Son 10 las tortugas más amenazadas en Colombia | El Nuevo Siglo
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Viernes, 26 de Marzo de 2021
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Todo indica que aparecieron hace al menos 220 millones de años, a finales del periodo Triásico en la era Mesozoica, aunque pudo ser mucho antes. Existen varias hipótesis sobre su origen, como que podrían ser un grupo hermano de los arcosaurios, hoy representados por las aves y cocodrilos.

Se trata de las tortugas: reptiles pertenecientes al orden de los Testudines que se caracterizan por su longevidad, movimientos lentos, un fuerte caparazón, patas cortas, rostros carismáticos y la ausencia de dientes, a pesar de que algunas son omnívoras, carnívoras o herbívoras.

322 especies de tortugas han logrado sobrevivir al paso del tiempo en el planeta, de las cuales siete son marinas y 315 continentales terrestres o de agua dulce. Sin embargo, este linaje antiguo y carismático está en alto riesgo de desaparecer, como ya le sucedió a ocho especies y dos subespecies.

Estos animales están considerados como uno de los grupos de vertebrados más amenazados en el mundo, ya que más de la mitad de las especies sobrevivientes está en vía de extinción por diversas actividades impulsadas por el hombre.

Según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), estos reptiles cuentan con un grado de amenaza superior al 58%, muy por encima del de los anfibios, mamíferos y aves.


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Título en peligro

Colombia, junto con Myanmar y Vietnam, es considerado el séptimo país con mayor riqueza de tortugas en el planeta, al albergar más de 30 especies: 29 continentales (de agua dulce, semiacuáticas o terrestres) y cinco marinas.

Lamentablemente, ese título biodiverso peligra por cuenta de acciones antrópicas. Del total de especies de tortugas continentales, que tienen su mayor distribución en las cuencas del Amazonas y el Orinoco, 10 corren un alto riesgo de extinción: dos están Peligro Crítico (CR); tres En Peligro (EN) y cinco son Vulnerables (VU).

La charapa (Podocnemis expansa) y la tortuga del río Magdalena (Podocnemis lewyana), están en Peligro Crítico; mientras que la terecay (Podocnemis unifilis), la carranchina (Mesoclemmys dahli) y la inguensa (Rhinoclemmys diademata), están en Peligro.

En la categoría de vulnerable a la extinción están la chipiro (Podocnemis erythrocephala), la cabeza de trozo (Kinosternon dunni), la hicotea (Trachemys callirostris), el morrocoy (Chelonoides carbonarius) y la swanka (Kinosternon scorpioides albogulare).

Aunque la mayoría de las especies de tortugas continentales tienen algún uso en Colombia, las acciones que generan una mayor presión sobre las poblaciones son el deterioro y contaminación de los ecosistemas, el desarrollo económico sin una planeación y manejo adecuados, el tráfico ilegal de fauna silvestre y el calentamiento global.

Los casos más preocupantes en Colombia son los de la tortuga de río del Magdalena, la carranchina y la cabeza de trozo, ya que son especies endémicas o únicas de las tierras nacionales y que corren un alto riesgo de desaparecer.

Según Hernando García Martínez, director del Instituto Humboldt, las tortugas cumplen un importante papel a nivel ecosistémico, ya que son consumidoras de semillas y ayudan a la dispersión y propagación de las especies vegetales de gran interés ecológico.

“También proveen sustento a las comunidades como fuente proteica. Para las comunidades indígenas, las tortugas tienen un papel relevante en la cosmogonía de su cultura”, precisó García.


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Conservación

En 2002, el Ministerio de Ambiente publicó el “Programa nacional de conservación de tortugas marinas y continentales en Colombia”, que incluyó el plan de acción para la conservación de las tortugas continentales y arrojó estrategias como la hoja de ruta para el manejo de la hicotea en el Caribe.

Nueve años después, la Asociación Colombiana de Herpetología, la Universidad de Antioquia, el Instituto Humboldt y otras instituciones, se unieron para estructurar la primera fase del plan de conservación para las tortugas continentales, que inició con la investigación de cada una de las especies.

“Cerca de 30 investigadores nacionales trabajamos en generar información sobre las tortugas continentales, que incluye la historia evolutiva, biogeografía acuática continental, filogenia, biología y ecología de los individuos, anidación, desplazamientos, genética de las poblaciones, distribución geográfica y amenazas”, afirmó Carlos A. Lasso, investigador del programa de ciencias de la biodiversidad del Instituto Humboldt.

A mediados de 2015, más de 27 investigadores de 17 organizaciones participaron en el segundo taller para la conservación de las tortugas, donde se gestaron varios documentos y lineamientos que indicaron varias necesidades, como contar con un grupo coordinador para hacerle seguimiento a las acciones y gestionar recursos económicos.

“Es fundamental contar con la asignación de recursos económicos anualmente por parte de las autoridades ambientales respectivas, además de elaborar proyectos para que sean financiados por fuentes externas y cooperación internacional”, mencionó Lasso.

“Uno de los mayores desafíos en la gestión de la biodiversidad es generar una conciencia colectiva sobre la problemática asociada al uso de las tortugas, la transformación de sus hábitats y la necesidad de tomar medidas urgentes para su aprovechamiento sostenible”, aseguró García.

Las principales características, amenazas y estrategias para proteger a las tortugas están plasmadas en los libros “Biología y conservación de las tortugas continentales de Colombia” y el “Libro Rojo de los Reptiles”, en los que el Instituto Humboldt participó activamente.