Costoso difamar | El Nuevo Siglo
Martes, 28 de Marzo de 2023

Gloriosamente, un pelafustán español ha sido el primer condenado por andar difundiendo noticias falsas.

Hasta ahora, cualquier pelagatos podía maquinar una operación de difamación masiva sin temer por los efectos.

Por ejemplo, si alguien odiaba a otro, podía canalizar subrepticiamente información engañosa o maliciosa pero ideológicamente atractiva para twiteros y detractores.

Podía valerse de información institucional privilegiada, violar el debido proceso, y transmitir a sus testaferros mediáticos la carne de cañón sin temor alguno.

Aunque desde Roma conocemos la infamia, la calumnia y la injuria, causar daño en las redes sociales ha sido hasta ahora el paraíso del anonimato; ergo, el de la impunidad.

Pero esa perversión ha sido desenmascarada y ahora ha sido castigada.

Se trata de un tal JJM, iniciales con las que se conoce el caso de un sujeto que divulgó por redes un vídeo falso atribuyéndole a un menor una agresión que en realidad no había sucedido en Barcelona … sino en China.

Malandro que, según el fiscal, actuó "movido por su animadversión y rechazo a los inmigrantes”, pero que servirá, de ahora en adelante, para responsabilizar a quienes:

1- Directamente, o mediante terceros, dañan la reputación de otros, suministrando información manipulada y orquestada;

2- Extraen datos que hacen parte de un proceso, lo anulan, lo vulneran, y logran su cometido gracias a las morbosas avalanchas difusoras, y

3- Creen que, por haberse amparado en la noción de no revelar las fuentes, nada tienen que ver con la virulencia en las redes, cuando, obviamente, su mala fe es la que produce la propagación dañina.

En resumen, se abre un campo sumamente interesante para hacer justicia.

Justicia frente a los que, en vez de haberse valido de sicarios, han logrado (implícita o explícitamente) impulsar a sus correligionarios a causar daño sobre sus víctimas, ideológicamente clasificadas.

Ideológicamente prefabricadas, identificadas, perseguidas, golpeadas y escarnecidas gracias a que, al ser decentes, no cuentan con mecanismos coercitivos para propinar una respuesta en igualdad de condiciones.

O que no gozan de redes de aliados dispuestos a defenderles incondicionalmente puesto que, arropadas por la cobardía, dejan solo al valiente que decidió liderar la batalla existencial.

Por ende, honores a la Audiencia de Barcelona.  

A partir de este momento, los victimarios que, agazapados, se creían a salvo de la afectación causada, ya pueden comenzar a hacer a sus cuentas.

Por supuesto, habrá que esperar un poco más para que este caso seminal cree la tendencia jurídica dominante.

Y para ser más precisos, tendencia jurídica y política dominante. Porque, en el fondo, todo esto es un andamiaje ideológico, una ruta para preservar a la sociedad democrática de la persecución y el escarnio basado en las ideas.

Como sea, será un tránsito excitante.  Es tan solo cuestión de tiempo.  Y, por cierto, es algo imprescriptible.

vicentetorrijos.com