La solidaridad colombiana | El Nuevo Siglo
Viernes, 17 de Abril de 2020
  • En la crisis aflora lo mejor de las mayorías
  • Momento de altruismo y desprendimiento

Los más reconocidos pensadores y humanistas contemporáneos coinciden en que la pandemia del Covid-19 es, sin desconocer su gravedad en materia de saldo mortal y afectación socioeconómica de alto espectro, una oportunidad para que la humanidad reflexione sobre la forma en que el materialismo, el egoísmo y el individualismo han impactado la escala de valores y de comportamientos éticos de la sociedad en las últimas décadas. Incluso hay múltiples opiniones señalando lo que implica que la expansión del coronavirus no respete fronteras, estatus económico, niveles de desarrollo y otras categorías y clasificaciones que han marcado las grandes brechas del mundo en la última centuria… Se trata de elucubraciones filosóficas que, en la mayoría de los casos, están signadas por un alto nivel de subjetividad y -negarlo sería ingenuo- fuertemente influenciadas por posturas políticas, ideológicas, sociales e intelectuales de sus autores. Por lo mismo se trata de ópticas que pueden ser tan válidas como rebatibles, al tiempo que llegan a conclusiones sustancialmente disímiles sobre las consecuencias que la crisis sanitaria tendrá en el ser humano en sus roles individual, familiar, laboral y social.

Evidentemente es muy temprano para señalar cuál de esas múltiples teorías tiene mayor certeza. Además, en estos momentos de emergencia las prioridades son otras, especialmente relacionadas con la salvaguarda de la vida y la mitigación del impacto del coronavirus en la realidad mundial. Es claro que lo más importante en esta difícil coyuntura no son las formulaciones teóricas sobre el futuro sino las acciones reales y tangibles para el aquí y el ahora. Por ejemplo, en medio de la preocupación nacional por el aumento de contagios y decesos por esta enfermedad viral resultan un aliciente y un elemento esperanzador los actos de solidaridad y desprendimiento que desde muchos sectores se están registrando para hacerle frente a esta pandemia.

Por ejemplo, el sector privado ha sorprendido con acciones altruistas en materia de donación de mercados, financiación de adquisición de elementos médicos y otra serie de medidas para disminuir lo más posible las consecuencias nefastas de la emergencia sanitaria. Desde los grandes empresarios y grupos económicos, hasta compañías de mediano y pequeño capital están movilizando, de forma altruista, recursos, esfuerzos productivos y talento humano en pos de crear un frente común contra esta crisis. Cuantiosos aportes en dinero y en especie así como fábricas que han adecuado sus líneas para producir alimentos, dispositivos médicos y otros elementos vitales en estos momentos, son una muestra de un renovado y decidido sentido de la fraternidad  colombiana.

Igual puede decirse de un gran número de universidades y centros de investigación que han activado sus mejores grupos de desarrollo científico para producir ventiladores mecánicos, tapabocas, camillas y otros dispositivos médicos de primera necesidad en esta crisis.

También debe resaltarse a muchas empresas de servicios que están poniendo su granito de arena en este plan de contingencia contra el Covid-19. Hay múltiples muestras de esa solidaridad colombiana en tiempos de emergencia. Compañías que han abaratado sus tarifas o facilitado el acceso gratuito a sus productos en estos momentos de cuarentena nacional. Los beneficios y ayudas al personal sanitario que está en la primera línea de batalla al coronavirus son igualmente una muestra tangible de ese sentimiento nacional que agradece y valora a quienes están siendo considerados como los héroes en este momento crítico.

Pero también debe reconocerse la forma en que muchas personas están colaborando para asistir a las familias más pobres y desamparadas. Las campañas de donaciones de dinero, mercados y otros productos que se han  activado a nivel nacional están teniendo un alto nivel de participación de la ciudadanía, cada quien en la medida de sus posibilidades y dentro de las limitaciones propias del confinamiento social y sus consecuencias en los ingresos de los hogares. Igual se reportan desde todo el país actos de solidaridad espontáneos y anónimos con quienes más necesidades pasan. Se evidencia un sentido de lo colectivo y, sobre todo, una percepción creciente de que sólo unidos podremos salir avante de estos difíciles momentos.

Obviamente continuamos siendo un país cruzado por múltiples violencias y problemáticas socioeconómicas. La delincuencia también sigue haciendo de las suyas, igual los acaparadores y especuladores. Los actos de corrupción con los dineros de la emergencia ponen de presente que este cáncer sigue extendiéndose. Sin embargo, una vez más, en situaciones de crisis aflora ese mayoritario sentimiento colombiano solidario, desinteresado, generoso, humanitario y, sobre todo, propio de una sociedad que pese a haber sufrido barbaries y tragedias al por mayor, se muestra valiente, resiliente y decidida a enfrentar todos los desafíos, movilizándose por quienes más sufren.

Ese sentimiento colombiano se constituye en la mayor y más firme esperanza de que podremos afrontar esta crisis. Como lo hemos reiterado en estas páginas, apenas estamos en la primera parte de la emergencia y se vienen las semanas más difíciles. Es allí en donde todos debemos acudir a nuestros mejores sentimientos y valores para derrotar a un enemigo muy peligroso.