Sin duda, ideologías como el socialismo, hacen del Estado una especie de “dios” que se encarga de todo, de gran tamaño y que necesita grandes recursos para gestionar todos los subsidios que, usualmente, ofrece a las personas.

Estas son las ideas que hay detrás del programa político de Gustavo Petro. Ideas que han fracasado en su intención de propiciar una mejor calidad de vida para la gente tanto en Cuba, Venezuela, Nicaragua, etc.

El discurso que manejan es muy similar. Fue lo que pasó en Venezuela: Chávez habló de la oligarquía, que a pesar de sus falencias y debido al libre mercado, la propiedad privada y el favor de Dios, mantuvieron la estabilidad política y económica de esta nación. Sin embargo, para Chávez, representaban el gran mal a derrotar, ofreciendo propuestas de tipo populista enfocadas a los descontentos y marginados con la promesa de un futuro mejor.

Los años y las décadas pasaron en Venezuela y nosotros ya vimos que ese futuro mejor no llegó para este país y que lo que si sucedió fue una gran crisis política, pobreza en altos niveles y gran migración hacia otros países en la búsqueda de ese futuro que les prometieron y nunca llegó.

En Perú ocurre algo similar con Castillo. Un discurso del libreto del socialismo del Siglo XXI, que requiere de un Estado enorme, con amplias finanzas, que ofrece subsidios, en lugar de empleos de calidad, a todo el que lo requiere para que vivan “sabroso”, mientras declinan a sus libertades a cambio.

Un Estado grande es un peligro para las libertades civiles, pues cuando se le oponen, siempre estará presente la posibilidad de usar ese enorme aparato estatal para perseguir y derrotar a los que lo hagan.

Un gran Estado está por fuera de lo que Dios enseña para el gobierno civil.  Cuando Jesús dijo: “Den al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios” estaba diciendo que el Estado tiene un límite.

En la carta del Apóstol Pablo a los Romanos en su capítulo 13 versos 1-6, se definen las principales funciones del Estado como lo son el garantizar la seguridad para el territorio y el administrar justicia, de tal forma que el malvado sea castigado y existan las condiciones apropiadas para que la gente prospere y sea feliz.

El modelo de Dios para el Estado es el de un Estado moderado, enfocado a prestar seguridad y administrar justicia. Un Estado que garantiza que la economía se desarrolle y genere empleo y oportunidades de emprendimiento.

Colombia es un país con graves amenazas a su seguridad y necesita gobiernos capaces de continuar enfrentando y derrotando estas amenazas para que se garantice la posibilidad de vivir en paz y de crecer en todo sentido.

@feliperangel81

*Politólogo Universidad del Rosario.