“Este es un momento de reflexión para todos”: cardenal Salazar | El Nuevo Siglo
Foto Diana Rubiano/ El Nuevo Siglo
Sábado, 4 de Abril de 2020
Redacción Nacional

Rubén Salazar, arzobispo de Bogotá y cardenal primado de Colombia, le dijo a EL NUEVO SIGLO que a través de un acontecimiento tan difícil como este, indudablemente Dios nos está hablando

 

EL NUEVO SIGLO: Hoy es Domingo de Ramos. ¿Cómo se va a vivir la Semana Santa este año y con esta coyuntura de la Covid-19?

RUBÉN SALAZAR GÓMEZ: Esta va a ser una Semana Santa completamente diferente a las anteriores y yo espero, y así se lo he pedido al Señor, que sea la única que se nos presente en la Iglesia Católica de esta manera.

Porque tendrá que ser una celebración a puerta cerrada, sin fieles, sin procesiones. Las celebraciones van a ser absolutamente solitarias en el sentido que no habrá comunidad presente, pero se van a celebrar en cada una de las iglesias parroquiales, y los párrocos van a hacer el esfuerzo de transmitir todo por streaming, para que su comunidad parroquial pueda seguirla y unirse espiritualmente a esa celebración.

Esta celebración nos exige una fuerza muy grande en la fe, porque no vamos a estar presentes, no vamos a participar de los cantos, no vamos a poder comulgar, pero desde nuestras casas trataremos de reunirnos todos como un solo corazón y una sola alma para que no perdamos el fruto de esta celebración de la Pascua, que es la celebración litúrgica más importante del año.

 

Abrir el corazón

 

ENS: Antes de la Covid-19, ¿cuál era el mensaje de este año en esta Pascua?

RSG: La Semana Santa es la fiesta más importante para nosotros, porque celebramos el misterio de la muerte y resurrección de Cristo, que es lo que cimienta nuestra fe. Nosotros somos cristianos-católicos, es decir que somos discípulos misioneros de Cristo y pertenecemos a su comunidad, a su Iglesia y lo reconocemos a Él como el hijo de Dios hecho hombre por nosotros.

Por lo mismo, el mensaje de Semana Santa siempre ha sido fundamentalmente el mismo: invitar a que contemplemos el amor misericordioso de Dios padre, manifestado en la muerte y resurrección de Cristo. Y que abramos plenamente nuestro corazón para recibir al espíritu Santo, que transforma nuestra vida.

¿Y la transforma cómo? Haciéndonos capaces de amar. De amar de verdad a Dios como hijos suyos y de amar a los demás como hermanos. De esa manera, el cristiano que celebra en la Iglesia la muerte y resurrección del Señor se hace sal de la tierra y luz del mundo. Es decir, se hace instrumento de un cambio profundo en la sociedad para construir juntos una sociedad más justa, más fraternal y más solidaria.

ENS: ¿Cuál es el mensaje ahora, en esta complicada coyuntura?

RSG: Lógicamente ahora, viviendo lo que estamos viviendo, la Iglesia le dará un énfasis al aspecto de la solidaridad en medio del sufrimiento y de la angustia. De la necesidad que nos consolemos, nos ayudemos, tendamos la mano a los más pobres y a los más necesitados; que podamos de verdad contribuir con nuestra fe, con la luz y con la fuerza que nos da el encuentro con Cristo. Para que el dolor y el sufrimiento que están viviendo millones de personas sean menos intensos y podamos pronto superar esta situación que es, indudablemente, una situación de muerte.

 

El Señor nos habla

 

ENS: ¿Cómo ve a la fe católica en estos momentos? ¿Cree que la Covid-19 la ha fortalecido? ¿Cree que este virus hará que nuevas personas se acerquen a Dios?

RSG: Sí, yo creo que sí. El Señor habla a través de los acontecimientos de la historia. Y a través de un acontecimiento tan sumamente duro, difícil y universal como este del coronavirus, pues indudablemente que nos está hablando. Nos está invitando a que reconozcamos nuestras limitaciones, nuestra vulnerabilidad, nuestra debilidad y nuestra mortalidad, para que seamos capaces de comprender cómo nuestra vida es efímera, absolutamente pasajera y puede terminar de un momento a otro.

Para que entendamos cómo se pueden presentar estas situaciones en las cuáles todos los valores humanos como el valor económico, el valor cultural y otros tantos, se pueden venir abajo.

Entonces, este es un llamado muy fuerte a que nosotros pongamos el corazón en las cosas  verdaderamente válidas e imperecederas como el amor y la solidaridad, para que seamos capaces de construir una sociedad que no esté sustentada sobre el afán de lucro, sobre el afán de poder, sobre el afán de placer y hagamos una sociedad mucho más austera, pero también, mucho más solidaria y participativa en la construcción misma de la sociedad.

