Rodadas nocturas, 'oscura' pasión por la velocidad | El Nuevo Siglo
Un grupo de motociclistas antes de salir a correr, alrededor de la medianoche.
EL NUEVO SIGLO/Sofía Maldonado
Domingo, 1 de Mayo de 2022
Redacción Bogotá

Rendirle culto a la velocidad, la mayor de sus pasiones, ha sido algo que el corredor de motos conocido como “Diabla” siempre ha hecho.

¿Su nombre? Aunque se le preguntó, se mantiene en la reserva del sumario así que no hay forma de saber cómo se llama este hombre que, de 8 de la mañana a 6 de la tarde, trabaja con una corredora de seguros, pero cuando cae la noche y todas las personas se disponen a ir a sus hogares a descansar, él se está poniendo su característica chaqueta de cuero para hacer lo que más le gusta: alcanzar las velocidades más altas que pueda.

“Diabla”, quien desde que era muy niño supo que la velocidad era lo suyo, todas las semanas se reúne con un grupo de “parceros” que comparten su misma pasión por las motos y salen a recorrer las calles de Bogotá y de sus alrededores, cobijados por la noche y libres del tráfico endemoniado que caracteriza durante el día a esta ciudad.

Es peligroso y arriesgado, así que la pregunta es válida: ¿cómo comenzó todo? ¿Cómo adquiere una persona un hobby que hasta cierto punto bordea la clandestinidad y atenta contra su vida?


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Mi papá siempre tuvo una moto, así que yo crecí con una moto cerca. La demora fue a que pudiera coger el manubrio y cuando cumplí por ahí siete años, mi papá me enseñó los cambios, cómo se metían y cómo se aceleraba. Ahí descubrí la pasión que me generaba un aparato tan ‘sencillo’ de dos ruedas y ahí me comenzó la fiebre. Primero tuve una bicicleta, y ya cuando la estatura me alcanzó comencé a manejar una moto”, le dice a EL NUEVO SIGLO este apasionado por la velocidad y quien le ha inculcado el mismo amor a su hija.

“Ah, sí. Mi chiquita desde que era niña monta conmigo en la moto y ya tiene una motico de gasolina pequeña”, advierte con orgullo este hombre de 33 años, quien cuenta que el mejor tiempo que ha hecho fue de Unisur (Soacha) al parque de Mesitas del Colegio, en ¡20 minutos!

“Mesitas es una vía brutal. Es una de mis favoritas. Lo único que tiene de malo es el peaje, en donde siempre hay tombos esperando, pero está llena de curvas en donde literalmente puedes llevar al límite tu máquina y tu capacidad de correr porque son solo curvas. El último que llega le paga la tanqueada al resto y en eso me gasté una vez 20 minutos”.

Street Brothers

Toda esta pasión, todo este amor por las vías, por la noche y por la velocidad, comenzó a materializarse el 21 de abril de 2016, cuando “Diabla” fundó, de manera conjunta con el líder del grupo, “Fuchi”, “Street Brothers”, una aglomeración de corredores de motos unidos por la pasión que todos sus miembros tienen por los motores y por la velocidad. “Nos unieron los lazos de amistad y nuestro parche es como una familia que está para apoyarse y para que crezcamos todos en nuestra afición. Y así ha sido”, aclara.

Con el paso del tiempo todas las personas que conocieron este proyecto, que comenzaron a seguirlo y que vieron que compartían las ideas rectoras de los Street se fueron adhiriendo a ellos y en la primera rodada que hicieron, siete días más tarde, hubo una convocatoria enorme, pese a que aún no tenían un nombre fijo y mucho menos un logo.

“Esa primera rodada fue casi de 300 personas. Ante eso nosotros dijimos: ‘Aquí lo que tenemos es trabajo’. Fue increíble esa primera sensación”, recordó “Diabla”, con una sonrisota, esos inicios de lo que hoy es Street Brothers: “una familia sobre ruedas” como reza su logo.

El factor nocturno

Ahora, en la ciudad de Bogotá el miércoles es el día escogido para que pilotos y aficionados se reúnan en la ya bautizada “Zona Street”, en la calle 63 con carrera 68, y darle rienda suelta a la velocidad. ¿Pero cómo?

¿Cómo permitirse sentir la velocidad en una ciudad como la nuestra? La respuesta, para los aproximadamente 2.500 pilotos activos que hoy por hoy tiene Street Brothers en la ciudad de Bogotá (entre quienes hay corredores de bajo o de alto cilindraje e incluso las Biker Girls, la cara femenina de la organización, que en este 2022 es de alrededor de 900 mujeres), está en la noche.

Aún así, aclara que por las proporciones que tiene hoy en día, ya no se puede hacer una rodada del grupo completo, aunque en Halloween, que es el top de la caravana, alcanzan a ser más de 2.500 personas sobre ruedas.

Cuando tú estás en un grupo tan grande hacer una rodada nocturna ya nos queda muy complicado porque tocaría parar el tráfico. Cuando la cabeza de la caravana va subiendo por la 63 con 30, la cola de la caravana todavía está en la 68. Ya no nos podemos mover como un solo organismo, pero cuando se hacen grupos más pequeños, de 40 a 50 personas a medianoche, cuando las vías están completamente desocupadas, poder apoderarse de las rutas que no tienen huecos es un espectáculo”.

Y lo es, dice “Diabla”, quien se queda pensando y lo reitera escuetamente: “Es una locura poder disfrutar de Bogotá de noche sobre dos ruedas y a toda velocidad”. Pero, en sí, las vías son un problema y por eso cuando EL NUEVO SIGLO le pregunta cuál es la ruta mejor conservada, libre de huecos y de imperfecciones, esa arteria segura en la que un motociclista puede realmente pisar el acelerador sin temor a que un bache lo saque disparado al asfalto, se ríe, lo piensa y dice:

“La 26 es la que está mejor conservada, imagino que porque es la ruta al aeropuerto. Es, sin lugar a dudas, la mejor pista para correr y para hacer piques. Incluso a mediodía tú puedes usarla como una autopista si vas en una moto porque tienes más posibilidades de acelerar y de esquivar carros. Obviamente es una práctica totalmente imprudente, lo sé, pero esta es una vía en la que tú le puedes subir los cambios a la moto y acelerar, seguir acelerando y seguir haciéndolo. Tú sabes que hay cámaras, retenes y otras mil cosas pero la sensación es demasiado… Vale la pena”, finalizó.