Atajar coletazo pandémico | El Nuevo Siglo
Miércoles, 14 de Abril de 2021

Las cuarentenas, medida dura pero necesaria

* Países con mejor vacunación las adoptaron

 

Tras más de un año en emergencia sanitaria por cuenta de la pandemia, Colombia se enfrenta al tercer pico de contagios y decesos que, lastimosamente, parece tener un mayor índice de morbilidad y letalidad. Si bien es cierto que el país arrancó un plan de vacunación desde mediados de febrero y se aspira a llegar a cuatro millones de personas inoculadas al final de la próxima semana, es muy lejana todavía la meta de 35 millones de compatriotas con el biológico administrado, que es el piso poblacional a partir del cual se calcula que comenzará la llamada “inmunidad de rebaño”. Es decir, la instancia en donde es tal la cantidad de personas inmunizadas que el virus pierde de forma sustancial su capacidad de contagio y queda atrás la fase pandémica.

Por lo mismo, para enfrentar este tercer pico de infecciones y fallecimientos se está acudiendo a la misma fórmula de un año atrás: reducir lo más posible la cantidad de personas en espacios abiertos, en donde la proximidad social y el relajamiento de los protocolos de bioseguridad básicos se convierten en un factor de riesgo muy alto, no solo para quienes transitan por estas zonas sino para sus familiares y allegados en sus respectivas casas. Esa es la razón primaria de las cuarentenas, las medidas de ‘pico y cédula’, toques de queda focalizados, limitación de aforo en el transporte público, las instalaciones educativas y centros comerciales, así como de la prohibición de cualquier actividad al aire libre e inclusive en espacios cerrados que implique aglomeración de personas… Una serie de restricciones que han ido creciendo en intensidad en las últimas dos semanas, a medida que la curva epidemiológica aumenta en determinados departamentos, capitales y municipios, con el consecuente incremento de la ocupación de las Unidades de Cuidado Intensivo (UCI).

No hay, entonces, que llamarse a engaños: la situación es ya crítica en algunas regiones y los expertos señalan que en pocas semanas, dada la evolución regional desigual de la pandemia, otras zonas del país experimentarán el coletazo de este tercer pico.

En ese orden de ideas, los colombianos deben prepararse para un remate de abril muy difícil, en donde es muy posible que las cuarentenas y otras restricciones a la movilidad social y la actividad productiva sean más estrictas que las que han regido en lo corrido de este mes, sobre todo los días viernes, sábado, domingo o lunes. Por el momento, con una vacunación que apenas si avanza en un poco más del 10% de la meta, no hay mayor margen de acción para tratar de contener el aumento de contagios y decesos con otras medidas menos limitantes.

Es entendible que los sectores empresariales, de comercio y de otros rubros de productos, bienes y servicios alerten sobre las graves consecuencias que estos nuevos confinamientos poblacionales y restricciones a la dinámica productiva tendrán en sus ya de por sí muy golpeadas finanzas. También es posible que, tal como ocurrió en enero pasado -con los cierres obligados por el segundo pico del coronavirus-, el desempleo aumente en abril. Igual es previsible que el regreso a la virtualidad educativa  tenga un nuevo efecto lesivo en el proceso de aprendizaje, pues retrasa la implementación del modelo de alternancia…

Todo ello es cierto, pero no se puede desconocer que la prioridad es salvaguardas las vidas de los colombianos. El hecho de que países que van mucho más adelante que Colombia en vacunación hayan optado por reimplantar cuarentenas y otras restricciones, pone de presente que se equivocan aquellos sectores en nuestro país que insisten en que los confinamientos poblacionales no son una herramienta útil. Claro, con una circulación más abierta del virus e incluso con la presencia de cepas y mutaciones locales o importadas, puede que estas medidas no sean tan eficaces como meses atrás, pero de allí a considerarlas innecesarias hay un largo trecho y ejemplos muy dramáticos en nuestro vecindario.

Visto todo lo anterior, el mensaje es un solo: hay que multiplicar las medidas de autocuidado y los protocolos de bioseguridad, sobre todo ante la evidencia de la riesgosa relajación de los mismos en marzo, sobre todo en la Semana Santa. Si es necesario profundizar los cierres y demás restricciones, serán los expertos en salud pública los encargados de tomar las decisiones y habrá que actuar en consecuencia. Cómo amortiguar este nuevo coletazo social y económico es un asunto que le corresponde al Gobierno en asocio con el sector privado. Lo importante es no perder de vista la prioridad: atajar lo más posible esta tercera ola mortal del covid-19.