ENS: Cardenal, ¿usted cree que una vez salgamos de esta crisis, todas estas lecciones que nos ha dejado la Covid-19 perdurarán en el tiempo, o tal vez en un par de meses o de años volvamos a lo mismo y el cambio universal que esto está generando se pierda?

RSG: Es un riesgo siempre presente que nosotros desaprovechemos las oportunidades que se nos presentan de cambiar y de darle un nuevo rumbo a nuestra vida tanto personal como comunitaria e incluso mundial, como en este caso.

Es un riesgo y siempre es posible que la humanidad no sea capaz de estar a la altura de los retos que se le presentan. Pero yo le pido al Señor, y estoy seguro que Él nos va a escuchar en ese sentido, que este va a ser un momento muy fuerte de reflexión para todos, que nos llevará a enderezar el rumbo; que nos llevará de verdad a pensar que tal vez estábamos muy equivocados yendo por los caminos que estábamos caminando.

ENS: Hace una semana vimos al Papa en un acto sobrecogedor, por decirlo menos, bendiciendo al mundo. ¿Usted cree que el mundo había visto algo así? ¿Qué significa?

RSG: La bendición urbi et orbi suele darse solamente en la Navidad y en la Pascua. El Papa quiso anticiparla en una ceremonia de oración muy intensa delante del Santísimo Sacramento y de las imágenes del señor crucificado y de la Virgen María. Una oración muy intensa por el mundo, para que el planeta pueda superar esta situación tremendamente difícil que está viviendo y para que todos seamos verdaderamente solidarios.

Para que los gobernantes encuentren las medidas necesarias para que podamos afrontar juntos esta situación. Fue una vivencia realmente muy intensa de la fe que nos unió a todos íntimamente en lo más profundo de nuestro corazón, y que nos hizo orar al Señor para suplicarle que Él intervenga y esta pandemia cese lo más pronto posible. Para que podamos recuperar la salud, la tranquilidad y la paz, además que de ahí vengan tiempos mejores para nuestro mundo.

 

Mensaje de solidaridad

 

ENS: Concretamente en este momento, ¿cuál es el mensaje de la Iglesia para Bogotá y para el mundo, frente a esta coyuntura?

RSG: Es un mensaje de esperanza y de solidaridad. Nosotros como creyentes podemos perfectamente entender que la enfermedad, el dolor y la muerte no son la última palabra. Cristo no quedó vencido al morir sino que resucitó de entre los muertos y eso es algo en lo que nosotros creemos. La resurrección de Cristo, que es la victoria de la vida sobre la muerte, es lo que nos da a nosotros los católicos la certeza que todas estas realidades tan dolorosas que nos sumen a veces en la desesperación, son pasajeras y transitorias.

Porque creemos que el Señor está presente, que camina con nosotros, que nos consuela, nos ilumina, nos fortalece y que nos da todo lo que necesitamos para poder caminar hacia delante siempre, sin dejarnos vencer por estas circunstancias adversas. Por eso debe ser un mensaje de esperanza.

Pero también, es una esperanza que se tiene que convertir en solidaridad, porque con esta situación de cuarentena que se está viviendo y con toda la recesión económica que comienza aparecer, pues son millones las personas vulnerables que van pasar una situación sumamente difícil desde el punto de vista financiero.

Algunas personas van a pasar hambre, otras van a perder sus trabajos. Se va a presentar realmente una situación que va a exigir de todos nosotros, renunciar a nuestros egoísmos y a nuestros caprichos y ser capaces de vivir de verdad una solidaridad auténtica y una corresponsabilidad, compartiendo lo que somos, lo que podemos, lo que tenemos, para que no haya en el mundo ningún marginado, ningún excluido y ninguna persona que no tenga acceso a sus derechos fundamentales.

Yo espero que este mensaje de esperanza y de solidaridad sea recibido por todos, de cualquier religión, y que de esa manera podamos hacer de esta pandemia una ocasión de crecimiento, así como de cambio profundo de nuestra sociedad.

 

Ayuda a parroquias

 

ENS: Usted mencionó que económicamente muchos sufrirán. ¿Cómo sorteará la Iglesia esta pandemia en Bogotá?

RSG: Nosotros estamos haciendo un esfuerzo muy grande por ser solidarios entre las parroquias, porque estas, sobre todo algunas, las más pobres que están en los barrios populares, son parroquias que a duras penas se sostienen con los auxilios que reciben de otras parroquias.

