La crisis inflacionaria | El Nuevo Siglo
Jueves, 5 de Mayo de 2022

 

* Carestía sigue disparada en el país

El peor dato de las últimas dos décadas

 

El torbellino inflacionario colombiano se ha convertido en un lastre que, si bien no ha detenido el proceso de reactivación económica, sí le está quitando dinámica o, más grave aún, ha impedido que la recuperación productiva tenga un efecto más directo y tangible sobre la calidad de vida y capacidad de poder adquisitivo, en especial de los estratos sociales más vulnerables.

Efectivamente, pese a crecer la economía colombiana a un histórico 10,6%, en 2021, el Índice de Precios al Consumidor sigue al alza llegando, según lo informó el Dane ayer, a un 9,23 % de inflación anualizada, la cifra más alta de los últimos 21 años. Por lo cual se han encendido todas las armas, puesto que ya se está bordeando los dos dígitos, un dato estremecedor si se entiende, ciertamente, que inflaciones de este tipo hacía tiempo habían quedado desterradas del país como un gran logro de los equipos económicos nacionales y en particular del Banco de la República.

Por eso vale reiterar que las principales conclusiones de las reuniones del mes pasado, tanto del Banco Mundial como del Fondo Monetario Internacional, se dirigieron a la urgencia de que los gobiernos adopten medidas más audaces para frenar el incremento del costo de vida que, además, se ha convertido en un calamitoso fenómeno mundial. De hecho, los dos entes financieros multilaterales advirtieron que mientras persista el conflicto en Ucrania, no se termine de superar el ‘cuello de botella’ del comercio internacional, continúe el desequilibrio entre el aumento inusitado de la demanda mundial y una lenta oferta de materias primas y manufacturados de alta tecnología así como la profundización de los desiguales niveles de reactivación tras la crisis sanitaria en los diversos países, será muy complicado controlar a corto plazo la escalada inflacionaria a nivel global.

Estados Unidos, por ejemplo, registró días atrás no solo una caída inesperada en su PIB sino la tasa de costo de vida más alta en 40 años (8,5%), obligando incluso el miércoles a la Reserva Federal a subir sus tasas de interés en medio punto, lo que impactó ayer a Wall Street y ruedas bursátiles de otras latitudes. La Eurozona, a su turno, recalcó esta semana que la guerra en Ucrania estancó de “facto” la economía del bloque, lo que complica el margen de maniobra del Banco Central Europeo para endurecer su política monetaria como única vía para contener la inflación, que se ubica en un promedio del 7,4%.

Bajo esa perspectiva, el propio Banco de la República señaló hace unos días que la inflación superó todas las proyecciones del mercado. Tal como ocurre desde finales del año pasado, algunos alimentos, con tasas superiores al 25% de incremento, continúan siendo los principales promotores de la carestía. Aunque algunos productos básicos como la papa, cebolla y zanahoria, entre otros, comenzaron a bajar su precio en las dos últimas semanas, en gran parte por efecto del ciclo de cosechas, solo en el segundo semestre se espera una normalización de precios, aunque todo depende de terminar la guerra en Ucrania, cuyo efecto en el encarecimiento de los agroinsumos ha sido superlativo y no se superará en el corto plazo.

Todo ello explica por qué las expectativas del Emisor suelen desbordarse. Por lo pronto, como está ocurriendo en muchos países latinoamericanos, en Colombia las medidas para tratar de controlar el pico inflacionario siguen basadas en el efecto del incremento de las tasas de interés del Banco de la República, que la semana pasada ya las reajustó a un 6%, en el objetivo de regular la liquidez de la economía y desacelerar consumo de hogares. Aunque el Gobierno ha implementado otros mecanismos en cuanto a flexibilidades arancelarias y apoyos al agro, es claro que aún se ha dado un resultado concreto. 

No es nada fácil, pues, el panorama frente a la impredecibilidad de la inflación. La guerra en Ucrania sigue impactando fuertemente el precio de algunos bienes, insumos agrícolas, energía y petróleo. Paradójicamente Colombia no ha experimentado todavía el recálculo de su crecimiento económico a la baja, pero es claro que, si las presiones inflacionarias se mantienen, en poco tiempo habrá que hacerlo.