Lo inevitable | El Nuevo Siglo
Jueves, 30 de Abril de 2020

Mañana inicia mayo 2020 con una bendita curva que no aplana: la pandemia.  Y el mundo está hambriento no por falta de alimentos, sino porque no hay con qué comprar.

La población global seguirá guardada aunque habrá algunos intervalos para salir e ir desplegando alas progresivamente.

Salir de casa este jueves e interrumpir el confinamiento es el peor de los mundos.

Aventuro que cuando se vayan soltando las amarras, en algunas regiones será preciso volver al encierro. Habrá rebrote del virus según científicos y epidemiólogos.

La Organización Mundial de la Salud implora seguir en casa, no precipitar la cuarentena. Pide alargarla hasta que ocurran uno o dos eventos: una vacuna contra el virus o un nivel mínimo de contagios.

Mientras se da uno u otro escenario, persiste la disyuntiva de si prender la economía y vamos a producir o continuamos guardados en casa.

Los gobiernos van a tener que tomar decisiones políticas impopulares para mantener a flote la economía sin sacrificar vidas.

Será inevitable ir soltando riendas a la producción aunque haya que asumir un alto precio en vidas humanas.

El demonio invisible acecha en cada esquina, pero es preciso plantarle cara saliendo a trabajar. Es inevitable.

Arrancar el motor o la economía seguirá pasando aceite.

Poner a flote empresas, producción, empleo e inversión, sin bajar guardia en salud.

Defender la vida humana por encima de cualquier parámetro moral o material, no lleva a que de a poco no se pueda dar luz verde al semáforo económico.

El tablero de la economía muestra luces rojas hace semanas. Cientos de miles de negocios grandes, medianos y pequeños están a punto de quebrar y cerrar definitivamente porque ya no resisten más.

A unos les ha llegado crédito, a otros subsidios. Tener las puertas cerradas indefinidamente, no generar ingresos y tener que desamparar trabajadores, están causando una histeria que contagia.

Mientras cientos de familias salen a la calle incumpliendo protocolos de protección debido al afán del hambre y el desespero del desempleo, los gobiernos anuncian salidas financieras para dar respiro a muchos sectores, pero no a todos.

Millones de profesionales e independientes, negocios de barrio no dan más. Ni les llega crédito bancario ni les alcanza para pagar servicios, arriendos, proveedores y nómina.

Así las cosas, se viene una larga fila india de desempleados que empezará a influir en una mayor pobreza extrema, menor consumo y cultura del no pago.

No será fácil para un pequeño tendero o comerciante ponerse al día con sus obligaciones bancarias cuando mejoren las condiciones.

Será duro ponerse al día con las cuotas mensuales de los créditos porque la gente escasamente va a tener para pagar proveedores, salud y educación.

El complique es de doble vía. Ahora, hay dificultad para millones de personas para  acceder a subsidios y crédito barato. Después, cuando los bancos inicien los cobros de los créditos, no habrá con qué pagar.

Ser compasivos y pacientes, reinventarnos sin renunciar al coraje.

Inevitable adaptarnos a nuestra sobresaltada normalidad.