTAN.

En un comunicado, insistió en que la adhesión de Finlandia a la Alianza "causará graves daños a las relaciones bilaterales", por lo que Moscú ha afirmado que "se verá obligada" a tomar "represalias" para "detener las amenazas de seguridad a su territorio que se presenten al respecto".

Rusia hizo hincapié en que "repetidamente" ha señalado que la elección de las formas de garantizar su seguridad nacional depende de las autoridades y el pueblo de Finlandia, pero ha incidido en que "Helsinki debe ser consciente de la responsabilidad y las consecuencias de tal paso".

"Sin embargo, dada la indiferencia actual de Occidente hacia el Derecho Internacional, tal comportamiento se ha convertido en la norma", lamentó, al tiempo que sostuvo que Rusia pretende responder "de acuerdo con la situación".

Asimismo, ha destacado que, "durante décadas, la política de no alineación militar sirvió como base para la estabilidad en la región de del norte de Europa, proporcionó un nivel confiable de seguridad para el Estado finlandés, fue una base sólida para construir una cooperación y asociaciones mutuamente beneficiosas" entre ambos países, "en las que el papel del factor militar quedó reducido a cero".

"Ni las garantías de Rusia sobre la ausencia de intenciones hostiles hacia Finlandia, ni la larga historia de buena vecindad y cooperación mutuamente beneficiosa entre nuestros países han convencido a Helsinki de las ventajas de mantener una política de no alineación militar", agregó el Ministerio de Exteriores ruso.

Así, se mostró "convencido" de que el objetivo de la OTAN, "cuyos países miembros han convencido enérgicamente a la parte finlandesa de que no hay alternativa a la adhesión a la Alianza", está "claro" y es "continuar expandiéndose hacia las fronteras de Rusia para crear otro flanco para una amenaza militar" en Rusia.

"Pero por qué Finlandia convertiría su territorio en una frontera de confrontación militar con Rusia, mientras pierde independencia para tomar sus propias decisiones, la historia lo juzgará", insistió.

Si la adhesión de Suecia y Finlandia fructifica, los 30 países miembros de la Organización deberán ratificar la membresía de ambas naciones europeas, lo que puede durar otro largo periodo de entre cuatro meses y un año, si bien se estima que se resolvería en menos tiempo. Así el proceso concluiría a final de este año o principios del 2023.