Que radiquen ya la reforma | El Nuevo Siglo
Jueves, 8 de Abril de 2021

Desgastante y gaseosa torre de babel tributaria

* Demora enrarece ambiente político y económico

 

Termina otra semana y los anuncios en torno a la inminente radicación en el Congreso por parte del Gobierno del proyecto de reforma tributaria y social siguen sin concretarse. Se había dicho que el articulado sería puesto a consideración del Parlamento tan pronto como arrancara el segundo tramo de esta tercera legislatura, pero no ocurrió, pese a conocerse el informe de la misión de expertos convocada para los efectos. Luego se indicó que antes de la Semana Santa finalmente la iniciativa llegaría al Legislativo, lo que tampoco se cumplió. Ahora, a menos que el proyecto sea llevado hoy por el Ministerio de Hacienda a las secretarías de Senado y Cámara, será necesario esperar hasta la próxima semana.

Difícilmente se puede entender esta demora si las afugias fiscales son de la magnitud que el Ejecutivo ha descrito al tratar de justificar la necesidad de buscar nuevas fuentes de recursos que permitan financiar la reactivación económica pospandemia, mantener el apoyo a la población más golpeada por la crisis sanitaria, solventar el hueco en las finanzas y contener el creciente endeudamiento público.

Es evidente que se ha perdido un tiempo valioso para el análisis en profundidad de la propuesta impositiva que vendrá acompañada de un fuerte componente social. Esa circunstancia es aún más contraproducente si se tiene en cuenta que a este remate de legislatura le quedan solo dos meses y algunos días, lo que significa que el proyecto tributario tendrá que ser tramitado a contrarreloj. No hay que olvidar que el último periodo de este Congreso se instala el próximo 20 de julio, cuando ya las campañas parlamentaria y presidencial estarán entrando en su etapa más definitiva y, por realpolitik, el margen para que senadores y representantes apoyen una iniciativa de este calado será obviamente mucho más estrecho, ya que las bancadas saben que la lectura ciudadana a esta clase de iniciativas es marcadamente negativa, por más explicaciones que Gobierno y partidos den al respecto.

De otro lado, resulta evidente que la demora en presentar la bautizada por la Casa de Nariño como reforma para “Transformación Social Sostenible”, está llevando a un debate gaseoso y desgastante frente a los alcances y propuestas puntuales que tendría. Sectores políticos, económicos, sociales, gremiales y de toda índole se han imbuido en múltiples discusiones sobre las posibles modificaciones al impuesto de renta, el IVA, gravamen a pensiones, tributos sobre el patrimonio, desmonte de exenciones… En las últimas semanas no hay día en que no se diga que tal o cual medida que vendría en el proyecto se terminó echando para atrás, morigerando o sustituyendo por un apretón en otro frente tributario. En pleno arranque de la campaña electoral, las directivas partidistas y parlamentarias multiplican sus pronunciamientos sobre lo que no apoyarán y lo que sí, pese a que no se conoce el texto de la reforma. Hasta el Presidente de la República ha tenido que salir al paso de versiones extraoficiales sobre aplicación del IVA a productos esenciales de la canasta familiar. A ello se suma que ya distintos gremios y rubros productivos han lanzado alertas tempranas sobre el impacto negativo que tendrían algunos presuntos ajustes en materia de impuestos, exenciones y descuentos. No menos llamativo es que se polemiza sobre presuntos montos a recaudar y su pertinencia… Hasta futuras demandas se han anunciado en medio de las controversias hipotéticas. En fin, Colombia está presenciando una especie de torre de babel sobre una reforma tributaria intangible.

Visto todo lo anterior, resulta urgente que el Gobierno radique de una vez por todas el proyecto. Hay que aterrizar las discusiones, enrutarlas a temas concretos y evitar que el populismo oportunista de algunos dirigentes políticos siga sacando provecho de la incertidumbre sobre las modificaciones puntuales a impuestos y demás. Tampoco conviene que el clima de negocios se continúe enrareciendo o frenando por el cúmulo de controversias gaseosas sobre el nivel de apretón a las personas naturales y jurídicas. Inversionistas, banca multilateral y firmas calificadoras también están a la expectativa de la muchas veces anunciada pero todavía no oficializada iniciativa.

Por lo mismo, la Casa de Nariño debe radicar en el término de la distancia su propuesta de reforma tributaria y social. No haberlo hecho ya ha tenido un alto costo político y generado prevenciones innecesarias en muchos sectores. Que se conozca, pues, el articulado y el debate comience sobre propuestas ciertas y objetivas. No hay más tiempo que perder.