Reformular planes de desarrollo | El Nuevo Siglo
Jueves, 2 de Abril de 2020
  • La pandemia cambió las prioridades nacionales
  • Nueva hoja de ruta a gobernaciones y alcaldías

 

Los planes de desarrollo, ya sean del orden nacional, departamental o municipal, constituyen la hoja de ruta que deben seguir esos niveles de la administración pública al llevar a cabo las metas y los programas de mayor calado para solucionar las problemáticas más ingentes de la población. En ese orden de ideas, cada plan delinea y estructura la tarea gubernativa a lo largo del mandato cuatrienal y permite a la ciudadanía conocer el norte de la gestión.

Los gobernadores y alcaldes que se posesionaron el pasado 1º de enero venían confeccionando ya sus respectivos planes, apoyándose en esquemas de discusión amplios y abiertos a todos los sectores políticos, económicos, sociales, gremiales e institucionales de sus respectivas jurisdicciones. Todo ello con miras a que antes de que terminara el primer semestre de este año los articulados pudieran ser llevados a las asambleas departamentales y los concejos municipales, con el fin de que fueran debatidos de forma profusa y en pocos meses estuvieran aprobados, señalando el derrotero a seguir hasta 2023.

Sin embargo, es apenas claro que la pandemia del Covid-19 cambia todo el panorama y las prioridades de los gobiernos de nuestro país, desde la Casa de Nariño hasta gobernaciones y alcaldías. Aunque apenas acabamos de iniciar la fase de contención de la epidemia, es evidente que esta emergencia sanitaria inédita tendrá graves y profundas consecuencias en todos los aspectos. No en vano se asegura que se trata de la crisis más grande que ha enfrentado nuestro país en las últimas décadas.

Hay que ser realistas. A menos que se desarrolle una vacuna rápidamente, es seguro que el plan de contingencia para frenar la curva de contagios y la tasa mortal abarcará varios meses, con la alta posibilidad de que sea necesario ampliar el actual período de cuarentena nacional o mantener, incluso por ciclos de tiempo, algunas de las restricciones a la movilidad de la ciudadanía y la dinámica económica y productiva.

En segundo lugar, es claro que el coletazo de la pandemia obligará a que el país tenga que entrar en una rápida estrategia de reactivación a todo nivel, con el fin de evitar la profundización de la pobreza en los sectores socioeconómicos más vulnerables, la paralización de gran parte de las empresas y de las actividades productivas, un aumento mayor en el desempleo, así como la alteración grave de todas las políticas de desarrollo multidisciplinario a nivel nacional, regional y local.

En ese orden de ideas, es apenas obvio que el proceso para la construcción de los planes de desarrollo en las gobernaciones y alcaldías tiene que reformularse de forma urgente, ya que muchas de sus metas, énfasis gubernativos y programas bandera no corresponden ya a la realidad que está atravesando el país por cuenta de la pandemia. Serán otras las prioridades que se tendrán una vez la emergencia sanitaria pueda ser controlada o, al menos, su nivel de morbilidad y letalidad se reduzca sustancialmente.

Así las cosas, corresponde al Gobierno nacional y al Departamento de Planeación instruir a las administraciones departamentales y municipales para que, por el momento, aplacen el proceso que venían desarrollando para la construcción de sus planes de desarrollo. Es necesario esperar la evolución de esta crisis y establecer de forma seria y objetiva el nivel de daño a los sistemas sanitarios, económicos, fiscales, laborales, educativos, gremiales, culturales, institucionales y de toda índole en cada región. Solo cuando se tenga ese diagnóstico consolidado se debería proceder a fijar las estrategias de reconstrucción y reactivación que se aplicarán en cada departamento y municipio.

Es más, incluso ya se han escuchado voces de expertos que recomiendan replantear también las metas del Plan Nacional de Desarrollo aprobado el año pasado, bajo la tesis de que se trata de una estrategia gubernativa que quedó desfasada frente a la gravedad de la actual crisis y las consecuencias profundas que tendrá en todo el país.

Visto todo lo anterior, queda claro que en estos momentos toda la estructura estatal a nivel nacional, departamental y municipal debe estar enfocada única y exclusivamente en hacer frente a la epidemia, sin distraerse en otras tareas claramente secundarias en medio de esta coyuntura inédita. Ya habrá tiempo, en algunas semanas o meses, para retomar el proceso de los planes de desarrollo y fijar la hoja de ruta para la superación de la emergencia en todos sus órdenes.