Pasión de Bach, buen plan para Jueves y Viernes Santos | El Nuevo Siglo
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Jueves, 9 de Abril de 2020
Emilio Sanmiguel

¿Qué habrán sentido los asistentes el 11 de abril de 1727 cuando, casi con absoluta seguridad en el Oficio de Viernes Santo se interpretó por primera vez la Pasión según San Mateo BWV 244 de Johann Sebastián Bach en la Iglesia de Santo Tomás de Leipzig?

Pregunta sin respuesta. Porque se trataba de una obra religiosa y ese tipo de composiciones no eran objeto de las crónicas periodísticas de la época. Más aún si hemos de aceptar que el Kantor de Santo Tomás no era una celebridad, era a lo sumo el proveedor de música sacra para la vida religiosa de la capital de Sajonia, que entonces tendría 32.000 habitantes.

Que se sepa, siempre en el marco del Viernes Santo se interpretó en cuatro oportunidades. Con algunas variantes a lo largo de 15 años. La versión que se considera definitiva es la de 1736 y es decir la más frecuentemente interpretada, básicamente difiere de las otras por instalar al final de la primera parte, en el lugar que ocupaba el Coral “Meinem Jesum lass ich nicht” la Gran Fantasía coral-instrumental que abre la Pasión según san Juan, “O Mensch, bewein dein Sünde gross” que acrecienta, aún más, la majestuosidad de la composición más grande de todos los tiempos.

Efectivamente, ¿Qué sentiría esa comunidad de luteranos que la oyó en Santo Tomás, con el compositor al órgano dirigiendo ese monumento del arte occidental?

Porque al contrario de nuestros tiempos, esa gente sabía de música mucho más de lo que podemos imaginar hoy en día. La música formaba parte de la vida cotidiana y de la vida religiosa, se hacía en familia después de la jornada y era parte integral de la liturgia, porque así lo había querido Lutero.

Más de uno debió darse cuenta de que la Pasión de san Mateo traducía en sonido el fervor religioso, “Una agradable armonía para el honor de Dios y las delicias permisibles del alma”, dijo Bach en alguna oportunidad.

Seguramente para el segundo de sus numerosos hijos, Carlos Felipe Emanuel, esa grandeza no debió pasar inadvertida, porque de todos fue el que comprendió con más claridad la grandeza de su padre.

Escrita para ser interpretada a lo largo del oficio luterano del Viernes Santo, está organizada en dos partes, la primera para ser interpretada antes de la Homilía, la segunda después de ella.

 

La arquitectura de la Pasión de Mateo

Desde el punto de vista de los textos, Bach plantea cuatro niveles.

El primero, el Narrativo, corresponde al relato de San Mateo -capítulos 26 y 27- el tenor, en recitativo, se encarga de la voz del evangelista, su parte es deliberadamente sobria y objetiva, es al oyente a quien corresponde en su fe conferirle profundidad y dramatismo. De la voz de Jesús, Pedro, Pilatos y su mujer, Judas, Caifás, la criada, se encargan los solistas. De la turba y los soldados romanos el coro. Un detalle para no dejar pasar inadvertido: salvo una excepción, la voz de Jesús se oye siempre acompañada de las cuerdas, lo que parece rodear su voz de una especie de halo místico y luminoso.

El segundo nivel es el Lírico, es decir, las Arias y los Ariosos. Es la reflexión personal y contemplativa del compositor, sobre los hechos del relato, el autor de los textos es Christian Friedrich Heinrici, porea y libretista, amigo de Bach, conocido como “Picander”. La orquestación de las arias es de variedad inusitada, prácticamente todas están orquestadas de manera diferente; aquí es evidente la influencia de la ópera italiana...

Un tercer nivel, el de los textos, es Devocional, es una selección de Corales de la tradición luterana, su función es implicar a la comunidad, desde el presente, en la reflexión de los hechos del pasado, textos y melodías de esos corales eran familiares para los asistentes que, interiormente, podían seguirlos.

Finalmente está el nivel Monumental, el encargado de conferir el marco de majestuosidad majestuosa. Son tres coros, el inicial de Las hijas de Sion, una Fantasía coral sin precedentes en la historia. El segundo, ya mencionado, que cierra la primera parte. El tercero, simboliza el entierro de Jesús, que musicalmente está en tiempo de Zarabanda

Ahora, también hay que considerar el planteamiento de dos niveles temporales, diferentes, el del relato bíblico propiamente dicho, contrapuesto al presente: es la reacción y reflexión contemporánea, manifiesta en las Arias  y corales, válida para los tiempos de Bach y para el presente, que le otorga a la obra trashumar por los siglos sin perder vigencia.

Finalmente queda la nuez de todo este asunto: la música.

Hablando de una manera peligrosamente genérica, la música de Bach fue la encargada de lograr fusionar, como no lo consiguió ningún otro de sus contemporáneos, la tradición italiana y francesa y pasarla por el tamiz de la polifonía germánica.

En la Pasión llega al más alto grado de sabiduría y esplendor la práctica derivada de la escritura de sus ciclos de Cantatas, que se aúna con su experiencia como compositor de música instrumental en las cortes de Weimar y Köthen, anterior a su llegada a Leipzig: de las Cantatas el dominio absoluto de los medios, la invención melódica escala cumbres insospechadas, el dominio del medio instrumental y armónico es innegable y los diseños rítmicos asombrosos. De Bach hay que decir que fue el compositor del barroco que contó con el más alto dominio técnico y, así resulte extraño, el más vanguardista posible.

Sin embargo, todo podría resultar anecdótico si pasáramos por alto lo que es verdad: que de los músicos de la historia es el más grande y eso no tiene explicación.

Oír la Pasión según San Mateo es una experiencia única. La obra está dividida en dos partes. La primera tiene tres partes, La unción en Betania, La última Cena y El monte de los olivos. La segunda tiene cinco: Falso testimonio, Interrogatorio ante Caifás y Pilatos, Entrega y Flagelación, Crucifixión y El Entierro. Es decir, la primera corresponde a hoy, Jueves Santo¸ la segunda a mañana Viernes.

¿Por qué no oírlas así?: hoy la primera parte, mañana la segunda.

No está demás anotar que no es necesario ser creyente. Lo dijo Ciorán, “Bach es la única cosa que te da la impresión de que el universo no es un fracaso”. A Nietzsche, que de creyente no tenía ni un pelo, no le tembló la voz para manifestar “Es imposible describir la inmensa riqueza de su música, su naturaleza sublime y su valor universal, comparándola con cualquier otra cosa en el mundo”