Por supuesto, la Iglesia Católica seguirá como siempre, estando presente en la medida de sus posibilidades, consolando a los pobres, a los afligidos, asistiendo a los enfermos y ayudando a todas las personas a encontrar una vida digna en medio de las dificultades. El Señor le ha dicho a la Iglesia que tiene que ser la sal de la tierra y luz del mundo, es decir, que tiene que estar como signo de misericordia, compasión y de ayuda mutua, y eso es lo que podremos hacer encontrando formas nuevas de acuerdo con las circunstancias.

ENS: ¿En este momento la Iglesia ya tiene alguna línea de acción para recibir fondos y redistribuirlos?

RSG: Pues nosotros estamos empezando a lanzar una campaña que hemos llamado Camino, Verdad y Vida. Nuestro señor Jesucristo se definió a sí mismo con esos términos y estamos buscando que los fieles más acomodados sean más solidarios y compartan mejor con nosotros, para que podamos como Iglesia seguir adelante con todas las iniciativas y las instituciones de ayuda a los más pobres y necesitados que manejamos permanentemente.

 

DESTACADO

“Este virus nos está invitando a que reconozcamos nuestras limitaciones, nuestra vulnerabilidad, nuestra debilidad, nuestra mortalidad”

 

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Rubén Salazar, arzobispo de Bogotá y cardenal primado de Colombia, explicó que “el Señor habla a través de los acontecimientos de la historia”. /Diana Rubiano

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El arzobispo de Villavicencio, Óscar Urbina, presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC), consideró que “si aprovechamos ahora la oportunidad de rescatar el sentido comunitario, eso nos va a ayudar mucho”. /Archivo ENS

 

RECUADRO

“El punto de partida es valorar la vida”

 

Para el arzobispo de Villavicencio, Óscar Urbina, presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC), el mensaje católico en este tiempo de pandemia es que “si yo amo mi vida, entonces cuido, valoro y respeto la vida de los demás. Ese tiene que ser el punto de partida: valorar la vida, el tesoro grande y maravilloso que Dios nos dio junto con nuestra libertad”.

EL NUEVO SIGLO: ¿Cuál será hoy el mensaje de la Iglesia católica?

ÓSCAR URBINA: Con el Domingo de Ramos iniciamos la Semana Santa que tiene en este día su prólogo.

Luego vendrán los tres grandes días: Jueves, Viernes y Sábado Santos, que culminan en el Domingo de Resurrección.

Así, se abre la puerta a la Pascua, que es el corazón de nuestra fe cristiana, celebración que se prolongará durante 50 días hasta la solemnidad de la venida del Espíritu Santo conocida como Pentecostés.

Este domingo, en el que no veremos en las calles procesiones multitudinarias de fieles agitando los ramos con la fuerza de la fe, sino que expresaremos desde nuestro corazón en nuestras casas la disponibilidad de seguir a Jesús, la Iglesia nos invita a que vayamos a lo fundamental. Y lo fundamental es rescatar nuestra fe, nuestra esperanza y nuestro amor.

Que este acontecimiento mundial que estamos viviendo, que nos impide participar en las celebraciones en nuestros templos, en nuestras calles, lo podamos vivir desde la fe para fortalecerla.

Ante este momento difícil que estamos viviendo, los creyentes tenemos un compromiso muy grande con nuestra sociedad, para que después de este tiempo duro, complejo, trabajemos unidos por un mundo más justo, más fraterno, más humano y reconciliado.

ENS: ¿Cómo debemos afrontar la pandemia?

OU: Desde la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC) hemos hecho un llamamiento insistente a la responsabilidad, a la esperanza y al compromiso de unos con otros.

Si yo amo mi vida, entonces cuido, valoro y respeto la vida de los demás.

Ese tiene que ser el punto de partida: valorar la vida, el tesoro grande y maravilloso que Dios nos dio junto con nuestra libertad. Así, aunque lo que se me pide sea complejo, y a veces difícil o incómodo, sé que lo cumplo por mí y por mis hermanos.

ENS: Una es la crisis de la pandemia y, otra, la crisis económica que sigue después. ¿Cómo afrontar esa crisis posterior?

OU: Si aprovechamos ahora la oportunidad de rescatar el sentido comunitario, eso nos va a ayudar mucho.

Pasaremos por momentos difíciles, complejos, pero ya nadie nos podrá desprender de las necesidades del otro, no podremos ser más indiferentes y, así, nos esforzaremos todos para procurar que la economía esté al servicio de las personas y no de los bolsillos.

Creo que será una lección muy grande que no necesitará teorías, porque la hemos vivido en la práctica.