10 años del TLC con EU | El Nuevo Siglo
Domingo, 8 de Mayo de 2022

+ Un corte de cuentas positivo en balanza comercial

* Clave para recuperación económica pospandemia

 

El próximo 15 de mayo se cumplen 10 años de la entrada en vigencia del Tratado de Libre Comercio (TLC) entre Colombia y Estados Unidos, que se considera como el pacto de intercambio de productos, bienes y servicios más importante suscrito por el país en las últimas décadas. Y no es para menos, ya que no solo la negociación duró varios años y gobiernos en ambas naciones, sino que ya para entonces la potencia del norte era el principal socio comercial de nuestro país, junto a Venezuela, este último un mercado hoy inexistente por cuenta de la crisis política, social y económica generada por la dictadura chavista.

¿Cómo le ha ido a Colombia bajo la vigencia del TLC que, como se dijo, es el más estratégico dentro de los 17 acuerdos comerciales que tiene el país con distintos países y bloques multinacionales? Según el parte del Gobierno y el sector privado, el pacto ha dejado resultados positivos, tanto en lo relativo a exportaciones e importaciones como a inversión, turismo, reconversión productiva, mayor competitividad y acceso a nuevos mercados con valores agregados.

De entrada, debe destacarse que el TLC permitió darle un marco jurídico de estabilidad a la relación económica entre ambos países, ya que antes gran parte de ella dependía de la llamada “Ley de Preferencias Arancelarias Andinas y Erradicación de la Droga” (Atpdea). Esta norma era no solo temporal y unilateral por parte de Washington sino que, en la práctica, condicionaba el acceso al mercado norteamericano de más de 5.500 productos, bienes y servicios nuestros a las contingencias propias de la lucha con el narcotráfico. Hoy, si bien es cierto que el componente antidroga continúa siendo central en la relación entre la Casa Blanca y la Casa de Nariño, al igual que temas como el bloque conjunto contra la dictadura venezolana y la alianza de largo aliento en el aspecto geopolítico, la interacción comercial se realiza con unas reglas del juego permanentes y bilaterales.

En segundo lugar, resulta claro que la utilidad del TLC se sustenta en sus propias cifras. Las ventas colombianas al mercado estadounidense de bienes no minero energéticos crecieron 4,8% promedio anual. En este rubro, por ejemplo, pasaron de 3.415 millones de dólares en 2012 a 5.239 millones el año pasado. Del mismo modo, las importaciones desde ese país evolucionaron de 13.580 millones en 2012 a 13.392 millones en 2021, pero hubo años con puntos más altos. Hoy por hoy cerca de 11.500 productos nacionales ingresan a Estados Unidos con preferencias arancelarias. A ello se suma que el tratado ha contribuido decididamente al aumento de la inversión norteamericana aquí: en los últimos 10 años ascendió a 22.384 millones de dólares, convirtiéndose en el  principal origen de capital extranjero en nuestro país. No menos importante es el impacto del acuerdo en materia de generación de empleo, desarrollo regional, cadena logística, transporte intermodal y procesamiento de materias primas así como de fortalecimiento de reservas estratégicas de hidrocarburos y distintas fuentes energéticas, entre otros aspectos.

Todo ello explica por qué Colombia es el tercer socio comercial de bienes de Estados Unidos en Suramérica, mientras que esa nación es la principal compradora de las exportaciones de nuestro país.

Ahora bien, es claro que falta mucho camino por recorrer para tener una balanza comercial más positiva, sobre todo en cuanto a aprovechar con más eficiencia y rentabilidad las oportunidades que ofrece este mercado de cerca de 320 millones de consumidores. No hay que olvidar que Washington solo tiene este tipo de tratados con 14 países en todo el mundo.

Se necesita, en consecuencia, una mayor dinámica productiva, de negocios, generación de valor agregado y competitividad para seguir diversificando la oferta, más allá de las ventas de minero energéticos, café, flores y otros rubros tradicionales. Hay un gran campo por avanzar en materia de servicios, como viajes y call center. Por igual, debe fortalecerse el apoyo institucional para que más empresas accedan a ese mercado y concreten negocios (se calcula que más de 2.051 vendieron por primera vez a Estados Unidos en la última década). También urge profundizar la llamada “diplomacia sanitaria” para permitir que más productos agroindustriales, además del aguacate Hass y otras frutas, incursionen con éxito en los supermercados estadounidenses. Asimismo, en el renglón de manufactura, agroalimentos, industrias 4.0, químicos, e-commerce, moda y valor agregado tecnológico hay mucho campo por explotar.

Obviamente hay críticos del TLC. Algunos sectores tienen argumentos sólidos sobre graves afectaciones por el desequilibrio de precios, subvenciones y calidad, pero otras opiniones están impactadas por posturas ideológicas y políticas subjetivas. Lo cierto, en todo caso, es que este pacto comercial ha traído más resultados positivos que negativos y, desde ese punto vista, la tarea continúa siendo repotenciar los primeros para seguir empujando la reactivación económica pospandemia.