Más allá de las diferencias | El Nuevo Siglo
Martes, 28 de Marzo de 2023

El proyecto del Corredor Verde ha sido el tema coyuntural de los últimos días en Bogotá, pero tampoco se habla de mucho más, porque la alcaldesa parece no tener oposición y mucho menos entes de control interesados en hacerle veeduría a su administración: todo se archiva o se ignora.

Los publirreportajes de algunos medios, presuntamente aceitados por ETB, siempre tienen titulares contundentes que dan a entender un éxito rotundo e incuestionable de su gestión. Si sacáramos un diagnóstico solo basado en titulares, la capital es efectivamente un paraíso, un maravilloso mundo de Disney (como dijo en su momento la mandataria) y sus problemas son siempre culpa de terceros más no de la administración.

El proyecto de intervención a la carrera Séptima no se salva de esta ecuación, según Claudia López, es una maravillosa obra de infraestructura urbana del siglo XXI que solo encuentra oposición en unas minorías “sectarias y clasistas”, como señaló la señora alcaldesa en uno de sus acostumbrados pronunciamientos oficiales vía Twitter.

Ahora, por supuesto que lo anterior no es cierto y las críticas sobre el Corredor Verde van más allá de unos supuestos caprichos de unos “ricos” que no aceptan bajarse de su carro o de meros intereses electorales de los contradictores de la mandataria.

Hay serias y válidas preocupaciones por parte de las personas que viven o trabajan en la amplia zona residencial y comercial que comprende la Séptima, también varios expertos han manifestado sus diferencias con el proyecto y advierten de graves consecuencias para la ciudad si se realiza tal y como está proyectado. 

Lo anterior, más allá de las diferencias específicas con el proyecto como si debería o no ir un sistema de Transmilenio o de buses ligeros sobre la avenida o si la misma se debe o no peatonalizar desde la calle 92 sentido norte sur, creo, que existe un consenso en que no hay consenso y la imposición a las patadas no puede ser el camino.

Además, está administración ya le demostró a la ciudad que es incapaz de contratar bien y mucho menos terminar las obras a tiempo, dicho no por mí, sino por el mismísimo director del IDU, quién para este proyecto dijo que prometía traer esta vez sí unos buenos contratistas que tengan robustez financiera y logren hacer la obra. ¡Hágame el bendito favor!

Entonces, imagínese usted. Si no lograron hacer las cosas bien durante tres años de gobierno -y eso que no tenían el afán electoral de las territoriales tan encima-, ¿ahora sí sacarán este mega proyecto idóneamente adelante? No lo creo. El afán, se basa en la urgencia de una alcaldesa que tiene poco o nada que mostrar más allá de unas retóricas baratas y una ciudad en retroceso. Por eso quieren licitar cuanto antes, sin importar el costo o equivocaciones, para así poder capitalizarlo en elecciones.

Esperemos que el consentido mega contratista de los andenes de la 92 y la 94 no se quede con el contrato, ¡porque nunca acabará!