“Dos ángeles en motocicleta me sacaron de ese infierno” | El Nuevo Siglo
LA PATRULLERA Mónica Lizeth Lozano Ortegón, contó lo que vivió al interior del CAI de La Aurora. AL PATRULLERO Freddy Perdomo le cayó la bomba molotov que lanzaron contra el CAI de La Aurora
/Cortesía Policía Nacional
Domingo, 9 de Mayo de 2021
Redacción Nacional

Lo primero que pensaron los uniformados que se encontraban al interior del CAI del barrio La Aurora, al sur de Bogotá, en la madrugada del miércoles, fue que morirían incinerados.

Dos de los principales afectados fueron los patrulleros Mónica Lizeth Lozano Ortegón y Freddy Perdomo, en especial el segundo porque la bomba molotov que lanzó la turba alcanzó su humanidad.

“Dios nos tiene para cosas más grandes durante nuestro servicio en la Policía, pues estamos vivos, heridos, golpeados, maltratados, pero con ganas de seguir trabajando por nuestros ciudadanos”. Ese es el sentir no solo de Lozano Ortegón y Perdomo, sino en general de los 15 uniformados que lograron sobrevivir al ataque.

La patrullera Lozano Ortegón, recuerda que fueron enviados a las ocho de la mañana al CAI, en el barrio La Aurora para prestar vigilancia y brindar seguridad a los habitantes del sector.

“Trabajamos durante todo el día, incluso algunos ciudadanos nos preguntaban cómo estaba la situación y nosotros les informábamos que todo transcurría normalmente y que cualquier inquietud que tuvieran, contaran con nosotros, pues estamos al servicio de los ciudadanos”, indicó Lozano Ortegón.



Explicó que “hacia las siete y cincuenta minutos u ocho de la noche, empezamos a ver que muchas personas estaban acercándose en forma sospechosa y rodeando al CAI. Nuestro comandante nos ordenó que estuviéramos serenos y que tranquilamente ingresáramos al despacho a pesar de su reducido espacio”.

“De un momento a otro empezaron los golpes contra el CAI con piedras, palos, varillas y nosotros intentamos contener los vidrios y la puerta en un esfuerzo para evitar que lograran ingresar y acabar con nuestras vidas”, recordó.

Contó que de un momento a otro las personas que atacaban furiosamente la pequeña edificación, lograron abrir un boquete y en poco tiempo lanzaron una bomba molotov que inicialmente alcanzó al patrullero Perdomo y rápidamente otros compañeros lo apagaron con el extinguidor, pero el fuego se extendió por todo el CAI.

“Fueron momentos dramáticos, todos pensamos que íbamos a morir de esta forma tan inmisericorde, pero nuestro comandante nos dio la orden de salir y evitar ser consumidos por el fuego. Estábamos impactados y no sabíamos qué hacer, estábamos en estado de indefensión y nuestro comandante nos repetía que no debíamos agredir a las personas exaltadas, porque nuestra misión es la de ayudar y proteger a la comunidad”, aseveró.

Añadió que “salimos casi ahogados por el humo y fuimos brutalmente recibidos por los numerosos atacantes, entre ellos jovencitos, que nos golpeaban con armas contundentes y con tan mala fortuna que nos resbalamos y fue peor, pues nos cayó una lluvia de puntapiés, golpes, garrotazos y de un momento a otro mi patrullero Perdomo me haló y logró arrancarme de esas personas que no tenían compasión con nosotros y mucho menos conmigo, siendo mujer”, explicó.

Aparecieron ángeles

Como si se tratase de una escena de película “en medio de la confusión, de los gritos agresivos de los manifestantes que nos perseguían para seguirnos maltratando, mientras otros celebraban la toma del CAI, lo saqueaban y acababan de destruir, aparecieron dos muchachos en motocicletas que me pidieron que me subiera rápido que ellos me sacaban de ahí para salvar mi vida” narró Lozano Ortegón.

Recordó que “al mismo tiempo otras personas ayudaban a los otros uniformados ocultándolos en sus casas, mientras que otros fueron recogidos por taxis y vehículos particulares para poner a salvo sus vidas”.

“Todo fue muy rápido, ni siquiera sé cómo se llaman esos muchachos que para mí son ángeles que los envió Dios para que me ayudaran y me sacaran sana y salva de ese lugar que se había convertido en un infierno. Ellos me dejaron con otros uniformados de una patrulla que me condujeron rápidamente a un centro asistencial”, dijo.

La patrullera, oriunda de Ibagué, Tolima, dijo que “es muy duro recordar esos angustiosos momentos vividos en el interior del CAI rodeada de llamas, de piedras, de varillas y garrotes. Lo único que recuerdo bien es que nos encerramos y con cuatro escudos que teníamos aseguramos la puerta. El comandante de nosotros pidió apoyo a la Estación”.



Señaló que “nosotros salimos con las manos arriba y pedimos a las numerosas personas que no nos fueran a hacer daño, pero estaban exaltados y nos agredieron sin ninguna contemplación”.

Sin embargo, con entereza y firme a su vocación, Lozano Ortegón deja claro que “ingresé a la Policía porque desde pequeña me gusta ayudar a las demás personas. Lo que pasó para mí es una dura experiencia. Son altibajos en este trabajo, pero tengo la fortaleza y la fe en Dios de seguir adelante. Agradezco al señor general Jorge Luis Vargas, director de la Policía, al general Camacho, comandante de la Policía Metropolitana y a la general Jackeline, la directora de las escuelas por estar pendientes de nosotros en todo momento. Para mí es un honor ser Policía. Y Sin ningún rencor seguiré trabajando para servir y ayudar a los colombianos”.

Patrullero Perdomo

El patrullero Perdomo, por su parte, cuenta que hacía parte del grupo de 15 uniformados que trabajaban en labores de prevención y de seguridad en el barrio La Aurora. Dejó claro que durante todo el día no se presentó ningún hecho de alteración, pero hacia las ocho de la noche, unas 600 o 700 personas se desplazaron directamente hacia el CAI.

“Nuestro comandante nos dio la orden de ingresar al CAI para protegernos y ahí empezó nuestro infierno, pues los manifestantes con grandes piedras, garrotes y varillas golpeaban los vidrios y la puerta para agredirnos. Nosotros resistíamos trancando la puerta con nuestros escudos y también tratando de evitar que ingresaran una vez rompieran las ventanas con las armas contundentes”, dijo.

Explicó que “de un momento a otro lanzaron una bomba molotov que cayó sobre mi humanidad y el fuego se extendió rápidamente por todo mi cuerpo, mientras que mis compañeros apagaron las llamas con un extinguidor. Pero, el CAI quedó en llamas y no nos quedó otra que salir para no morir quemados”.

“Pero a aún cuando salimos con las manos arriba a unos nos arrojaron al suelo, al tiempo que recibíamos toda clase de golpes. Como pudimos logramos salir corriendo. En mi caso salí hacia la Avenida Boyacá, donde unas personas me ayudaron y me ocultaron en un asadero, donde me prestaron atención y ayuda, pues tengo quemaduras en la cara, en la manos y golpes en varias partes del cuerpo”, recordó.

“Sí, pensé que iba a morir, pues todo estaba en nuestra contra, pero creo que Dios nos tiene para otras cosas y para seguir prestando nuestro servicio a los colombianos. Es un honor ser Policía y seguiré trabajando por mi vocación de servicio, por eso ingresé a la Policía Nacional. Mi familia me respalda y me da ánimos para seguir adelante. Agradezco a los mandos por estar pendientes de nosotros”, finalizó el patrullero Perdomo.