‘Tormenta perfecta’ en Israel | El Nuevo Siglo
Jueves, 30 de Marzo de 2023

* La suspendida reforma de Netanyahu

* Rechazo masivo a debilitar la democracia

 

 

En 1992 fue aprobada en Israel una ley que otorgó al poder judicial atribuciones para restringir y hasta bloquear leyes. La intención era crear un sistema de contrapesos y balances en la atípica democracia de ese país y así ha funcionado. Por ese conducto, la Corte Suprema ha logrado suspender hasta ahora unas 20 leyes, algunas acerca de temas tan importantes y sensibles como disminuir privilegios a los judíos ultraortodoxos o limitar la construcción de nuevos asentamientos en Cisjordania.

En su nuevo gobierno -sin duda el más conservador de los últimos años- el primer ministro Benjamín Netanyahu (tres veces en ese cargo y desde 1996 una figura principal de la política israelí) quiere transformar esa situación y se lanzó a recortar atribuciones al poder judicial para otorgar un poder casi irrestricto al Ejecutivo. La iniciativa provocó el rechazo encendido de diferentes sectores, sobre todo entre sindicatos, universidades, militares y minorías, que lo consideraron un atropello al sistema y una amenaza a las protecciones de que gozan algunos grupos poblacionales, en particular las minorías.

El mundo vio en los últimos días la fortaleza y contundencia de esa reacción: manifestaciones y protestas con la participación de decenas de miles de personas en todo el país.

Impulsar una iniciativa de ese calibre y trascendencia fue un movimiento más que audaz de Netanyahu en un país de alta inestabilidad política -cinco elecciones en los últimos cuatro años- pero, sobre todo, en una sociedad profundamente dividida entre sectores que apoyan un marco laico y pluralista, enfrentado a la derecha que prefiere un estado nacionalista, con profunda influencia religiosa.

Netanyahu se tuvo que echar atrás y se vio obligado a poner la reforma en pausa, en espera de que se calmen los ánimos. “Cuando existe la posibilidad de prevenir una guerra civil a través del diálogo, yo como Primer Ministro opto por un tiempo para dialogar”, dijo. La iniciativa estará en suspenso al menos hasta la próxima sesión del legislativo, el Knesset (Asamblea), en abril, después de Pascua.

¿Tiene futuro el proyecto de la derecha, apoyada por partidos ultranacionalistas y ultra religiosos, para fortalecer su dominio y control del país y sus instituciones? No parecería, a juzgar por la diversidad y fortaleza de las fuentes de oposición que se evidenciaron: trabajadores, estudiantes, inversionistas, grupos judíos en Estados Unidos y amplios sectores de militares y de reservistas. Hoy es claro que el péndulo de la política israelí regresó a la derecha pero no con la fortaleza necesaria para lograr una transformación institucional de tanta envergadura.

La población secular de clase media que nutrió las manifestaciones así como sindicatos, funcionarios, comerciantes, trabajadores de la salud y los miles y miles de personas que participaron en las marchas demostraron que tienen la capacidad para paralizar la economía y todas las actividades de Israel, lo cual llevaría al país a su peor crisis interna de los últimos años. La oposición se une en la certeza de que la reforma eliminaría el sistema de control clave de la democracia, lo cual produce, adicionalmente, en los militares el temor de verse expuestos a la obligación de obedecer órdenes ilegales que los podrían poner en la mira de tribunales internacionales.

Pesan también, y de manera importante en la evolución de la crisis, las críticas asiduas y ácidas del gobierno de Estados Unidos a Netanyahu y su coalición, en torno de temas como la supremacía judía, el racismo antiárabe y el impulso de los nuevos asentamientos en territorios palestinos, asunto este último por el cual fue convocado recientemente el embajador de Israel en Washington, Michael Herzog. Un hecho sin antecedentes en la última década. 

Enorme reto para Netanyahu quien enfrenta, además, la acusación de que busca legislar en causa propia para defenderse de cargos por corrupción que pesan en su contra.  Su futuro parece más que sombrío entre las presiones incesantes de los sectores que aglutina, la creciente división de valores, principios, ideas y proyectos de la población israelí y la casi segura reactivación de las movilizaciones y huelgas en el momento en que decida revivir su proyecto de reforma. Una tormenta perfecta.