Humor, creatividad, entusiasmo (I) | El Nuevo Siglo
Domingo, 19 de Abril de 2020

“Buscar la felicidad es seguir a Jesucristo”

¿Quién no sueña con ser feliz? El noticiero alemán (la DW) cree haberla encontrado como la presenta en su serie En forma. Pero confunde la felicidad con la alegría, con terapias ligeras. Presenta a una terapista que, con algunos ejercicios, lleva a sus clientes a creer que son felices: este famoso noticiero sugiere que el buen humor, la creatividad y el entusiasmo son el camino a la felicidad, partiendo de la gratitud y la apertura, acompañados de algunos ejercicios.

Como todo lo de la DW el episodio es atractivo y convincente. Claro que este programa de televisión no tiene el rigor científico propio del tema: una cosa es media hora de especulación agradable y otra la felicidad como virtud: sinónimo de la moral universal y eterna -entendiendo la virtud como los hábitos operativos positivos- que lleva a la persona humana a ser más. Es evidente que confundieron la chicha con la limonada.

Y, así las cosas, la felicidad puede dar para todo -y el tema da para cualquier cantidad de estudios y publicaciones- mientras que, para los cristianos, la felicidad le da sentido a la vida, en consideración a que esta marca el camino, y en consecuencia a la verdad. Indiscutiblemente, la persona humana es cuerpo (temporal) y alma inmortal: Un famoso pensador africano de los siglos II y III (de origen maniqueo) terminó argumentando que existen dos mundos: el de los sentidos y el del intelecto, y que el intelecto, es más elevado… y preguntaba: ¿sabes por qué? ¡Porque es más real! Más próximo a la realidad: el pensamiento carece de extensión, y de peso... de aquí que sabemos que puede existir algo que no es extenso, que no ocupe un lugar en el espacio. Y si no pesa ni ocupa lugar, no puede ser corpóreo: si existe un espíritu puro -y este tiene que ser la parte más alta del alma, la racional– la que hace que el hombre sea tan superior a los animales. No tiene extensión, no ocupa espacio… Por eso, Dios un espíritu puro, no ocupa un lugar determinado, lo que quiere decir que puede estar en todas partes al mismo tiempo: es omnipotente.

Este profesor, después de dar muchos palos de ciego, y de viajar como loco por el mundo -de tener una esclava amante y un hijo con ella- llegó a la conclusión que el amor sabe. Que se tiene que buscar la luz que si nos ilumina, la inalterable luz que brilla e ilumina el alma, y la mente. Que lo que permanece es superior a lo que cambia. Este supo que lo que sabía es porque eso es. Lo que nos lleva a caminar por veredas seguras. Claramente, ese Dios que encontró, este incansable pensador, solo podía ser el amor perfecto. Lo que nos lleva a reconocer que buscar la felicidad es seguir a Jesucristo, quien, con su sacrificio, incondicional y amoroso, nos abrió la puerta, de par en par, a la infinita y eterna felicidad. Nos has hecho para Ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en Ti. Nota: el personaje de esta historia es Agustín de Hipona.